Ni el mismísimo Harry Houdini hubiera vaticinado una buena actuación de Los Tigres del beisbol de Cuba en la III Liga Élite; mucho menos, que estarían a punto de liderar la fase clasificatoria.
Son muchos los poquitos que sumaron, en una temporada en la que unos cuantos consideraron a los felinos avileños como animadores y no como un equipo capaz de dar batalla.
Fiel a la premisa de que «conmigo juega el que más rinda», el mentor Dany Miranda supo, desde el principio, mover sus piezas y todo le ha salido a pedir de boca, al extremo de eslabonar las 24 victorias sin que haya perdido una sola subserie, (solo los duelos particulares con Santiago de Cuba e Industriales quedaron empatados a cuatro victorias).
El timonel, campeón olímpico en Atenas-2004, ha basado su filosofía en la disciplina y en la unidad, con lo cual ha creado una familia de peloteros a la que se integraron los refuerzos como si siempre hubieran estado en esa casa. Esa es la piedra angular del milagro avileño.
Por ahí pasa el primer lugar en pitcheo, con 3,56, muy por debajo de la media de la Liga que quedó por encima de cinco; fue, además, el equipo menos bateado (265 de average de los contrarios).
Se destacan desde la lomita el papel desempeñado por el espirituano Ariel Zerquera; el promedio de efectividad de Yunier Batista (1,88, el mejor de la liga, con cuatro victorias y tres juegos salvados); los cinco rescates de Yankiel Mauri, y los cuatro de Leonardo Moreira; los cuatro éxitos del joven avileño Kevin Soto, y las tres victorias sin derrotas del refuerzo camagüeyano José Ramón Rodríguez.
A la ofensiva, sobresale el rejuvenecido guantanamero Leonelkis Escalante, líder dentro del plantel en carreras producidas (56) y en dobles en la Liga (14); Robert Luis Delgado, máximo impulsor (28), en su función de quinto bate, al cubrir muy bien el turno tras de Frederich Cepeda, encantador de serpientes que ha hipnotizado a todos con su rendimiento, caballerosidad y forma de jugar al beisbol, su gran pasión.
Otro espirituano, Rodolexis Moreno, fue quien más indiscutibles conectó (52) y el que más bases estafó (15); el exindustrialista Yoasán Guillen, inmenso a la defensiva, con el añadido de haber pegado cuatro triples, récord para estas ligas.
Ronald Castillo, a mi juicio, el pelotero avileño que más avanzó de un año a otro, fue el de mejor promedio al bate (345), unido al poder de Jonathan, líder jonronero (6) del conjunto, y a la certeza de Fernando de La Paz, quien jugó los 40 desafíos de su equipo y capturó a 17 de los 27 hombres que le salieron.
A lo anterior se suma que Ciego de Ávila fue el conjunto que mayor cantidad de doble-play facturó en la Liga, con 60.
Se nota una gran química en el grupo, con apoyo mutuo como si cada juego fuera el del final de la serie, el de la discusión de un campeonato. Ciego de Ávila tiene tradición de ser un equipo competitivo, y esa mentalidad ganadora resurge en esta campaña.
Los Tigres tienen garras y pudieran aspirar al título. Regresan, cuando nadie lo imaginó, y ahora volverá a escucharse en el José Ramón Cepero, su cuartel general, la voz de sus seguidores: «Cieeego, Cieeeegoooo…».
JULIO ANTONIO MELLA
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C |
H |
E |
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GRA |
041 000 0 |
5 |
11 |
3 |
LTU |
035 802 x |
18 |
16 |
1 |
G: K. Ferráz (3-2). P: S. Benítez (4-3). |
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