ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Cortesía del entrevistado

Zail Ramírez es un gigante de ébano. Sus dos metros de estatura y cien kilogramos de peso, le convierten en una mole sobre el tatami.

Estas características, y el aval de ser uno de los mejores en ranking, más la medalla de oro en la Copa Panamericana Junior, celebrada en Varadero el pasado año, le convierten en una esperanza de medallas para Cuba en el venidero Campeonato Mundial Juvenil de judo, a celebrarse en Lima este mes de octubre.

Sin embargo, tras la fiera que es el pinareño en acción, es alguien noble, con la espontaneidad típica de un joven de 20 años. «Soy una persona divertida, pero me tomo las cosas en serio. Para cumplir los sueños, no se puede ir con bromas», se define.

Relata que, en medio de su crecimiento, «lo más difícil es estar lejos de la familia». Su régimen de disciplina ha sido la clave del éxito. «Me gusta hacer las cosas bien, porque no me agradan los regaños», argumenta.

«Me dedico a entrenar. También salgo y me divierto, como todos los de mi edad, pero cuando hay una competencia de por medio, me olvido de todo eso».

«Mi objetivo en la vida es el deporte, y si quiero lograrlo, debo ponerle ganas. Para las demás cosas ya habrán chances».

 

ZAIL TIENE SED DE REVANCHA

«Ahora, en este Mundial, voy a recuperar esa medalla que se me escapó en los Juegos Panamericanos Junior».

Zail Ramírez llegaba a los Juegos Panamericanos de Asunción como uno de los títulos más seguros de Cuba, pero la hepatitis le privó de ir. Ahora, a unos pocos kilómetros de la capital paraguaya, tendrá su revancha.

«Me dolió, porque yo estaba seguro de que sería el campeón, y de paso me iba a clasificar para los Panamericanos de Lima en 2027».

«Un día estaba entrenando, y me sentí decaído. Me hicieron los chequeos, y di positivo. Pensamos que podía recuperarme a tiempo, pero no se pudo. Yo me sentía bien, pero el colectivo decidió preservarme», acota.

La ausencia tuvo una significación especial, pues él sería el abanderado de Cuba. «Yo estaba alegre porque iba a ser el abanderado. Soy de Pinar del Río, como Mijaín López, y esa coincidencia me llenaba de orgullo. Espero que me lleguen nuevas oportunidades, porque hay Zail para largo tiempo», confiesa.

La hepatitis no le fue un impedimento en su enfoque, y por ello, es serio candidato al podio en Lima. «Mi rendimiento no ha bajado. Todos lo pensamos, porque estuve un mes sin entrenar, pero sorprendentemente mi cuerpo reaccionó bien».

«Estuve entrenando en China. Participé en el Campeonato Mundial de Mayores, en el que avancé hasta la segunda ronda. Además, competí en varios torneos panamericanos», cuenta su proceso de puesta en forma.

La cita del orbe a mediados de este año supuso un gran paso en su carrera, y él lo define como un sueño. «Solo fui a participar, ganar experiencia y ver cómo es el mundo», narra.

«Estoy listo para dar el salto desde los juveniles. Tengo una buena preparación, desde que empecé en quinto grado, que me ha ayudado a crecer».

Lima puede ser consagratoria para el joven judoca. Lo reconoce con la convicción de quien se sabe ganador, si no en la competencia, sí en la batalla mental previa a cada gran paso de la vida.

«Yo nunca digo el color, solo que voy a coger una medalla. El resultado se dicta el día de la competencia. Sí estoy seguro de que brindaré un alegrón para Cuba», resalta.

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