ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: FIVB

El adolescente Julio Gómez imaginaba un futuro abierto a puñetazos en el boxeo, o envuelto en el furor del público en estadios beisboleros, tal vez de baloncesto.

Nada conocía sobre voleibol y, de forma lógica, mostró resistencia a la propuesta de la entrenadora Tirki, primera en advertir sus cualidades. Empeñada en enseñarle la belleza del deporte, alcanzó su objetivo: obtuvo el número telefónico de la madre, Mariza Gálvez, conspiradora en el convencimiento de su hijo.

Ella era seguidora de las hazañas de las Morenas del Caribe, y resultó decisiva para empujarlo a las canchas.  

«Me presenté en el Combinado Pepe Barrientos y me realizaron las mediciones correspondientes. Después participé en par de campeonatos provinciales e ingresé en la Escuela de Iniciación Deportiva Mártires de Barbados.

«Allí mejoré la técnica, el físico y le tomé el sabor al juego. En las aceras, si veía un gajo en un árbol, saltaba a darle; mientras andaba, imitaba carreras de impulso».

A partir de segundo año en la educación secundaria, rondaba la Escuela Nacional, y le otorgaron la capitanía del equipo Cuba durante su tránsito por las categorías cadete y juvenil.

Resaltan, en ese periodo, victorias en los certámenes auspiciados por la Confederación de Norte, Centroamérica y el Caribe; el triunfo colectivo y el galardón del armador más destacado en la Copa Panamericana Sub-21 de 2019, con sede en Perú; además del décimo escaño en el Mundial de Baréin para ese rango etario.

«Tras atravesar séptimo grado sin un puesto fijo en las seis zonas del terreno, asumí mi actual y única función hasta hoy.

«En cuanto a la potencia en el brazo, al principio servía de flote, pero “el chino” Antonio Miguel me hizo entrenar con pelotas de baloncesto. Quizás ese método contribuyó a mi fuerza y a perfeccionar el toque y el control en el pase».

Más tarde lo incluyeron en las contrataciones, una experiencia de gran importancia; pero le planteó dificultades, pues salió sin hablar nada de inglés, y así fue por casi un año.

«Arribé a Hungría con el mafc-bme en la temporada 2020-2021, y en la posterior me eligieron su capitán. Los profesores me ayudaron a mirar el bloqueo y calcular en qué momento busco a cada atacante.

«He resultado el mejor sacador en ese país y otros clubes. En una campaña con el Aich/Dob, además, acaparé el máximo lauro de acomodador y me consideraron el Más Valioso del torneo, un escándalo para mi posición».

Tales logros le abrieron las puertas del seleccionado mayor en la Liga de Naciones 2025. Finalizó la contienda con 16 puntos por remates –ni se lo piensa en el segundo toque–, cinco en muros y el doble en aces. Ocupó el noveno lugar entre sus similares, con 247 pases completados para un éxito cercano al 32 %.

«Una de mis vivencias más bonitas, tuvimos un buen dividendo y quisiéramos incrementarlo».

Lejos de dormirse en la satisfacción de la meta cumplida, mantiene su esfuerzo cotidiano porque, según nos dice: «siempre he tenido esta hambre de luchar por mis sueños».

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