ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: WBSC

Fue 2025 un año que nos deja varias pautas, sobre las cuales desplegar el relanzamiento de la esencia del movimiento deportivo, esa que desde su soporte fundacional tiene al pueblo como su principal destinatario.

El calendario incluyó la Ley del Sistema Deportivo Cubano, la primera de su tipo en el país, para dotar de institucionalidad y ordenamiento jurídico a todos los procesos en materia de Cultura Física, Recreación y de alta competición, aprobada en julio por la Asamblea Nacional del Poder Popular. Este propio almanaque se apuntó, en el mismo mes, la Rendición de Cuenta del Inder ante el Parlamento, una oportunidad para corregir el tiro, desde la mirada de los representantes del pueblo.

En febrero se conmemoró el aniversario 25 de la Comisión Nacional de Atletas Retirados, una idea de Fidel que, en su centenario, necesita y es imprescindible revitalizar.

Por supuesto que los grandes escenarios competitivos también marcaron estos últimos 12 meses. El título mundial de Leyanis Pérez en el triple salto llenó de orgullo cada palmo de tierra de la Isla, que se levantó con otra hazaña en los fuertes brazos de Marifélix Sarría, subcampeona del orbe de levantamiento de pesas.

Están, además, los títulos juveniles a nivel del planeta de Cristian Menéndez, en el raquetbol, y de los invencibles muchachos del Beisbol5; y las medallas de oro de las parapesistas Amalia González y Daynelis Vázquez en su cita del orbe.

Cuba logró estar en los mundiales de pelota Sub-12 y Sub-18 y alcanzó su clasificación a los certámenes universales en las categorías Sub-15 y Sub-23, en dos épicas batallas, con lo cual completó su presencia en todas las edades al máximo nivel. Fue, en medio del borrascoso 2025, lo mejor del deporte nacional.

Fueron bienvenidas las dignas actuaciones en los Panamericanos y Parapanamericanos Junior, así como de la comitiva a la Sordolimpiada, con una indiscutible reina, Suslaidy Giralt, con su novena corona olímpica y decimotercera presea, el deportista, sin distinción de sexo o modalidad, más laureado a ese nivel.

EL VIAJE COMIENZA EN LA SEMILLA

Pero detengámonos en las pautas, porque no basta con una Ley, con las recomendaciones de una rendición de cuenta frente a los legisladores o con una celebración, si no se convierten en hechos esas herramientas que se han puesto en las manos del movimiento deportivo.

El universo atlético en pleno cuarto de siglo xxi no se parece al que primaba en la centuria pasada, ni siquiera a la de inicios de esta. Se ha empotrado en su ADN la alta comercialización que ha traído, incluso, cambios en los procesos de puesta en forma. Se multiplican las competiciones de alto nivel en pos de una clasificación, ya no solo olímpica, sino también panamericana o para los Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Esto obliga a asistir en estado óptimo a cualquier lid, lo que requiere de conocimientos, de ciencia y de recursos financieros que permitan la presencia en la cancha, en aras de cumplir con los requisitos clasificatorios. A los países más pequeños, de economías dependientes, se les hace cada vez más difícil estar en ese amplísimo espectro competitivo, y mucho más triunfar en ellos.

El cuerpo legal no solo ampara el patrocinio en busca de los financiamientos que sostengan esas exigencias, sino también presupone qué hacer en cada lugar donde se materializa el hecho de la formación deportiva y prioriza la base, el deporte comunitario y en nuestras escuelas, como cimiento fundamental del desarrollo. Pero esto necesita control; requiere de una estrategia desde el municipio hasta la provincia: si allí no somos fuertes, no lo seremos a nivel de selecciones nacionales.

En ese sendero, el punto de partida es la Educación Física. Sin la calidad de su clase, si no se motiva al niño y la niña, el edificio deporte se derrumba. El profesor allí es el pilar de las medallas olímpicas y mundiales, y hay que reconocerle su imprescindible aporte.

Razonaba José Martí que en los niños es preciso robustecer el cuerpo en la medida en que se les robustece el espíritu, de él aprendimos la singularidad de ambos elementos en la armonía del cuerpo humano. Eso, justamente, es la Educación Física, el soporte de un caudal inmenso de conocimientos y de intensas jornadas en las que el intelecto le exige al cuerpo resistencia y fortaleza.

Tanta singularidad y trascendencia nos hace preguntarnos ¿por qué en 2025, como en años anteriores, no se premió al mejor profesor de esta materia?

El 28 de mayo, al clausurar el control gubernamental al organismo deportivo, el miembro del Buró Político y primer ministro, Manuel Marrero Cruz, expuso el propósito de devolver a Cuba al segmento de las primeras 20 naciones en los Juegos Olímpicos. Pues bien, sin la calidad de esa clase sería muy engorroso, casi imposible, tal empeño.

De cara a la cita olímpica de Los Ángeles-2028, una de las potencialidades para llegar a la veintena vanguardista pasa por revitalizar esa idea de Fidel de que nuestras glorias deportivas no están olvidadas. No hay mejor atención a ellas que la participación en el proceso formativo de los atletas en el camino hacia una medalla. Nadie como ellas puede incidir en el entrenamiento, en el consejo oportuno del futuro campeón. Reducir su atención a lo material, que no quiere decir prescindir de ello, sería desaprovechar un amplio caudal de conocimientos y de compromiso.

Ya 2026 toca la puerta que abrirá eventos de alta envergadura, como los Juegos Olímpicos de la Juventud, los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y el Clásico Mundial de Beisbol, entre otros. Una estrategia orgánica, que lleve de la mano la ciencia para optimizar cada recurso, y la unidad de todas las fortalezas del Sistema Deportivo Cubano, nos llevaría a escalar esos exigentes podios.

Foto: Archivo
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