ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Se trata de un honroso legado que, de acuerdo con un cronómetro de la calidad, sería ganador de la medalla de oro, entre tantas otras luminarias del rock que también la merecen. Foto: tomada de Todomusica.org

A menudo, quienes disfrutamos del entorno sonoro del rock, nos dejamos llevar por encendidas discusiones en las que evaluamos a los músicos como si fueran atletas que compiten entre sí para alcanzar preseas. Sin embargo, cuando se habla de Pink Floyd, inmediatamente nos ponemos de acuerdo y coincidimos en que se trata de un fenómeno superior a la media.

Quizá se deba a que el grupo nos demostró cómo, con los instrumentos inherentes al arsenal típico del rock, este género es capaz de convertirse en uno de los decisivos afluentes de la música contemporánea, al provocar un nivel de atención similar al de los conciertos de la música clásica.

Como el dueño en la recreación de sugerentes atmósferas del rock progresivo, Pink Floyd presenta momentos de absoluta introspección, como lo es el de la obertura de la pieza Shine on you crazy diamond, en la cual el guitarrista David Gilmour nos entrega un emotivo discurso del lenguaje expresivo de la guitarra eléctrica en el rock.

A la vez, otro título, Great gig in the sky, puede que originalmente haya sido un pretexto para que las muchachas del coro demostrasen sus habilidades como solistas, pero resultó una obra cuyo solemne dramatismo la ha convertido en uno de los clásicos del grupo.

El hechizo de la música de Pink Floyd resulta tan abarcador que nos parece inexplicable cómo la pieza Wish you were here, con un fuerte acento de la música country, alcanza un encanto de himno imperecedero por la nostalgia, al mismo nivel del poderoso tema Another brick in the Wall; mientras que, para transmitir la angustia de un urgente reclamo de ayuda, en Hey you es francamente conmovedor el arreglo concebido.

Otras piezas que también son sólidos monumentos en su repertorio son Money y Time; sin embargo, Confortably Numb obtiene el mayor número de votos a su favor, debido al magnífico aporte del guitarrista Gilmour, quien desarrolla un solo que está considerado entre los mejores de la historia del rock.

Queda claro sobre el grupo que ni Syd Barrett, en su momento, ni Roger Waters, Nick Mason, Richard Wright y David Gilmour, pretendieron recrear una música rock ligera. Por tal razón, es lamentable que la crítica se haya centrado demasiado en las acérrimas disputas entre Waters y Gilmour, porque lo que vale y brilla es la obra maestra de Pink Floyd.

Se trata de un honroso legado que, de acuerdo con un cronómetro de la calidad, sería ganador de la medalla de oro, entre tantas otras luminarias del rock que también la merecen.

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