La noticia de la conformación del Equipo Cuba que nos representará en la primera edición de la Copa América de Beisbol en Panamá, como era de esperar, ha vuelto a encender la hoguera de la polémica. Y es que en una nación donde el beisbol es más que un deporte, la elección de cada pelotero para vestir la franela de las cuatro letras es siempre un ejercicio de alto riesgo, un pulso entre la visión técnica y la pasión popular que rara vez deja a todos satisfechos.
La dirección del equipo, encabezada por el mánager Germán Mesa, defiende su propuesta bajo la bandera de la «versatilidad y cohesión». Ayer, en conferencia de prensa, explicó que la prioridad fue seleccionar jugadores capaces de desempeñarse en múltiples posiciones, una estrategia que, según él, responde a las exigencias del beisbol moderno.
La inclusión de figuras como Tailon Sánchez, cuya selección generó un considerable debate, se justifica precisamente en esa búsqueda de adaptabilidad. Asimismo, se destacó la presencia de Alfredo Despaigne, no tanto por sus números actuales, sino como un «símbolo de liderazgo» y un ancla de experiencia, un puente generacional necesario en un torneo de esta envergadura.
En cuanto al pitcheo, la flexibilidad y el equilibrio entre abridores y relevistas de largo alcance fueron los criterios primordiales expuestos en la reunión efectuada en el estadio Latinoamericano, aunque no estuvo presente el entrenador principal de esta área de los lanzadores, Pedro Luis Lazo.
Paralelo a los argumentos de la dirección del equipo está la otra cara de la moneda, que revela una profunda polémica en amplios sectores de la afición y entre analistas deportivos.
Las redes sociales, termómetro ineludible de la opinión pública, arden con interrogantes y críticas. La ausencia de jugadores y cuerpo técnico de Las Tunas, bicampeones de las últimas Series Nacionales, es una de las más recurrentes. ¿Cómo explicar que el equipo más dominante del circuito doméstico no tenga representación en la selección nacional?
A esto se suman nombres de probada valía en el torneo cubano, cuyo rendimiento ha sido más que consistente, pero que no aparecen en la nómina. Peloteros como Dennis Laza, Yasiel González o Yordanis Samón, con su historial ofensivo, son ejemplos claros de talentos que los aficionados esperaban ver.
Mucho se habla de la falta de un tercera base natural en el cuadro, y aunque se argumente la versatilidad de otros, también genera dudas sobre la conformación del infield.
El pitcheo, siempre un punto álgido, tampoco escapa a la controversia. Lanzadores con mejores números en la Serie Nacional, como Yankiel Mauris o Frank Herrera, quedaron fuera de la convocatoria. Humberto Guevara, jefe técnico del elenco, dijo en ese sentido que usaron criterios de selección con «métrica más avanzada» y la necesidad de «evitar que los rivales nos estudien».
La conformación de un Equipo Cuba de beisbol será siempre profundamente debatida fuera del terreno de juego. La pasión por la pelota y la diversidad de criterios hacen que cada selección sea un campo de batalla dialéctico.
Mesa y su cuerpo técnico han apostado por una filosofía, por un tipo de beisbol. Ahora, la pelota está en el aire. El diamante de Panamá será el juez implacable que dictamine si la versatilidad y la cohesión, por encima de los números individuales y los campeonatos domésticos, eran la fórmula correcta para llevar a Cuba al podio de la Copa América. La expectativa es inmensa, y la esperanza, como siempre, se mantiene viva.


                        
                        
                        
                    














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