ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Carlos Ruiz de la Tejera, uno de los grandes de nuestra cultura. Foto: José Manuel Correa

Comediante, humorista, ingeniero, actor, comunicador, radialista… todo eso podría definir a uno de los hombres que la cultura cubana contempla entre los que con más fidelidad y compromiso le ofrendaron su talento; sin embargo, y sin contradecir todo aquello que sin duda fue, pienso en Carlos Ruiz de la Tejera, y se me muestra, por su probada autenticidad, como un artista inclasificable. 

Desde niña, cuando aún no podía entender la profundidad de sus palabras, lo vi actuar, y desde entonces, me cautivó para siempre. Un rostro con revuelta melena aparecía en la pantalla, y todo se paralizaba. A Carlos Ruiz de la Tejera había que prestarle atención.

Tras la carcajada, que provocaba un texto hilarante dando cuerpo a la intervención, unido a la natural ponderación del parlamento y a la espontánea, aunque bien estudiada gestualidad, el televidente tenía que reaccionar.

Que así fuera la recepción de su arte no era casual. Una persona culta y de especiales percepciones, responsable de la obra que decidía defender, se apreciaba claramente en las actuaciones. Inolvidables resultan, entre muchos otros, monólogos como La guagua, El Camello, El Cometa Halley, La jaba y El Bonsái.

A este conocedor de la historia de su país y de la región, con definida postura del lado de las causas más nobles, se le recordará siempre declamando, con la fuerza y la solemnidad que lo amerita, el poema Un padre nuestro latinoamericano, de Mario Benedetti.

Por más de 25 años, Carlos Ruiz de la Tejera se desempeñó como anfitrión de la peña Cantos de amor y vida, ubicada primero en el Museo Napoleónico de La Habana, y luego en la galería Carmen Montilla. Allí concurrían admiradores del espacio, en el que la música, la poesía, y la reflexión en pos del crecimiento espiritual convertían en provechoso disfrute cada una de las jornadas. Como martiano que fue, porque «Martí fue un profeta del mejor evento humano», llevó a esos predios el pensamiento del Héroe y divulgó en ellos sus más humanas esencias. 

Las presentaciones de quien también dejara su huella en el cine –Las doce sillas, y La muerte de un burócrata, de Tomás Gutiérrez Alea; El otro Cristóbal, de Armand Gatti; y Tránsito, de Eduardo Manet, entre otros filmes– trascendieron las fronteras de la Isla, y en las tablas foráneas, tal como le recomendaría siempre el Poeta Nacional Nicolás Guillén, fue fiel a su idiosincrasia, porque «mientras más nacional, más universal» se podía llegar a ser.

Merecedor del Premio Nacional de Televisión en 1982 y del Premio Nacional del Humor en 2006, falleció el 3 de julio de 2015, a los 82 años, hace ya una década. Su ataúd, cubierto con la bandera cubana, fue acompañado por familiares, colegas, y pueblo en general, conscientes todos de que, tal como dijera el querido actor Enrique Molina, su deceso significaba una pérdida irreparable para la cultura cubana. 

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Francisco Rivero dijo:

1

3 de julio de 2025

05:17:53


Si es cierto la permanencia de Carlos Ruiz de la Tejera como actor en el elenco del Teatro Estudio Hubert de Blanc bajo la dirección general de Raquel Revuelta, Vicente Revuelta y es justo de indicar la participación de Carlos Ruiz de la Tejera en la obra dirigida por Héctor Quintero "Esto no tiene nombre" un inolvidable divertimento entre los actores y el público. Gracias a la Sra. Madeleine Sautie por rendirle honor al amigo poeta y actor. Un saludo cordial