ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Jonathan Hernández lideró su club hacia la primera divisón argentina. Foto: Lucía Ríos Foto: Internet

«Los cubanos en el fútbol sala sí podemos competir en cualquier lugar, en igualdad de condiciones». Así lo confirma el habanero Jonathan Hernández con sus palabras y sus goles, tras 15 meses en los tabloncillos argentinos.

El 26 de julio de 2024, mientras nuestro país celebraba el aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, y a la par de la osada ceremonia inaugural en los Juegos Olímpicos de París, el Newell's Old Boys anunció el contrato del capitán que lideró a la selección de la Isla al Mundial de Uzbekistán.

La institución deportiva, que en su modalidad de 11 disfrutó el paso de Lionel Messi en categorías inferiores, apostó por el joven del municipio Marianao ante el reto de ascender a la Primera a.

«Tardé cuatro o cinco partidos en anotar. Influyó la adaptación a mi experiencia inicial en un club foráneo y, en especial, la ansiedad propia de quien le gusta marcar y sentía esa falta. Necesitaba calma en la definición y agarrar confianza, pero tenía claro que cuando rompiera las redes lo demás iba a llegar, nunca me volví loco por eso».

Únicamente el puntero de la segunda división certificaba un boleto directo al máximo nivel y lo conquistó River Plate. Los restantes ocho pelearían por un cupo en play off, a partir de cuartos de final. «Los leprosos», sublíderes de la tabla con 66 unidades, derrotaron 7-5 y 8-3 a Pacífico y a Estrella de Boedo en el camino a la disputa decisiva.

«Empecé a convertir en varios choques seguidos, previos a la etapa fundamental, ya los compañeros me veían y buscaban de manera distinta; sabía mejor a qué jugábamos.

«En la ida de la final contra Franja de Oro nos metimos en el duelo con un tanto mío, nos acercamos 1-2, pero encajamos otro en los últimos minutos y nos bajó un poco el ánimo, aunque estuvimos convencidos de remontar, jamás lo dudamos.

«Para la vuelta, de locales, salí muy determinado, con la mentalidad de mi ídolo Cristiano Ronaldo. Gocé de la suerte de anotar el primero y “se cayó el estadio”. Después provoqué un penal causante del empate y nos impulsamos a voltear la pizarra. Aporté mi granito de arena, pero no me consideré el héroe, sino al colectivo.

«Siempre recibí el afecto de los aficionados porque observan cómo intento entregarlo todo por la camiseta y luego de completar ese objetivo siento que me han querido más, llevan ese resultado en sus corazones.

La fiesta duró hasta el siguiente día, confiesa, pues constituye una bendición actuar en la élite de una liga tan competitiva, entre las mejores de Sudamérica, junto a la brasileña, los países protagonistas de la batalla por el título mundialista en 2024.

En medio de ese exigente escenario, mereció el calificativo del «Hulk cubano», creado por la página de Instagram de Sports Center ESPN cuando publicó el video de la diana de Jonathan en el mencionado desafío inicial ante Franja de Oro. Agradece tal apodo, «me gustaba ese personaje de chico».

Al también conocido por «Botica», pese a escuchar propuestas de fichaje, el cariño lo mantiene atado a los rojinegros, al punto de volverlo un hincha y, por lo pronto, solo piensa en ganar la Copa de Plata, tras concluir décimos en la temporada regular. Allí lo tratan como a un compatriota, «muy buenos muchachos Nicolás Álvarez, Nico Piqué, Maxi Torres… los podría nombrar a todos, son de diez conmigo».

Aunque suele pasar el tiempo en su apartamento, aprecia en la nación de Maradona una cultura de amigos que prefieren guardar el celular si están reunidos. Lo sorprende la devoción por el asado y la carne, «el argentino debe saber cómo preparar un pernil.

«Este año y pocos meses me enseñaron muchísimo, me muevo con más coherencia y entendimiento del juego, pues aquí existe mayor intensidad, roce, permisibilidad de los árbitros, diversidad de sistemas tácticos y en los balones parados. Me produce un orgullo enorme representar a Cuba».

Jonathan Hernández sostiene el empeño de asombrar en cada fecha hasta al sol de la bandera albiceleste para demostrar la valía de quienes sueñan en las canchas de esta Isla.

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