
Llegué en una primera oportunidad al tatami del Cerro Pelado al encuentro de Idalys Ortiz. pero tenía una gestión urgente que resolver. Luego, en mi siguiente visita, no más alzó la vista, me dijo: “Ven, echa para acá, estoy lista”.
Es incuestionable que Idalys (nacida el 27 de septiembre de 1987 en Candelaria, antigua provincia de Pinar del Río y actualmente Artemisa) no solo tiene el gen del judo en la sangre, sino que también posee el de la diafanidad.
Su hoja de servicios impresiona desde que entró a la élite Mundial en la temporada del 2007, nada más y nada menos que con la corona el mismo primero de enero en el Abierto de Qingdao, China. Desde entonces atesora 77 presencias en podios de premiaciones como parte de 90 torneos, además de saldo de 8-1 en Juegos Olímpicos, panorama en el cual exhibe la tercera posición del ranking en +78 kilogramos, con 1 926 puntos, según datos reflejados en el sitio especializado www.judoinside.com y la página de la Federación Internacional.
Sin preámbulo, sentados a un costado del tatami, escuchó el hajime (voz inicial del combate) de su plática con Granma la fornida atleta de 1.73 de estatura y 102 kg (225 libras) de peso.
“Este ha sido para mí un año sentimental, por la despedida del profe Ronaldo Veitía, formador de generaciones de judocas que iniciaron el camino de prestigio por el que transitamos hoy”.
—Año intenso… ¿provechoso?
—Tuvimos la gira asiática a finales del 2015, y luego otra europea después del Grand Prix de La Habana. Pese a no hallarme en mi mejor momento de la preparación, por diversas situaciones personales, fueron provechosas para tener una visión de las posibles adversarias olímpicas, y acumular puntos para el ranking. De hecho, ha sido un proceso de todo un cuatrienio desde Londres 2012. Gracias a eso mantengo mi posición, detrás de las chinas Song Yu (3 030) y Sisi Ma (2 116). Para mantenerme resta competir bien en el Panamericano y los otros dos torneos en Europa (Azerbaiyán y Kazajstán en mayo).
—¿Recursos? ¿Adversarias de cuidado?
—Llevo muchos años compitiendo, tal vez cuando me retire podré decirlos todos con precisión. Baso mis combates en la táctica, soy bastante fuerte desde pequeña, rápida y explosiva para mi división. Mi repertorio técnico ha crecido con los años. Todas las atletas a este nivel son preocupantes. Tengo que destacar a la rusa —fallecida en el 2013— Elena Ivaschenko (idéntico balance ante ella de 2-2), alta, zurda, de agarre incómodo. Mi victoria más importante sobre ella fue en el segundo combate de Londres 2012. Todos piensan que la china WenTong es la oponente más fuerte, pero no la sentía con tantas condiciones ni tan compleja. Actualmente hay 12 atletas muy sólidas en la élite. Cualquiera de nosotras puede ganar o perder.
—¿Hacia dónde tienes dirigidos tus esfuerzos preparatorios?
—Los randoris (entrenamiento en parejas) con los varones es algo que hemos mantenido durante años, e incluso hemos competido con ellos. Esto nos da un potencial mayor a nuestros límites. Ahora aplicamos nuevos métodos, como parte de una continuidad con el actual colectivo. Hemos incorporado algunos ejercicios novedosos para en 14 semanas tratar de llegar óptimas a Río. Ahora me siento muy bien, en un buen momento, centrada, le presto especial interés a cada ejercicio (carrera, soga, abdominales…), y agradezco a todas las personas que han contribuido con mi evolución, especialmente a las cuatro muchachas de +78 kg que a diario en el entrenamiento técnico me alientan y comparten conmigo la preparación.
—¿Momentos?
En la vida personal siempre hay momentos tristes, más asociados con la familia. Alejados de ese plano, el más triste de mi carrera deportiva fue en el 2014, cuando hacía 11 meses venía presentando inestabilidad en el entrenamiento, y se realizó el I Grand Prix de La Habana. Aquel quinto lugar, irme sin medalla ante mi pueblo fue muy frustrante. Después me preparé y saldé la deuda con la corona mundial. Esa fue la recompensa. Felices he tenido muchos. Independientemente del oro en Londres, mi mayor regocijo fue el bronce de Beijing, medalla que marcó mi vida, me puso el nombre.
—¿Cuándo comenzó esa pasión?
—Comencé con diez años en Candelaria. En mi escuela Juan Lorente de la Rosa (rural), todos los niños hacían deportes. Yo siempre le insistí a mis padres, y a mis cuatro hermanos, todos mayores, les decía que tenía que explotar mi corpulencia. Un día salí con mi mamá y se encontró con un señor (conocido como Chamizo) que se le acercó y le comentó que si yo quería ser judoca, por mi constitución. Salté y le dije: ¡eso mismo mami! Yo realmente no sabía qué era el judo.
Al principio no competía mucho, en el municipio me ponían a veces con algún varón, pues casi no había niñas de mi peso. Luego me captaron para la EIDE de Pinar, bajo la tutela de Juan Inés López y Francisco Delgado (Pancho). Ahí fui subcampeona nacional en mi segundo 13-14, hasta que ese mismo año, antes de cumplir 15, el profe Armando Padrón me llevó al equipo nacional. Llegué un viernes, día de topes, y el profe Veitía estaba sentado en su termo y me dijo: ¿trajiste el kimono? le respondí que claro y allí mismo tuve mi primera confrontación. Luego le expresó a mi hermana Inalvis: “Recoge el caballo que la niña se queda”.
—¿Relaciones con tus coequiperas? ¿Otras pasiones?
Soy bien llevada con todas. En los últimos años ha habido muchos cambios. En las giras antes compartía habitación con Yurisleidys Lupetey, luego Yanet Bermoy (ahora está de licencia de maternidad), y con Yalennis Castillo. Donde haya un cubano compitiendo ahí está la adrenalina y el aliento. Amo al deporte y a los deportistas, siempre pongo mi corazón ahí. Después del judo no hay mucho tiempo para otras cosas. Me gusta leer, limpiar, dedicarme a mi casa y mi pareja hace 11 años (Reinier Enwish). Gracias a mi familia, siempre me apoyan, y por ellos estoy donde he llegado. La vida es compleja, nosotras las mujeres tenemos procesos complicados.
Idalys es un ser especial, conjuga fortaleza, virtuosismo, feminidad. Saldrá al tatami en busca de 400 preciados puntos que otorga para el escalafón el certamen continental de La Habana. Casi seguro sumará más victorias a su palmarés de 157 batallas airosas y 61 fracasos desde el 2006 a la fecha. Contará, como siempre, con el gen del judo en su alma.

















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