Vuelve el imperio a quebrar lo dispuesto por el movimiento deportivo internacional; se repite –en su largo historial de odio– en su papel de no garantizar todas las condiciones a los participantes, al ser sede de una competición. Estados Unidos, una vez más, porque le da la gana y porque las autoridades deportivas mundiales lo contemplan y lo admiten, impide que una delegación cubana compita en su territorio.
Entre el 23 y 30 de marzo, una comitiva de la Mayor de las Antillas debió intervenir en el Campeonato Mundial de Atletismo Máster Bajo Techo, en la localidad estadounidense de Gainesville, en el estado de la Florida, como lo hicieron más de 3 000 deportistas de 99 naciones. Sin embargo, la Federación Cubana de Atletismo informó que, del grupo de 16 atletas, solo dos, los que viven en Estados Unidos, pudieron inscribirse.
Aseguró que, desde el 27 de enero, comenzaron con la confección de los pasaportes y con el proceso relacionado con las aplicaciones establecidas para la presentación de los trámites en la Embajada estadounidense en La Habana.
De acuerdo con una denuncia de la fca, el pasado 25 de febrero la sede diplomática convocó a las entrevistas y denegó las visas a cuatro de los aspirantes, y en el colmo de la desfachatez, «el 31 de marzo, cuando ya había concluido el evento, fuimos notificados de que la Embajada de Estados Unidos devolvió los restantes pasaportes, igualmente con negativas de visados», afirmó un comunicado de la entidad atlética del archipiélago.
La fca tiene razón al expresar que el inadmisible proceder atenta contra las esencias del deporte y expresa un tratamiento discriminatorio, ajeno al deber de los países que acogen certámenes internacionales.
El Gobierno de Estados Unidos vuelve a desoír los sagrados conceptos fundacionales del movimiento olímpico, recogidos en su Carta, y en un bello poema de su restaurador en la Era Moderna, el Barón Pierre de Coubertin, titulado Oda al Deporte.
«¡Oh Deporte, tú eres la paz! Estableces relaciones amistosas entre los pueblos, acercándolos en el culto de la fuerza controlada, organizada y dueña de sí misma. A través de ti, la juventud del mundo aprende a respetarse y, de este modo, la diversidad de las virtudes nacionales se convierte en fuente de una emulación generosa y pacífica».
Pero ese no ha sido el vocabulario de su Gobierno, aunque los hijos e hijas de ese país le han aportado grandes glorias a la historia olímpica. Su enfermiza, anárquica y, por demás, asesina política contra Cuba, no conoce de tan excelso lirismo.
Ya en febrero pasado, la misma administración le había negado a esta pequeña isla caribeña la posibilidad de aspirar a incluirse en la Copa América de Baloncesto, al impedirle que su equipo jugará en Puerto Rico, en la justa clasificatoria.
El movimiento deportivo mundial y el Comité Olímpico Internacional están signados, por sus fundamentos y postulados, a tomar posición firme en el asunto, para que su Carta Olímpica no continué pisoteada.
Estados Unidos ha llevado su política hacia Cuba a los escenarios deportivos, mediante un bando de medidas de su actual Presidente, que engrosan las 243 con las cuales se despidió de su primer mandato. Así como dispuso de restricción y suspensión de visas a personas vinculadas a programas de cooperación internacional de Cuba, en particular programas vinculados a la Salud, ha hecho lo mismo al decretar la suspensión de otorgamientos de visas para intercambios culturales, deportivos, académicos, científicos, etc.
Contra Cuba, esos gobiernos lo han probado todo, pero han visto cómo la caribeña, lejos de achicarse, va de victoria en victoria.
Si el eminente sicoanalista francés Jacques Lacan definió la histeria como la función de un deseo en calidad de insatisfecho, y la obsesión la etiquetó por el ejercicio de un deseo imposible, estaba retratando, sin proponérselo, los fracasos de Estados Unidos ante los triunfos y el prestigio de Cuba.
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Javier Gómez Gutiérrez dijo:
1
8 de abril de 2025
11:42:01
Roberto dijo:
2
24 de mayo de 2025
10:55:03
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