ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Silinda Morales estaba en podio desde la tercera ronda de la final y conservó esa posición. Foto: Getty Images

«Ese bronce es muy especial para mí, el comienzo de una bonita historia. A partir de este momento vendrán más éxitos, porque continuaré entrenando fuerte, me esforzaré el doble, el triple para alcanzar mejores resultados».

Con la alegría y ese empuje hacia el futuro nos llegaron las palabras de Silinda Morales, mientras permanece fresca en nuestra memoria e imborrable en la suya la medalla conquistada por sus manos en el Campeonato Mundial de Atletismo, en Tokio.

La discóbola camagüeyana ascendió más allá de su estatura, cuando voló hasta los 67 metros y 25 centímetros, récord personal. La constancia demostrada en mítines previos de Francia auguraba un buen desempeño, pero solo ella y quienes compartían las horas de su esfuerzo enarbolaban el sueño de girar en el viento, como su implemento, hacia otra dimensión.

Culminó cerca de la holandesa Jorinde van Klinken, una rival muy inestable, pero con marca por encima de 70. Ambas escoltaron a la gran favorita estadounidense Valarie Allman, bicampeona olímpica.

Silinda abrió con 65,11 metros, en el entorno de lo mejor de su vida, hasta entonces. «Resultó fundamental porque lo realicé mal técnicamente, y aun así avanzó. Entonces dije: “si perfecciono la ejecución, lograré un gran lanzamiento”».

En la tercera ronda consiguió su disparo de gloria. «Me sentí con posibilidades de finalizar en el podio, pero me preocupaba Sandra, una súper estelar que podía rebasarme, aunque en esta temporada su forma distaba mucho de su calidad».

La legendaria croata de apellido Elkasevic –una fachada de su identificativo de guerra, Perkovic– concluyó quinta. También miró a la cubana desde abajo la china Bin Feng, sorprendente titular del orbe en Eugene-2022.

A Silinda la llena de felicidad engrandecer la tradición cubana en la especialidad. De ella forma parte Hilda Elisa Ramos, por sus actuaciones a finales del pasado siglo y por su faceta de formadora de posteriores generaciones. Sus manos de orfebre moldearon también esta proeza a nivel global.

Al respecto, su alumna confiesa: «la profe es un motor impulsor en mi carrera, nos exige mucho con el objetivo de coronar nuestras metas. Contamos con ella para todo».

Solo el juez tiempo lo sabrá, pero podemos esperar mucho más de esta hija de la tierra de Ignacio Agramonte, entregada totalmente al entrenamiento, que suele extender con ejercicios adicionales. «Si uno se sacrifica y tiene disciplina, puede cumplir grandes propósitos en la vida», nos aconseja con el premio de su consagración en el pecho.

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