Jugaba en la tercera base y las atrapaba todas, con solo 14 años; pero antes, con menos de cinco, su papá lo llevó al terrenito Máximo Gómez, para que el beisbol lo flechara en una fidelísima historia de amor.
Esa unión ya tiene 40 años, a solo diez de sus bodas de oro, porque la pelota es la eterna novia de Frederich Cepeda Cruz.
Pablo Francisco es el centinela y orfebre de una de las obras beisboleras más eximias de Cuba, la de su hijo. Fue su entrenador hasta que, a los 11 años, ingresó a la eide espirituana, punto de partida de una galáctica travesía.
Cuando se estrenó, en 1997, en la platea de las temporadas cubanas, ya le había enseñado al futuro, en las categorías infantiles, lo que era capaz de hacer.
Las series nacionales lo encontraron campeón mundial juvenil y panamericano, y con un recorrido internacional que empezó en la Feria Mundial Infantil de beisbol, en Japón, en 1992, y que pasó por el Continental para menores de 14, en Brasil. Cuando llegó a ellas, ya bateaba con solvencia a las dos manos.
A la pelota, que es su vida, a su corazón, que late en cada terreno de su isla, acaba de hacerle un homenaje. Cepeda es el hombre jit de la pelota cubana, Su Majestad. Cuatro dígitos, 2 503, se pronuncian en menos de un segundo, pero el acucioso colega Norland Rosendo, sumergido en los archivos de la exactitud de Benigno Daquinta, nos revela que entre el primero y el que lo coronó ayer como rey, pasaron 9 999 días.
Hay que jugar mucha pelota, sudar una vida bajo el abrasador sol caribeño; hay que entrenar sin descanso, entregarse sin límites, en verdadero sacerdocio, convertido en ejemplo de tenacidad, voluntad y un respeto sacrosanto por la gente que va a verlo batear, esa que también lo ha arropado como el Gallo de Cuba.
Hay que agradecer vivir en el tiempo de Cepeda, y agradecerle esta muestra de valores éticos, de disciplina y de amor por lo que se hace, con los cuales los 9 999 días se traducen en un jit cada cuatro jornadas, como promedio.
Hay que reverenciar a Pablo Francisco y a Caridad Gladys; a Damarys, madre de su hijo, Frederich Junior, porque han bateado como él, en sus largos periodos de una ausencia presente; porque en su madero y en cada swing son también recordistas.
Es un cubano de la gorra a los spikes. Nos ha dicho que su comida preferida es la criolla; lo que más detesta es la traición; sus ídolos son Lourdes Gurriel y Omar Linares, y que los lanzadores más difíciles que ha enfrentado son Pedro Luis Lazo y Daisuke Matsuzaka.
Ayer, frente al granmense César García, se erigió Rey del jit, y le vino a la mente el zurdo matancero Ariel Tápanes, a quien le dio el primero.
Partidario de que todos los peloteros cubanos, jueguen donde jueguen, defiendan la camiseta patria, deja con su récord la mejor noticia, a solo cinco días de que el próximo martes cumpla 45 años: «No he pensado en el retiro, seguiré en el terreno».
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Alberto Adrián Pérez Lorenzo dijo:
1
3 de abril de 2025
13:54:34
Juan mateo Respondió:
7 de abril de 2025
11:15:13
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