
El beneficio de Pilar Miró al cine y la televisión de su país no puede explicarse solamente desde su contribución artística personal, sino, además, desde su quehacer como directora de Cinematografía, de 1982 a 1985; y de Radio Televisión Española, de 1986 a 1989.
En uno u otro frente, impulsó la producción cinematográfica ibérica de la etapa de entrada a la democracia, y renovó el espacio catódico peninsular, con tan nuevos como modernos enfoques, contrapuestos al conservadurismo franquista. Fue una provechosa época de Radio Televisión Española, según el criterio común.
Asimismo, resultaron los suyos a la cabeza del ente cinematográfico los años próvidos del primer Oscar al Mejor Filme Extranjero para España, mediante Volver a empezar (Jorge Luis Garci, 1982); o de lauros en festivales cinematográficos de clase A. Pilar Miró, a propósito, ganaría el Oso de Plata en Berlín por Beltenebros (1991).
La creadora madrileña, nacida el 20 de abril de 1940 –hará mañana 85 años–, cursó estudios en la Escuela Oficial de Cinematografía, en la que más tarde ejercería como profesora. Su nombre comienza a conocerse en el plano audiovisual gracias al dramatizado Una fecha señalada (1967), premio en el Festival de Televisión de Montecarlo.
Su debut en el largometraje acontece en 1975, por conducto de La petición. Tras dicho filme rodaría El crimen de Cuenca (1979), una película de amplias repercusiones en la Península.
Esa frontal crítica que, en lo particular, impugna los métodos barbáricos de interrogación y tortura a los detenidos por parte de las fuerzas del orden, pero que, vista a escala mayor, opera cual carga a profundidad contra las fuerzas dominantes más cerriles de España, no cayó bien ni en la Moncloa ni en el Palacio de la Zarzuela ni en la Guardia Civil ni en las Fuerzas Armadas.
El crimen de Cuenca, ya en plena Transición (1975–1982), fue secuestrada por casi dos años, según la terminología exacta que emplearon en una nación en la que, supuestamente, se había eliminado la censura, por Real Decreto, en diciembre de 1977.
Se revivía así, en tiempos de democracia, la época negra de la veda a Viridiana (1961) la película de Luis Buñuel ganadora de la Palma de Oro en Cannes, que la dictadura consideró «inexistente» y no pudo estrenarse en España hasta después de morir Franco.
Para marzo de 1981 levantan la prohibición de El crimen de Cuenca, sale a salas y se convierte, cual suele ocurrir en casos tales, en la película más vista por los españoles ese año.
Por el dudoso «crimen» de Pilar Miró quisieron condenarla a seis años de prisión. Estuvo en ascuas, hasta ser sobreseída la causa.
Gary Cooper que estás en los cielos (1980) es el tercer título de su filmografía, previo a Hablamos esta noche (1982) y Werther (1986). Con posterioridad a la antes citada Beltenebros –trasunto de la novela de Antonio Muñoz Molina–, aparecen El pájaro de la felicidad (1993) y El perro del hortelano (1995), con siete premios Goya.
Dicha transposición de la obra de Lope de Vega fue el penúltimo título de una carrera que cierra, a través de Tu nombre envenena mis sueños, un año antes de la muerte de Miró, el 19 de octubre de 1997, por problemas cardíacos que le afectaron desde joven.
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