Ana Ivis Jiménez arrancó adelantada en la vida, pues fue una niña prematura. Nació el 20 de abril de 1979, en Santa Clara, y solo después de vencer muchos obstáculos, cruzó la meta de sus realizaciones, al subirse a la cumbre de los Juegos Paralímpicos.
Como consecuencia de ese abrazo temprano, sus ojos padecieron miopía y estigmatismo. Para su fortuna, la familia siempre la apoyó, y con ella enfrentó y sorteó las burlas en otros entornos, sobre todo las de los muchachos de la escuela.
«Me interesé por el atletismo en cuarto grado, cuando mi prima y una amiga asistieron a una competencia y me invitaron. Me agradó ese deporte, y ellas conversaron con su entrenador, Orlando Pérez Pérez, para incorporarme en el Complejo Deportivo Abel Santamaría.
«En sexto grado me captaron para la Escuela de Iniciación Deportiva Héctor Ruiz Pérez, en voleibol, y tras un corto periodo causé baja técnica, por mis dificultades visuales.
«Culminé la enseñanza secundaria en la esbu Capitán Roberto Rodríguez, pero continué activa, porque Orlando habló con los profesores para permitirme trabajar con él en determinados momentos de mi horario docente. Lo recuerdo con mucho cariño, como buen profesional y buena persona, me auxilió en cuanto pudo.
«Opté por el técnico medio en Agronomía, y allí al profesor Rigoberto Quiala le gustó mi desempeño en las pistas. Él solicitó la liberación de mi carrera académica para matricular en la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético Marcelo Salado Lastra».
En una sesión de entrenamiento la observaron los esposos paranadadores Bárbara García Pérez y Lázaro Brotón Santos, quienes le sugirieron el acercamiento a la Asociación Nacional del Ciego, para enfrentar a oponentes con discapacidad. Fue, y la clasificaron en la categoría médico-funcional b-3. Hasta ese instante corría los 100 y 200 metros, pero, ante la obligación de comparecer en tres eventos, comenzó a saltar largo.
Su velocidad le posibilitaba llegar a buenas distancias, pero solo dedicó tiempo a pulir aspectos técnicos de esa prueba desde su arribo al equipo Cuba, tras el Mundial de Madrid-1998, bajo la tutela de Luis Bueno. Miriam Ferrer y él la ayudaron a «aguantarse la boca», porque engordó un poco, aunque ya poseía excelentes resultados.
«La triple corona en el Campeonato Nacional de Guantánamo, en 1995, marcó el inicio de mis triunfos. Ese año intervine en la edición inaugural de los Panamericanos para Ciegos, en Argentina, y gané los tres oros, de acuerdo con los pronósticos.
«Era la favorita para los Paralímpicos de Atlanta-1996, pero no convocaron mis eventos por falta de contendientes. Me decepcioné, pero seguí adelante. Debuté en mundiales en Madrid, con dos títulos en la pista y plata en la longitud, solo relegada por una belarusa, con un margen de dos centímetros. Fui la más destacada del país, y repetí esa faena en 2001 y 2004».
También alcanzó todos sus reinados posibles en los Parapanamericanos de México, en 1999. Midió sus habilidades en un tope contra convencionales, en Inglaterra. Parecía lista para asaltar el Olimpo, pero otra vez sus pruebas quedaron excluidas del programa en Sidney.
Volvió a ganar tres preseas doradas en la justa continental para ciegos, en Carolina del Sur, en 2001, antes de encarar, quizá, su reto más grande: la contienda del orbe en París, en 2022.
«En la semifinal del hectómetro sufrí una lesión. Incluso así lideré la carrera, y entré cuarta en la discusión de medallas, agarré el último cupo para Atenas-2004. Me puse muy contenta y acudí a Grecia con grandes deseos de triunfar.
«Allí comencé con bronce y registro personal de 12.98 segundos en los cien, detrás de la rusa Olga Semenova, y la griega Anthi Karagianni. Precisamente, la derroté a ella más tarde, por el cetro del largo.
«La local implantó rápido una difícil marca de 5.29 y, luego de tres rondas, me mantenía segunda. En cada una me exigía más, y en el cuarto intento logré lo mejor de mi vida, 5.40, suficiente para asegurar la victoria. Sentí mucho orgullo y fue mi mayor alegría».
La hepatitis precipitó su despedida. Sin embargo, la también licenciada en Cultura Física, retirada de forma oficial este año, en su Santa Clara, nos dejó una enseñanza sobre cómo luchar hasta el último centímetro por nuestros sueños.
COMENTAR
Responder comentario