Si de definiciones se trata, hay una muy fácil de comprender: Callejas «es un proyecto cultural-editorial que manufactura libros para regalar». Pero la realidad suele ser más rica, y la iniciativa ha rebasado hace rato ese punto de partida, para defender la cultura como una hermandad –en la que todo arte genuino es bienvenido– y también como una forma de hacer y defender el país, de preocuparse por sus bellezas y sus dolores.
Adriana Rivero Martínez y Darién Peña Prada son los creadores e impulsores de un universo que también comenzó con una especie de Big Bang: un fallo eléctrico rompió el disco duro de la computadora del Joven Club donde trabajaba Darién como instructor de Computación, y así perdió la recopilación de libros y de poesía trinitaria que había logrado durante más de cinco años.
Ahora, Adriana rememora para Granma ese momento en que decidieron volver al papel impreso, y lo hace en medio de la intensa jornada que organizaron para celebrar justamente la primera década del proyecto:
«Lo que tenía en ese momento era una impresora de cinta Epson lx-300+, que hacía muchísimo ruido. Los primeros pasos fueron tratar de recuperar toda la cantidad posible de información y aprender a imprimir en formato folleto».
Pero las hojas sueltas eran difíciles de guardar, además de feas, y entonces surgió la necesidad de encuadernar: «Y ese proceso completó una aventura que no quisimos abandonar y fue creciendo violentamente como si tuviera vida propia».
Llegaron la carátula, el lomo, la página de cortesía… la idea de imprimir los poemas de Héctor Miranda, uno de los poetas insignes de Trinidad, muy querido por todos dentro de la villa; y «sin haber salido de la primerita emoción ya estábamos pensando en hacer 20 libros para regalar.
«Pero, ¿cómo íbamos a hacer libros de un autor que estaba vivo y que formaba parte de nuestro entorno sin él ni siquiera saberlo? Bueno –pensamos, siendo solo dos, y con el primer “libro” en la mano– le hacemos uno a él, y a sus amigos, y a los poetas de Trinidad… ya en este punto íbamos por 50 personas, pero vamos a hacer unos cinco o seis más, no sea que se nos quede alguien fuera que ahora mismo no recordemos...
«Cuando lo comentamos a los amigos, dijeron: “pero eso no se puede quedar ahí, ustedes tienen que hacer un proyecto, promover poesía y que todos puedan tener un libro así”. Quedó en que debíamos hacer cien ejemplares y dedicarnos a eso. Y nos lo decían con la misma ilusión que teníamos nosotros. No lo dudamos ni un minuto. Ya no había vuelta atrás».
–¿Qué vino después de la manufactura de libros?
–Desde los primeros días Callejas está exigiéndonos más. Unos libros tan sentidos no podían exponerse con la convencional presentación, porque nada de convencional tenía hasta ahora lo que estábamos haciendo: había que convertirse en un promotor cultural muy creativo. Entonces, aparejado al libro, inseparable, hubo siempre teatro, danza, trova, todo lo que pudiéramos conseguir.
«Nos dimos cuenta de que el proyecto tenía también necesidad de crear comunidad, y alimentar la poesía en Trinidad. De este deseo de socializar los libros que manufacturamos, y de traer artistas “desconocidos” a la villa, nace el espacio donde germinar estas confluencias, La Hiedra y el Jazmín, nuestro patio cultural.
–Callejas es también la historia de amor de ustedes…
–Nuestra relación de pareja es el pilar principal de Callejas, gracias a que tenemos una relación conquistada por el amor, en la que se desestiman las individualidades y los egos, y hemos podido hacer lo mismo con el trabajo. Es una práctica de años que, además, no resulta fácil de sostener. La otra mirada es que hemos tenido la oportunidad de crecer juntos, y tal vez, hace muchos años, en muchos aspectos ya no somos dos.
–¿Qué les ha dado la ciudad y qué Callejas le ha devuelto a ella y a quienes la habitan?
–Tratamos con todas nuestras fuerzas de llenar espacios que creemos imprescindibles, ya sea que estén dormidos u olvidados, para que no se pierda algo que a nuestro juicio haya que preservar. Eso nos lo enseñó la propia villa, desde sus calles hasta su gente, haciendo tradiciones con la belleza.
«Pero la vida de la humanidad nunca ha sido tan fácil, y la complicamos con dinero, tecnología y desinformación, y uno tiene que andar muy fino para no perderse en la cotidianidad moderna; así como tratar de encontrar un equilibrio en la necesidad de vivir con las reglas que nos hemos inventado como especie, sin abandonar el instinto del animal que vive en un tiempo y un contexto del cual es parte fundamental, como un todo, y como una célula.
«Es mucho lo que nos llega a través de lo que otros han creado y conservado; además de los valores físicos y obvios de la villa, hay otros debajo de la hojarasca que dejan el turismo y las postales, y ahí encontramos buena poesía, canción, artes plásticas, manualidades, mucha hospitalidad...
–¿Qué habrá en lo adelante?
–El futuro es trabajar, si mejoran las condiciones lograremos más, y si no, habrá que llegar hasta donde se pueda. Mantener el ánimo y la esperanza es un objetivo espiritual muy preciso ahora mismo, y tratar de transmitirlos. Seguir imprimiendo o publicando de alguna manera…
«Pero no te confíes de Callejas, que cuando menos lo esperas tiene una propuesta nueva, y nos pone a estudiar y a correr, porque ¡la poesía lo vale todo!»
COMENTAR
Responder comentario