ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Cuba se despidió de la Copa Mundial de fútbol Sub-20 dejando buenas sensaciones. Foto: Getty Images

No hacían falta calculadoras para saber si Cuba pasaría como segunda, o como una de las mejores terceras. Las emociones no se miden en cifras, y nuestra selección llegaba al partido contra Australia con la esperanza de superar la fase de grupos.

La moral del equipo estaba por las nubes tras el empate a dos con Italia. Así se vio desde el silbatazo inicial, cuando el combinado no salió a esconderse. Se olvidaron de ese planteamiento defensivo habitual, y salieron a presionar. A base de velocidad, y sin nada que perder, fueron a intentar sacarle un susto a los australianos.

Pero ese ímpetu se fue esfumando, y los campeones de Asia tomaron el mando con su juego, que poco a poco nos embotelló. En ese tramo, Yurdi Hodelín se vistió de héroe con tres atajadas en cinco minutos.

Yurdi, devenido santo bajo los tres palos, aguantó todo lo que pudo. Pero reza un adagio bélico llevado al fútbol que, a fortaleza sitiada, fortaleza tomada: Max Caputo (21) y Daniel Bennie (39) les dieron la ventaja a los suyos antes del descanso.

Otro gol de Caputo al 50 nos devolvió del sueño a la realidad; aunque Cuba no se iba a despedir sin mostrar esa garra que les acompañó. Alessio Raballo al 63 marcó el tanto que evitó la goleada.

Los discípulos de Pedro Pablo Pereira concluyeron últimos en el grupo D, con un punto. Mas no hay reproches para un equipo que augura buen futuro para los Leones del Caribe.

Más allá del punto histórico logrado ante Italia, una de las favoritas del torneo, ni Argentina ni Australia fueron capaces de endosar la goleada pronosticada. Cuba llegó como la Cenicienta de su apartado, y se fue siendo capaz de marcarles a todos sus rivales, y un hueso duro de roer.

En contexto, fuimos capaces de obtener nuestra primera unidad en estas lides. Con esta, estuvieron a punto de pasar a la siguiente ronda, algo que no sucede desde la Copa del Mundo de 1938, cuando Cuba accedió a cuartos de final. En aquel entonces, no había empezado la Segunda Guerra Mundial.

Las lágrimas de emoción del capitán Karel Pérez tras la igualada contra Italia; los goles anotados; la clasificación al Mundial en la tanda de penales contra Honduras; todos son recuerdos de un país que creció admirando a ídolos extranjeros, y que hoy escribió páginas de gloria.

Las palmas para muchachos que, en su mayoría, crecieron y salieron de nuestras calles; que crecieron admirando a Cristiano Ronaldo, a Messi, y a otras tantas estrellas, pero que ahora pusieron a soñar a un país que vive el fútbol como suyo.

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