ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El meta cubano Sandy Sánchez se consolidó como el mejor portero en Veracruz. Foto: Ricardo López Hevia

La madrugada del 27 de noviembre, después de una larga jornada de trabajo, no me deparaba ningún hecho significativo. Al menos eso pensaba hasta que, pasada la medianoche, sentí el alboroto bien cerca de mi casa. Gri­taban “¡goooool!” a puro pulmón. Entonces re­cordé.

Hacía poco más de una hora, en Veracruz, la selección cubana de fútbol disputaba las semifinales de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, nada menos que contra México, rival de consumada tradición y anfitrión en el duelo de marras.

En el inicio del choque se vio un once antillano incisivo, sin miedos, sin prejuicios, dispuesto a poner patas arriba el estadio Luis “Pirata” Fuentes y encender todas las alarmas en suelo azteca. Ya en los segundos 45 minutos tuve que emprender el viaje a casa y confieso que guardaba esperanzas, vagas esperanzas, mas no pensaba que pondrían en vilo a toda una na­ción en plena madrugada.

Pero justo eso ocurrió en múltiples rincones del archipiélago con el gol por habilidades propias del mago Yordan Santa Cruz, o con la fenomenal atajada a un penal del arquero Sandy Sánchez, karateca, pelotero y corredor en su otra vida. Lástima los 130 segundos finales del tiempo extra. Con el pase a la discusión del cetro en el bolsillo, una falta y una genialidad torcieron el destino y provocaron un cambio de planes rumbo a la lotería más impredecible del balompié: los penales.

Entonces hubo vértigo, nervios, pero también precisión en los golpeos de Adrián Diz Pe, lateral de fina definición; Maykel Reyes, delantero con instinto asesino; Sandy, portero, karateca…  y cobrador de penales; Santa Cruz, to­docampista y goleador; y los menos mediáticos Enmanuel Labrada y Brian Rosales, cuya labor en la última línea no les impidió cobrar con sobriedad.

Incluso Yolexis Collado, el último en lanzar, no se puede decir que erró su disparo, porque ya había engañado al portero mexicano Manuel Lajud, quien le sacó el gol in extremis con las piernas. Pero en el deporte siempre alguien debe hincar la rodilla, es un principio básico, como también lo es levantarse, y tanto Collado como el resto del plantel supieron hacerlo en la definición del bronce, contundente cátedra frente a Honduras.


TIQUI TACA A LA CUBANA
Tal vez no tenían plena conciencia de que buena parte de su país se descubrió despierto pasada la medianoche sin preverlo, como me confesó el cienfueguero Santa Cruz, quien juega al fútbol por la noble motivación de que su hijo lo vea superarse en el deporte que ama.

Sin embargo, por estar lejos de su tierra los jugadores no olvidaron a los suyos: “Gracias a todos, de veras, muchas gracias a quienes se sumaron a este gran logro del fútbol cubano. Un abrazo y disfruten tanto como nosotros esta medalla”, comentó eufórico el zagüero Andy Baquero en las redes sociales.

Pero agradecidos estamos todos los que disfrutamos con el show de los “Pájaros locos” del fútbol cubano, como ya se les reconoce en algunos círculos debido a sus sui generis cortes de cabello. De conjunto desplegaron un juego vistoso, de mucha fuerza en la media, apoyados en el recorrido de los centrocampistas.

“El sacrificio de los mediocentros y los laterales es de vital importancia, ya que tenemos que defender y apoyar bastante al ataque. Hacer las dos cosas es complicado, pero nosotros lo logramos gracias a la preparación física, estábamos listos para ejecutar el plan y resistir como mínimo 90 minutos, por eso rendimos tan bien en dos prórrogas consecutivas sin tanto espacio para la recuperación”, aseguró a Granma el me­dio Dairon Pérez.

Tal desempeño cautivó a todos y pudo ser incluso mejor, pero las lesiones golpearon a elementos claves como Arichel Hernández (golpeado en el rostro por un haitiano) y Daniel Luis Sáez, quien dijo sufrir muchísimo desde el banquillo.
“Es preferible jugar, ojalá nunca me toque repetir la amarga experiencia de ver los toros desde la barrera. Pero estoy muy contento con los muchachos, quienes a pesar de las lesiones asumieron el protagonismo con mucha tranquilidad y criterio sobre la cancha”, expresó a Granma el portentoso mediocentro Daniel Luis.

¿El cuerpo técnico? “En cualquier equipo del mundo es fundamental tener entrenadores que confíen en sus jugadores, que no les tiemble la mano a la hora de poner un suplente, que hable con sus atletas como si fuese uno más del grupo, esos detalles dan mucha confianza cuando uno entra en la cancha. Nosotros tenemos la suerte de contar con hombres que, más que entrenadores, son padres”, reconoció Dairon Pérez ¿El futuro? “Sabemos que pueden manejarse en el futuro contrataciones en el extranjero, lo cual sería muy provechoso, pero también es importante no perder la dinámica colectiva, jugar como equipo, aprovechar las fechas FIFA y acumular partidos internacionales con rivales de mayor nivel para ganar en oficio”, alertó Daniel Luis Sáez.

¿Generación dorada? “Tenemos talento y que nos consideren de esa forma implica, de nuestra parte, compromiso, entrega, esfuerzo, vo­luntad, sacrificio, y además es una fuente de motivación para cada entrenamiento y partido al cual enfrentemos”, concluyó Dairon.

Cierto, no es tampoco para lanzar campanas al vuelo, porque el camino que falta por recorrer es más largo y espinoso que el visto hasta el mo­mento, pero los primeros que al parecer han interiorizado esa idea son los propios jugadores, a sabiendas de que todavía tienen un margen de mejora gigantesco, que solo materializarán con trabajo y superación en los próximos años.

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RUSO dijo:

21

6 de diciembre de 2014

15:06:52


Hola. Pienso que hay que buscar una estrategia para no perder los talentos que tenemos en el futbol. La mayoría de estos muchachos no juegan ni de regular en sus equipos provinciales, por lo tanto mucho menos jugarán en el de mayores, a no ser que la comisión emita una resolución que les permitan jugar determinados minutos por partidos, para que tengan roce con futbolistas de más fuerza física y más carretera que ellos. Arriba mi futbol, a soñar y a trabajar.