12 de
abril de 2010
Joanna, una rebelde con causa
LETICIA MARTÍNEZ
HERNÁNDEZ
foto: JUVENAL BALÁN
(Enviados especiales)
PUERTO
PRÍNCIPE, Haití.— Joanna es incansable. Quien rápido la
observa puede llevarse una idea equivocada de esta muchacha,
al parecer frágil... Dicen en el hospital de campaña de
Croix des Bouquet que no se está un segundo quieta. Cuando
no tiene un paciente que atender es fácil verla con un pico
abriendo el surco por donde pasará el agua si llueve.
Cuentan, también, que no anda con miramientos para cargar un
racimo de plátanos cuando regresan del mercado. Y si no
fuera por la bandera nor-teamericana que ella colgó a la
entrada de su casa de campaña, cualquiera pensaría que es
una cubana más, una latinoamericana más...
Es que Joanna Mae lleva a Cuba en el corazón
desde que supo de sus médicos. Esta muchacha solo tiene 26
años pero desde los 19 decidió echar suerte con los que nada
tienen. Sus pasos la han llevado a lugares tan distantes
como Puerto Rico, Tanzania, Nicaragua, Nueva Orleans,
México, Costa Rica, Perú, Haití...
Sabe que una mano para aliviar hace falta en cualquier
rincón, por eso no duda en extender la suya.
¿Cómo llegaste a Haití?
"Estaba terminando el primer semestre del
tercer año en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM).
Esa noche del 12 de enero vi el desastre por la televisión.
Me dolió mucho. Fue como si estuviera pasando dentro de mí,
no pude ignorar lo que sucedía. Sabía que debía continuar mi
carrera, pero en mi corazón no habían palabras, solo la
certeza de que venía. Entonces pedí una licencia a mis
profesores para trabajar aquí con los médicos cubanos. Ellos
no sabían qué responderme, pero estaban orgullosos de mí.
Recuerdo que recibí la aprobación un jueves y el sábado cogí
un avión hacia República Dominicana. Luego crucé la frontera
en un autobús, y llegué al hospital de campaña de Croix des
Bouquet con un haitiano que me trajo en su moto. No tenía
idea de cómo encontrar a los médicos cubanos, pero desde que
trabajé con ellos en Perú supe que por la población podía
ubicarlos. Fue una tremenda alegría encontrarme con la
Brigada Henry Reeve.
¿Por qué viniste?
"Era un deber, también un honor trabajar con
la Brigada. Era mi sueño, porque cuando estaba ayudando en
Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina oí hablar de
los médicos cubanos, que pedían ir a ayudar. Ahí me di
cuenta de que yo quería estudiar medicina en Cuba. Recuerdo
que todos en Nueva Orleans deseaban que los médicos cubanos
llegaran, pero todos sabían también que no se lo iban a
permitir. Fue una injusticia hacia los Estados Unidos, hacia
la gente de Nueva Orleans. ¿Cómo es posible descartar el
apoyo de otro país cuando tu gente está sufriendo? Los
médicos cubanos tienen mucho éxito. En el hospital de
campaña vemos a más de 500 pacientes diarios. Pero cuando
salgo de aquí, la única pregunta que entra a mi cabeza, es
dónde está el otro apoyo.
¿No te dio miedo cruzar la frontera en esos
días tan difíciles?
"Cualquiera puede sentir temor, pero hay que
aguantarlo. Cuando uno sabe que está haciendo algo por amor
no puede haber miedos, pues estás haciendo lo que tienes que
hacer. El miedo no te puede detener, si quieres ayudar.
Ahora mismo mis padres sienten miedo por mí, pero sé que
están orgullosos. Estoy convencida de que te puede pasar
cualquier cosa en cualquier parte del mundo.
¿Qué dice tu familia de que estés aquí?
"Mi familia me conoce. Antes de decirle a
mis padres que estaba planificando venir, mi mamá me
escribió diciendo: yo sé que quieres ir, yo sé que tú vas,
pero por favor termina la carrera. Y eso nunca ha salido de
mi mente. Algunos me dicen que voy a perder un año, pero
siento que estoy ganando un año de estudios. Voy a regresar
a Cuba siendo mejor estudiante, mucho más fuerte".
¿Cómo te va la vida en campaña?
"Me siento cómoda. Estoy acostumbrada, pues
he pasado muchos años de mi vida así. Si tengo un lugar para
tirar el colchón estoy bien, si tengo un poco de arroz y
frijoles estoy bien. Cuando llegué aquí me asombré de las
condiciones del campamento, pues eran cien veces mejor de lo
que esperaba. A cualquier lado del mundo donde voy, estoy
lista para vivir como vive la gente. Si ellos duermen en la
tierra, yo también lo hago, hasta que todos juntos podamos
lograr algo mejor".
¿Ha sido Haití la misión más difícil?
No. Cuando las cosas se organizan y cada
cual sabe lo que debe hacer, todo se alivia. La
desorganización ha sido la mayor dificultad de las misiones
en que he participado. Pero la Brigada Internacional Henry
Reeve tiene todo definido, no sufren los dolores de cabeza
de otras organizaciones. He trabajado con máquinas que no
funcionan, pero a esta no le falta ni el aceite. |