ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Con gran motivación, Leonardo Díaz Aldana persigue nuevas metas. Foto: Calixto N. Llanes

Un proyectil escapado de un arma cambió radicalmente la existencia de Leonardo Díaz Aldana. Sin embargo, le sobró la determinación para aceptar esa herida, y escribir su destino con otros disparos: los de sus manos en los estadios de atletismo.

Quizá soñaba despierto con grandes triunfos como luchador, en la soledad de aquella noche, mientras prestaba su servicio de guardia, cuando quebró el silencio el trueno de una bala, incrustada en su espalda, por la negligencia de un compañero.

Natural de Manzanillo, en Granma, se trasladó al municipio camagüeyano de Nuevitas. Junto a sus padres, Cándida y Reynaldo, descubrió los colchones gracias a la mediación de un hermano mayor con el entrenador Dionisio, quien lo captó en el estilo clásico. 

Tras el accidente, que le imposibilitó caminar, ponía fin a sus aspiraciones de gladiador. Pero la familia le brindó apoyo incondicional, «para comenzar una nueva vida y seguir adelante, porque resultaba muy difícil verme en una silla de ruedas: aparte de practicar mi deporte, me gustaba bailar casino, merengue…

«Muchos terminan sin asimilar ese golpe tan fuerte, pierden las razones para continuar peleando. Mi preparación física facilitó la rehabilitación para salir de ese bache en el que temía estancarme.

«Incursioné en paratletismo, baloncesto y pesas, y logré varias preseas. Me dediqué más al primero de ellos, sobre todo, en el área de lanzamientos, además de correr relevos para ayudar a mi provincia». 

A principios de 1997 integró la preselección cubana, pero en esa época, de menor presencia en certámenes internacionales, debió esperar para su debut en los Juegos Parapanamericanos de Mar del Plata, seis años más tarde.

«Me sentí el más afortunado, con un éxito inmenso, inolvidable. Logré los títulos en bala y disco, en este con récord del mundo de 32.76 metros y con el cupo directo hacia los Paralímpicos de Atenas-2004.

«Asistí, dueño del mejor registro del planeta, pero me despedí rápido, con tres faltas, dos contra la malla y otra por fuera del terreno válido. Desconocía que, si fallaba esos intentos, me eliminaba; fue mi experiencia más amarga».

Tras otra marca absoluta en su implemento principal en la cita continental de Río-2007, junto a un bronce en la bala, clasificó para su desquite en Beijing. Allí pasó los 40 metros y fijó su tope global y paralímpico 87 centímetros más allá. 

«Tenía rivales bien complejos de Irán, Alemania, Jamaica; pero llegué como número uno, y esa confianza me posibilitó dominar un poco más fácil la competencia.

«Mi nuevo entrenador, después de Xiomara Rivero, el discóbolo Javier Moreno, integrante de la epopeya del Cerro Pelado, introdujo modificaciones en mi rutina, y surtió efecto. En la primera ronda del Mundial, celebrado en Christchurch, Nueva Zelanda, en 2011, me volé los 42 metros y concluí con 43.10; me asombré».

Luego de victorias, con récords en los Parapanamericanos de Guadalajara-2011 y en Londres, al año siguiente, subió la parada a partir de los 45.23 metros en la Paralimpiada Nacional de Las Tunas, en 2013, y ganó las justas del orbe de Lyon, Doha y Londres, con frecuencia bianual, la última en 2017.

Sin embargo, una severa lesión en el hombro derecho lo limitó en pos de alcanzar el tercer título consecutivo bajo los cinco aros, en Río de Janeiro-2016.

«Apostamos todo a un intento, aunque me rompiera el ligamento, y tiré durísimo, por encima de 45, pero los jueces lo decretaron “foul”, pues me faltaban como tres segundos para completar el minuto de calentamiento. Adolorido del brazo y un poco fuera de paso, aseguré un bronce satisfactorio, con 43.58».

El también tercero en Tokio-2020 ha sufrido disímiles injusticias, como la incorrecta clasificación médico-funcional de oponentes, en especial el brasileño Claudiney Batista, heredero de su hegemonía. Pertenecía a la categoría f57 y lo bajaron a la inmediata inferior, aún cuando puede caminar, en contraste con sus actuales contendientes.

«Me traicionaron en Lima-2019 cuando los oficiales me quitaron la plata delante de todos, guiados por un video. En el Mundial de Kobe, el año pasado, me negaron el derecho de competir, pues la medición de la silla, con la cual llevo más de una década, les arrojaba dos milímetros más por un lado».

Leonardo Díaz mantiene una enorme motivación para agrandar su carrera, como si empezara ahora, al margen de sus decenas de podios y récords.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.