Al Gobierno de Estados Unidos no le basta con el bloqueo económico, comercial y financiero de más de 60 años; tampoco con las más de 240 medidas coercitivas y unilaterales que lo recrudecieron desde el anterior mandato de su actual Presidente; ni con la absurda, injusta y mentirosa inclusión de Cuba en la lista de países supuestamente patrocinadores del terrorismo.
No se conforma con acusar a los médicos de la Mayor de las Antillas de ser objetos de la trata de personas, al juzgar al Estado cubano de emplearlos como esclavos; tampoco con perseguir cada centavo de dólar de este pedazo de Caribe, con frenar cualquier transacción, con impedir que lleguen a su pueblo alimentos, combustibles y medicamentos; ni con forzar, por asfixia, la migración.
Su aberración de mostrar a Cuba como un Estado fallido, para lo cual dedica importantes fondos de los contribuyentes estadounidenses, lo ha llevado a rodearse de un ejército de odiadores, llenos de rencillas y frustraciones, de gente sin valores humanos, que es capaz de atacar a su Patria y a sus propios compatriotas.
Nada de eso le satisface; tanto es así que se cogieron el dedo con su misma puerta. Se han pasado la vida hablando, también sus aves de rapiña, de que Cuba politiza el deporte. Pero, ¿es Cuba la que niega visas a directivos o atletas estadounidenses para que participen en eventos o competiciones?
No, Cuba ha garantizado, respetado y aplaudido la probada calidad de los deportistas estadounidenses, al recibirlos hospitalariamente, y ellos han expuesto su clase, pero también su agradecimiento por el trato dispensado.
Es Estados Unidos el que se opone a que los deportistas cubanos, y hasta sus directivos, puedan realizar sus actividades como lo dispone el Comité Olímpico Internacional (COI), al exigirles a las naciones sedes asegurar, no solo la presencia, sino también las condiciones para el buen desempeño de cada uno de los participantes.
El pasado 5 de mayo, María Caridad Colón no asistió a la sesión de la Comisión Mujer en el Deporte de Panam Sports, porque no obtuvo la visa para viajar a ese país. Se trata no solo de la primera campeona olímpica de América Latina, ella es miembro del Comité Olímpico Internacional y vicepresidenta del cubano (COC).
Del 13 al 15 de este mismo mes, Roberto León Richard y Ruperto Herrera, presidente y secretario general del COC, respectivamente, debieron estar en la reunión del Comité Ejecutivo de Panam Sports, y unos días después en el Foro de Solidaridad Olímpica para los Comités Olímpicos Nacionales de las Américas. Pero no ocurrió, porque las sedes eran Miami y Puerto Rico, y nuevamente Estados Unidos se negó a recibir a Cuba.
En marzo pasado, del 23 al 30, Gainesville, en la Florida, acogió el Campeonato Mundial de Atletismo Máster Bajo Techo, y 14 competidores cubanos fueron rechazados, al no recibir sus visados. Lo mismo ocurrió, en este 2025, con el equipo masculino de baloncesto, que no llegó a Puerto Rico, para el certamen clasificatorio de la Copa América. Son solo ejemplos de este año, pero la lista es casi infinita.
¿Por qué Estados Unidos hace esto? Sencillamente porque le teme al ejemplo de un pequeño país que no se le ha subordinado, y que sí paga un precio alto por eso; pero es de los pocos que va con la cabeza en alto y con el pecho rebosante de dignidad. Estados Unidos teme a los triunfos de Cuba, en el deporte, y en cualquier esfera, por mucho que hace para impedirlo.
Como no ha podido, juega sucio. No respeta el Juego Limpio, una de las políticas que más distinguen hoy al COI, y toma esas decisiones, a las claras, políticamente motivadas.
El Comité Olímpico Cubano denunció, enérgicamente, tan enjuto proceder, y alertó «sobre el impacto de esta política en la participación plena de Cuba en un ciclo olímpico que culminará con los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Los Ángeles-2028, y solicita al Comité Olímpico Internacional, a Panam Sports y al Comité Olímpico y Paralímpico Estadounidense, su intervención para poner fin a decisiones politizadas que mancillan el derecho de Cuba a ocupar su lugar en escenarios deportivos internacionales».
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