ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Ricardo Borroto Iglesias imparte justicia en el voleibol al más alto nivel. Foto: VOLLEYBALLWORLD

Ricardo Borroto Iglesias parece tener un carácter frío, imparcial; no le tiembla el pulso cuando tiene que tomar una decisión. Sin embargo, tras esa rectitud, habita el humanismo que el deporte hace florecer.

Borroto es árbitro de voleibol, y sus cualidades e interés de superación le han ganado un gran prestigio internacional. Desde 2022, imparte justicia en la Liga de Naciones (VNL), y ha participado en Campeonatos Mundiales, Panamericanos, entre otros eventos.

Nació en Cienfuegos y es árbitro desde 1990, pero desde 2006 tiene la calificación de internacional. Junto a Lourdes Esther Pérez –primer silbante de Cuba en la VNL–, posee la categoría A, la máxima que otorga la FIVB. Es secretario de la Federación Cubana, y jefe de la Comisión nacional de arbitraje.

En este 2025 participó en la primera semana de la competición, en Canadá, con ocho salidas. «El nivel es muy alto, en cuanto a la calidad del juego, y eso nos exige estar a la altura de lo que se vive en la cancha».

Nos habló de algunas limitaciones en la preparación de un árbitro, sobre todo en el orden tecnológico. «Es un problema a nivel de confederación, no solo del país. Por ejemplo, nosotros no interactuamos con el sistema Challenge, o el VolleyStation. La FIVB tiene una plataforma llamada E-Learning, de autosuperación, que nos ayuda a estar actualizados. Allí consumimos el contenido teórico, y ya en el juego podemos aplicarlo.

–¿Practicó voleibol antes?

–Nunca fui atleta. Lo jugué de hobbie. Por azares de la vida, me especialicé en este deporte. Pasé por otros, como el baloncesto, pero siempre tuve claro lo que quería. Esa experiencia por otras disciplinas me ayudó mucho, pues aprendí a manejar las emociones en este oficio.

«También fui entrenador de los equipos pioneriles de mi provincia, y de Matanzas. En 2007 tuve que tomar una decisión, porque no podía tener dos funciones, y elegí este camino».

–¿Cuál es su mejor momento en esta carrera?

–Tengo dos. Uno fue mi primera representación internacional, en 2001. Entonces, siendo árbitro nacional, asistí a la Copa Telefónica, en Perú. El otro fue en 2022, en mi debut en la Liga de Naciones.

–¿Recuerdas en especial algún partido?

–Son muchos, pero tengo un recuerdo muy especial de los Juegos Panamericanos Junior, en 2021, pues tuve la oportunidad de ser protagonista de un evento novedoso, y fui el encargado de pitar la final.

«También, en el Campeonato Mundial de 2022, fui segundo en el partido inaugural. Allí compartí con Stefano Cesare, quien en los Juegos Olímpicos de París 2024, fue el árbitro del partido final. Ese día marcó mi carrera deportiva, en cuanto a lo emocional».

–¿Qué opina del voleibol actual?

–Hoy es un show, cuenta con alta y variada tecnología, recursos, e interactúa mucho con el público. Esto le hace bien, porque evita las polémicas, y hace que se respire alegría en cada juego.

–¿Es más polémico ser árbitro en otros deportes?

–Todos tienen características distintas, pero las tecnologías nos han ayudado mucho. Antes, al ser un deporte de mucha apreciación, levantaba molestias.

–¿Se vio implicado en alguna polémica?

–Todos pasamos algunas. Antes el error estaba implícito, sobre todo en los toques de balón. Era difícil determinar quién hizo el último contacto. Afortunadamente, nunca tuve una situación desagradable.

–¿Tiene un equipo al que más le guste pitarle?

–No, cada partido es una historia distinta. Lo más importante es que los jugadores salgan complacidos con mi trabajo.

–¿Qué cree que le pueda faltar al voleibol cubano?

–Va por buen camino, con su mezcla de jóvenes y veteranos. Hay carencias materiales, pero la inserción en ligas foráneas permite mantener el nivel.

–¿Cómo define su profesión?

–En tres palabras: justeza, objetividad y humanismo.

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