
Sehoon Yang es un amante de Cuba. Desde que arribó en 2024, se enamoró del café y del arte culinario. Sin embargo, su viaje desde Corea del Sur no fue como turista; pues, con sus conocimientos y disciplina, forma a los taekwondocas del equipo nacional.
Luis, como le apodaron sus alumnos en Perú, fue campeón mundial en poomsae en el año 2008. Por espacio de un año, ha estado entrenando, mediante una gestión realizada entre la Federación Cubana y su país, en aras de hacer crecer este deporte.
No es su primera vez en América; estuvo desde 2011 hasta 2018 en Perú. Su contrato es hasta finales de este año, aunque de obtener buenos resultados, puede ampliarse hasta 2026.
A sus pupilos, también los alecciona para la vida, y les enseña que las dificultades no pueden apartarles del camino principal. «Alguien que no se rinde, siempre llega lejos», aconseja.
–¿Cómo llegas a entrenar en Cuba?
Kukiwon, mi agencia, tiene colaboración con más de cincuenta países, a los que envía voluntarios. Como ya tenía la experiencia de trabajar en Latinoamérica, y conozco el idioma, me ofrecí. Siento que puedo aportar con mis conocimientos.
«Admiro mucho a este país desde que estaba en Perú. Allí había entrenadores y atletas cubanos, y con ellos conocí que aquí hay un sistema muy avanzado en el deporte. Lo he comprobado, y me hará aprender».
–¿Qué es lo que más te ha gustado del taekwondo cubano?
Tiene muy buen nivel. Hay muchos medallistas en eventos mundiales, continentales y olímpicos. Las bases están creadas, pues hay talento y condición física; incluso, mucho más que en Corea.
«Pero esto no lo es todo; falta la técnica, la experiencia internacional y el apoyo material. Es complicado hacerlo, por las situaciones que existen; y es por eso que traigo mis conocimientos como entrenador internacional.
«Además, la embajada de mi país nos ha ayudado con donaciones de materiales. Hicimos la primera el mes pasado, y vendrán más».
–¿Cuáles son las experiencias que usted les transmite a sus alumnos?
Me ayuda mucho mi pasado como deportista. De donde vengo la exigencia es distinta, y todas las condiciones están creadas para entrenar. Aquí los atletas tienen que estudiar, o hacer otro trabajo. Conocer la cultura ha sido lo primero.
«Mis alumnos tienen talento y buen carácter; solo les faltaba la concentración, y les he insertado el hábito de la repetición. Cada movimiento en el poomsae se entrena por dos horas, con 100 o 200 reproducciones.
«En Corea las prácticas son muy tensas. El ambiente era muy serio; mi maestro me gritaba y a veces me pegaba con un palo. En Cuba todo es más relajado; ellos juegan, se ríen, oyen música, y yo disfruto con ellos».
–¿Cómo esas sesiones pueden ser una fiesta, pero provechosas al mismo tiempo?
Todo tiene su momento. Por ejemplo, nosotros usamos el poomsae freestyle; eso les provoca dinamismo, y ellos se animan y lo celebran. Pero cuando cambiamos el ambiente, hay que dejar eso atrás, y enfocarse en lo que se va a hacer.
–¿Cómo te has acoplado a este sistema?
Viajando por el mundo. Cada país siente el taekwondo de forma diferente.
–¿Cómo se puede insertar ese chip de la técnica propia del poomsae, teniendo en cuenta la explosividad del atleta cubano?
Siempre tomamos videos, y los debatimos; así, podemos ver las virtudes y errores de cada uno. Si alguien se equivoca, lo asume todo el colectivo.
«Profundizamos en cada paso. A veces realizamos un mismo movimiento para una sesión entera. Así fue como aprendí, se los aplico para que crezcan, y me han entendido».
–¿Cuál es la estrategia que se debe seguir antes de una competencia?
Se hace un estudio de contrarios. El taekwondo ha crecido mucho, pues se hacen más torneos que antes; y, por tanto, no hay rivales fáciles. Para los Juegos Centroamericanos, estamos desde ya pensando en lo que puede pasar.
–¿Se ha trabajado en preparar entrenadores nacionales en su especialidad?
Lo estamos valorando, y pensamos empezar a hacerlo por todo el país a finales de este año.

















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