Después de disfrutar el fantástico espectáculo Core meu (Mi corazón), en la sala Avellaneda del Teatro Nacional, este domingo, no quedaron dudas de que la intención principal de Les Ballets de Monte-Carlo, al traerlo, en su segunda visita a Cuba era «entregar y compartir una obra que guardo muy dentro de mi corazón», tal como expresó, en rueda de prensa, el laureado coreógrafo francés, Jean Christophe Maillot, director de la compañía, bajo la presidencia de s.a.r. Carolina, princesa de Mónaco y de Hannover, quien los acompaña en esta gira.
Core meu desbordó el espacio de una energía, vitalidad y fuerza extraordinarias, y logró esa conexión mágica que previó su creador, al acercarla a esta Isla que es sinónimo de danza, cuando dijo que no era un
espectáculo para reflexionar, sino para que, a través de la música, podamos lograr una comunicación vital, una relación muy especial entre público y artista.
Creada en homenaje al célebre coreógrafo Maurice Bejart, la obra muestra esa línea personal, marcada en las producciones de Maillot: mezclar los variados lenguajes, utilizar la danza clásica en función de una comunicación netamente contemporánea, sumar las tradiciones con un sentido renovador, y ese extra de magia escénica que encandila nuestra imaginación y resulta un aspecto fundamental que nos transmite la singular compañía.
Al fin y al cabo, los seres humanos aspiramos a vivir en el tiempo que nos tocó vivir, y sacar el máximo de esa presencia. El pasado está ahí como huella, se acumula, pero hay que revitalizarlo, traerlo al presente que es también futuro para respirar en nuestra dimensión. Todo ello regala la pieza Core meu, de la que emerge como protagonista también la música original creada por Antonio Castrignano, quien junto a su banda Taranta Sounds, acompañó esta presentación.
A ella aportó una dimensión sonora muy especial que desemboca en la fuerza del baile, en la que este folclor mediterráneo marca pautas, salpicando, con mucho colorido y pasión, una danza con matices clásicos y contemporáneos que deviene un arcoíris de estilos. Pero hay mucho más. Las obras de este maestro que es Jean Christophe Maillot nos transportan a universos casi irreales, en los que confluyen como un todo: coreografía, con ese vocabulario singular, los diseños de luces de Samuel Thery (con tecnología de avanzada), añadiendo tonalidades que aportan a la riqueza visual, así como el imaginativo y funcional vestuario del conocido diseñador español Salvador Mateu Andujar, que ofrece el toque final o el «acabado» de la ensoñación.
Core meu es una coreografía de Maillot, en la que toda la compañía participa. Los 49 bailarines están todo el tiempo en la escena (una hora y diez minutos) de baile intenso, en un ritmo in crescendo, ataviados de movimientos en una atmósfera creativa, que alcanza todos los sentidos y nos envuelve de emociones que hacen latir fuerte los corazones de los danzantes, y los de todo el auditorio que no quiere que se detenga, para seguir bailando, que es sinónimo de vivir.
En la presentación, que tuvo lugar dentro del contexto de Cubadisco, Jorge Gómez, presidente del Festival Cubadisco 2025, entregó el Premio de Honor al músico italiano Antonio Castrignano, y la presidenta del Instituto Cubano de la Música, Indira Fajardo, a Les Ballets de Monte-Carlo, que recibió en la escena s.a.r. la Princesa de Mónaco y de Hannover.







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