ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Lázaro Álvarez busca nuevos horizontes en su carrera. Foto: IBA

«Esto es todos los días», revela tras su entrenamiento de tres horas, que lleva realizando aproximadamente 20 años. Luego de ello, viene el ocio con sus colegas en la Escuela Nacional de Boxeo, en la que se considera también «el papá» jugando baloncesto. «Lo más difícil es estar lejos de la familia», confiesa en ese espacio que dedica a Granma, aún sin enfriar los músculos.

Lázaro Álvarez ha formado su carrera sobre el ring a base de entrenamiento y rigor. Bajo su régimen disciplinario, ha forjado tres medallas de oro mundiales, igual número de podios olímpicos, así como coronas continentales y regionales.

A sus 34 años, insertado en el mundo profesional, El Príncipe tiene hambre de gloria. En esta nueva etapa marcha invicto en nueve presentaciones, con cinco ko; la última de ellas, el pasado 12 de septiembre, cuando venció en Alemania al difícil venezolano Ángel Rodríguez, quien exhibía balance de 23-3 antes de la pelea.

–¿Has pensado en el retiro?

–Todavía. Mientras tenga salud y mis proyectos claros, seguiré. Quiero ser campeón del mundo

El pinareño es una tromba en el cuadrilátero. Muestra de su salud, es su apetito insaciable de éxitos. El Príncipe quiere ser Rey.

–¿Cómo es tu carrera en estos momentos?

–Sigo esforzándome por obtener resultados para mí, mi familia y mi pueblo. Mi sueño es ser campeón del mundo profesional, y eso conlleva sacrificio, y tiempo.

«Trato de adquirir la experiencia suficiente para ascender en el ranking, y me siento cerca de la élite. Ese es mi primer paso, y voy por buen camino».

–¿Crees que es posible?

–Sí, porque yo vengo de la Escuela Nacional. El nivel puede haber subido, pero nosotros seguimos siendo los mejores en el mundo. Ahora nos han dado esta oportunidad de insertarnos en el profesionalismo, y no la vamos a desaprovechar.

–¿Disfrutas más esta nueva faceta?

–Ninguna es superior a la otra, pero como boxeador amateur obtuve todos mis títulos, y me hice grande. Gracias a él pude superarme, y obtener esta carrera que sirve y servirá de ejemplo para los más jóvenes.

«El profesionalismo me resulta novedoso. Es una motivación para seguir agrandando mi legado, poner en alto el nombre de Cuba, y alegrar a mi familia».

–¿Te sientes más cómodo actualmente?

–Me siento bien. Trato de ajustarme de acuerdo con las exigencias de cada rival.

–¿Crees que llegaste tarde?

–Los tiempos de Dios son perfectos, y este es el momento preciso. Es verdad que otros atletas empiezan desde más jóvenes, pero no me preocupa. Actualmente tengo dos cinturones ganados, y busco más.

–Has mostrado una pegada que no te era conocida. ¿Cómo la has desarrollado?

–Entrenando. La fuerza te ayuda mucho, porque las peleas son muy largas, y con un solo golpe evitas eso. Además, te permite ascender con rapidez. Al ser los guantes y el vendaje más ligero, es más fácil noquear.

–¿Ya terminó tu carrera como amateur?

–No puedo decir que sí, pues yo soy un atleta disciplinado. Si el día de mañana me necesitan, allí estaré.

–¿Tienes alguna deuda a nivel olímpico?

–Fui tres veces medallista de bronce; el destino no quiso que fuese campeón como en otras competencias. El deporte es así. Me hubiese gustado serlo, pero no me siento triste. Estoy orgulloso con lo que logré.

–¿Qué te faltó para ese oro olímpico?

–Yo se lo achaco al destino. Puse todo mi esfuerzo en el ring, pero allí peleas contra tu rival y los árbitros, quienes son justos, pero a veces no.

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