«Ustedes serán educadores. Ustedes ostentarán el honroso título de profesores y portadores de bienestar y de salud para niños, jóvenes, adultos y ancianos. Créanme y compréndanlo, tomen conciencia de la extraordinariamente noble, beneficiosa y hermosa responsabilidad que ustedes van a tener».
Razón tenía Fidel al definir de esa manera a los egresados de las aulas de la Cultura Física, porque ellos son como los centinelas del cuerpo, los que lo preparan para que se desarrolle sano. a fin de hospedar al intelecto, que será más vívido en la misma medida que su anatomía sea capaz de soportar las intensas cargas y responsabilidades que emanan de otros saberes.
Esta semana, la Universidad del Deporte, nacida con la obra de la Revolución, celebró su graduación 49. Recibieron sus diplomas de licenciados 431 jóvenes más otros 13 que obtuvieron los de técnico superior, en una emotiva jornada que rindió sentido tributo a la rescatista Primer teniente Yoandra Suárez López, quien cayó en cumplimiento de su deber, en el derrumbe de Lamparilla y Villegas, y que hoy hubiera recibido su título universitario de esa casa de altos estudios; y a Pedro Medina Ayón, gloria deportiva del beisbol cubano e investigador y profesor del Fajardo, como se le conoce al campus del cual emergen los profesionales de las ciencias de la Cultura Física y el Deporte, recientemente fallecido.
Quienes hicieron realidad sus sueños a lo largo de todos sus años de estudios, con sacrificio y mucho amor, les cabe también el honor de ingresar en una majestuosa realidad, y es que con ellos ese recinto universitario llega a sus 102 113 graduados. Vuelve a tener razón Fidel cuando dijo que «ningún país ha hecho tanto por el deporte».
Estos muchachos y muchachas comparten su júbilo con estudiantes de Lesotho y de Laos, porque desde que nació esta Universidad la solidaridad, la amistad y la complementariedad han sido verdaderos horcones en su hacer. Primero fueron profesores del antiguo campo socialista los que vinieron a dar las clases iniciales, cuando ni siquiera era un centro de educación superior; después acogió a quienes se prepararon en instituciones de ese bloque, y vinieron a dotar a los de aquí de conocimientos, y ahora devuelve el gesto con otros jóvenes de diferentes latitudes que salen de sus aulas con sus pergaminos de licenciados.
Otra virtud de este sublime momento es que allí se les entregaron a cinco trabajadores sus títulos, en una bella y también emotiva fórmula endógena de preparar a su propio colectivo.
A quienes nos llenan de emociones en las competencias olímpicas, panamericanas y centroamericanas hoy les cupo la satisfacción de terminar sus carreras. Diez atletas que han brillado en esos escenarios fueron aplaudidos en el podio académico, entre ellos el medallista de bronce olímpico Maikel Maso, de salto de longitud; los campeones mundiales Gabriel Rosillo, de lucha, y Leyanis Pérez, de atletismo; y Noslén Díaz, el insustituible compañero de Jorge Luis Alayo en el voli de playa, quien, además fue uno de los tres alumnos más integrales, reconocimiento que recibió su mamá.
Rigoberto Peña González y Annie Fonseca Marín compartieron con el voleibolista la más alta distinción de los egresados.
Ahora, a trabajar duro en las canchas, en las áreas de cultura física, en las clases de educación física, junto a los médicos en la comunidad, en los proyectos de investigación, en los diversos programas para niños, adolescentes, jóvenes y adultos mayores que han desarrollado el perfil de este profesional que brinda salud y fortaleza a Cuba.
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