ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
José Luis Bos atesora en su casa trofeos, reconocimientos, uniformes y regalos, como cuadros de Enrique Díaz. Foto: Ricardo López Hevia

La vida le cerró algunas puertas, pero él regala oportunidades a los demás. Aunque elude la autocomplacencia, o que lo consideren un evangelio, merece el calificativo de un verdadero maestro, orfebre de grandes peloteros y hombres de bien.

A José Luis Bos Rodríguez lo rodean mil memorias en una casa-museo tan abierta al pueblo como su dueño. Lejos de encerrarse en su historia, cada día sale a regar el semillero de la Patria.

«Comencé en Plaza de la Revolución, con los entrenadores Andrés Ayón y Heberto Blanco, entre otros. Más tarde competí por mi actual territorio de Centro Habana, en el 11-12, guiado por Héctor Posada, Alberto Aguirre, Ramón Fernández y muchos más.

«A la zurda, me desempeñaba en el jardín central, la inicial y lanzaba. Intervine con la Industria Ligera, mientras Mazorra me llamaba a sus preparaciones, y a principios de los 80 del pasado siglo integré la preselección de Metropolitanos. Pero me lesioné y disminuyó mi velocidad.

«Me propusieron estudiar en la escuela Comandante Manuel Fajardo, de la que emergí profesor de Educación Física. Empecé a trabajar en la institución de enseñanza Mario Muñoz, en la cual conocí a mis primeros campeones: los beisbolistas Enrique Díaz y Carlos Emilio Rodríguez, junto al discóbolo Alexis Elizalde.

«Despunté en mi nueva labor con el título nacional en el programa A jugar, de la televisión, y en El deportista del mañana. A la par, dentro del Movimiento de Pioneros Exploradores, dirigí el Centro Provincial Volodia, en el Parque Lenin, y fui, por un periodo anual, responsable de esa área en el Palacio de Pioneros».

Luego de éxitos con nóminas del consejo popular Cayo Hueso y la categoría 15-16, asumió, en 2001, el mando de Centro Habana en la categoría de mayores, responsabilidad que alternó con la comisión del territorio. Alcanzó cinco coronas, igual cantidad de segundos lugares y seis terceros en 20 años, con momentos espectaculares.

«Maikel Hidalgo, por San Miguel del Padrón, nos dominaba durante la final de 2007 y caíamos por 2-0. En el noveno, Enrique Díaz Junior y uno de los Chirino ligaron imparables; nos hallábamos a un out de la derrota cuando Yoandry Urgellés la desapareció, en conteo de dos strikes y una bola. Al siguiente año fue el guante maravilloso de Yoasán Guillén, contra Habana del Este, el que evitó quedarnos al campo».

Conquistó una medalla de cada color en la Liga de Desarrollo, llevó las riendas de la capital a lo largo de la edición inaugural del Sub-23, y resultó segundo en la primera Copa Benito Camacho.

Cuando se decidió la salida de los Metros, albergaba esperanzas de recibir la designación al frente de ese conjunto. El sueño de incluir su nombre en los libros de las Serie Nacionales parecía perdido, hasta que el difunto Dany Valdespino lo solicitó como coach de banca en Artemisa, aunque la alegría también generó un tormento.

«Madrugaba con Javier Dreke en la terminal El Lido, para llegar por nuestros propios medios. Sin embargo, tras un aumento salarial, congelaron las plazas y no me pagaron, pese a reclamar en todas las instancias».

José Luis responde los golpes con más amor, y mantiene los proyectos Defendiendo a mi comunidad y De los Bos a los barrios, en sitios intrincados de Guanabacoa, La Lisa, el Cerro, Plaza de la Revolución, entre otros, con el fin de rescatar juegos tradicionales.

«El desinterés de algunas autoridades me ha limitado, pues me iban a otorgar un local para un taller de transformación, bajo el concepto de educar a los menores y evitar castigarlos mañana, pero en definitiva lo entregaron a una mipyme.

«Voy a recuperar las pelotas de mi barrio, pondré a topar a las escuelas y, si carecen de implementos, yo se los regalo. A mis atletas nunca les faltó un bate, pues participo en su confección. Ellos me quieren porque jamás los maltraté. Cuando se ponchaban con las bases llenas les decía: «prepárate, que en el momento clave lo vas a decidir.

«Si bien el objetivo de nuestra Serie dista de desarrollar jugadores, debemos ofrecerles otra atención, porque muchas veces contamos con cuartas, quintas figuras por los efectos de la migración».

José Luis Bos Rodríguez ha recibido cinco condecoraciones de Vanguardia Nacional, además de las máximas distinciones a un habanero y a un ciudadano de Centro Habana, La Giraldilla y El Torreón de San Lázaro. Pero ninguna lo complace como Los zapaticos de rosa, el mayor reconocimiento a un auténtico maestro.


Dajanet Quintana (estudiante de periodismo)

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