Es temprano, poco más de las siete de la mañana, y en las inmediaciones del Salón de Embajadores del hotel Habana Libre reina la calma. Hay dos pequeños muchachos caminando cerca de unas piezas de ajedrez gigantes colocadas en un costado, pero no se quiebra el silencio matutino, imperturbable.
Sin embargo, en cuestión de minutos el panorama cambia por una invasión de niños que llegan con el semblante serio, como muy concentrados. Primero son 15 o 20, luego hay más de 50, y ya pasadas las ocho de la mañana es imposible seguir la cuenta.
Una señora con pulóver azul que lleva grabado el cartel de 53 Memorial Capablanca me dice que, en total, son 160 los bisoños allí reunidos, y de golpe comienza a convocarlos a todos para entrar al Salón, donde deben ocupar sus puestos frente a los tableros de 64 casillas.

Todos estos niños son los protagonistas del torneo Buscando a Capablanca, una cita infantil que, por segunda ocasión, se desarrolla en el marco del tradicional certamen ajedrecístico, el más añejo de América.
«La idea surgió el pasado año en Varadero, donde participaron 68 niños, incluido un extranjero. A raíz de eso, exploramos las potencialidades del evento y ya en esta edición tenemos a representantes de España, Costa Rica, Panamá, México y Cuba», revela a Granma Carlos Rivero, comisionado nacional del juego ciencia, pletórico al ver a tantos muchachos reunidos.
Uno de los que más llama la atención es Lenier, un chico de diez años muy pequeño, que lleva un estuche con cinco o seis lápices para anotar todas las jugadas que realizará con sus piezas negras. Sentado de cara al tablero, los pies no le llegan al suelo, y los mueve incansablemente, inquieto, mientras observa, casi todo el tiempo, los gestos de su oponente.
«El hecho de contar con tantos niños aquí es el resultado final de lo que se está haciendo en el país, desde la base, para la masificación del ajedrez. Ha influido mucho la introducción del deporte en las escuelas como asignatura, y también los cursos de Universidad para todos», explica Rivero mientras observa los primeros movimientos de los jóvenes trebejistas.
«Creo que es un aliciente para ellos llegar hasta aquí, un premio, y como tal hemos querido premiar a los mejores por categoría y sexo tras completar siete rondas de competencia. No obstante, queremos también que, más allá de las partidas, puedan intercambiar con Maestros Internacionales y Grandes Maestros y llevarse nuevas experiencias», añade el comisionado.
En medio del diálogo, cuando no han pasado 15 minutos desde el inicio de los cotejos, María Carla, de solo ocho años, se levanta de su mesa, cabizbaja: ha sufrido la primera derrota de la lid. Frente a un rival superior, la niña no pudo seguir el ritmo, pero al salir del escenario, visiblemente triste, recibió un mensaje de su madre que deben tener presente cada uno de los muchachos que participan en el certamen.
«Vencer es importante, pero más importante es la alegría de competir, aprender e intercambiar, siempre con máximo respeto al contrario».

















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Yanet dijo:
1
14 de mayo de 2018
20:09:04
Yanet Respondió:
15 de mayo de 2018
12:01:19
Romero Guevara dijo:
2
14 de mayo de 2018
22:34:41
richard dijo:
3
15 de mayo de 2018
10:32:26
ANGEL VELAZQUEZ dijo:
4
15 de mayo de 2018
10:50:36
ale1973 dijo:
5
15 de mayo de 2018
13:18:13
Martha dijo:
6
16 de mayo de 2018
16:47:49
Yulien Delfino Pileta dijo:
7
17 de mayo de 2018
13:18:16
Gennadys Ferrer dijo:
8
27 de junio de 2018
23:35:35
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