Hace mucho que tengo conmigo los dos tomos de Nicolás Guillén. Obra Poética. Son dos libros de tapa gruesa y gris, que publicó en 1972 la editorial Letras Cubanas. El diseño es de Raúl Martínez; las ilustraciones, del propio Guillén; y junto a una cronología y una bibliografía, un prólogo de Ángel Augier, el más profundo conocedor del quehacer literario y de la vida del Poeta Nacional.
Había decidido estudiar literatura y Raúl, el Maestro, lo supo. Raúl formaba parte de un grupo de amigos a los que ni la ya avanzada edad consiguió enclaustrar en casa, y recorrían diversos parajes, muchas veces fuera del municipio en que vivían, para asistir a cantorías en las que brillaba la improvisación poética. Tenía muchos libros, que siempre me quedaba mirando cuando mi abuelo me pedía que le diera algún recado. Un día me dijo: «Esta es la obra de Guillén, y quiero que tú la tengas».
A Guillén lo conocía, si es que conocer significa haber leído algunos poemas suyos. Pero, a decir verdad, no lo conocía. Los textos estudiados en la enseñanza media nos mostraban a un Guillén exquisito, pero reservado –dada la selección de los textos– a un contenido casi todo político-social. Poemas como Muchacha recién crecida, la Balada de los dos abuelos, y alguna que otra pieza de Motivos de son, por solo citar algunos, eran apenas un acercamiento al descomunal poeta.
Luego la propia enseñanza, ya hacia los 90, se encargaría de visibilizar otras zonas líricas del poeta. Nuevos poemas se añadieron a los programas de estudio y libros complementarios, como las antologías Cantar al amor y Poesía para ti, ofrecían otras áreas de su creación, no ignoradas por todos, pero tampoco exploradas por la mayoría.
Suelen mencionarse, para mostrar un universo más amplio de Guillén, los poemas Digo que no soy un hombre puro y Un poema de amor, aquel del No sé. Lo ignoro. / Desconozco todo el tiempo que anduve / sin encontrarla nuevamente. ¿Tal vez un siglo? Acaso. / Acaso un poco menos: noventa y nueve años. / ¿O un mes? Pudiera ser. En cualquier forma / un tiempo enorme, enorme, enorme.
Cuesta cortar la cita y no seguir ofreciéndole al lector de estas líneas los versos que siguen, para hablar de otros también hermosísimos, como aquel poema triunfal, en que el desamor deja de doler, porque (…) Yo mismo, ya curado, / de la pasión antigua, / me pregunto cómo fue que pude amarte / tan inútil, tan vana, / tan floja que antes del año de tenerte en mis brazos / ya te estás deshaciendo como un jirón de humo; / y ya te estás borrando como un dibujo antiguo, / y ya te me despegas de la mente / como una vieja estampa. (Tu recuerdo).
Dice Guillén en El bosque enfermo: El bosque se ha enfermado. / Hay sitios donde está / la piel cuarteada, seca, dura. / ¿Lepra tal vez, o sífilis? / No; parece que no. / A lo que se ve y se sabe de otros casos, / le está naciendo una ciudad.
¿Se parecen estos versos al poeta que crees conocer? De cualquier modo, la respuesta puede hallarse en los dos tomos que publica la Biblioteca del Pueblo, con el título Nicolás Guillén. Poesía Completa. Grata, sin duda, será la sorpresa.
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Omar Medina Quintero dijo:
1
21 de febrero de 2025
09:52:26
Omar Medina Quintero dijo:
2
21 de febrero de 2025
22:03:33
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