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Recibir un premio asociado a gigantes como Carpentier y Cortázar es una invitación a la humildad, dice Martha. Foto: Cortesía de la entrevistada

La joven escritora Martha Acosta Alvarez recibió en la Feria su Premio Carpentier de Novela 2025 por la obra Todo se desvanece. No podemos dejar de preguntarle, al conversar con ella, ingeniera informática y autora de varios libros; laureada, entre otros reconocimientos, también por el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar,  sobre esa mezcla apasionada que la hace amar con toda gallardía, y por igual, las letras y las ciencias.  

«Cuando me preguntan qué tiene que ver la literatura con la ingeniería respondo que tiene mucho que ver. Casi siempre podemos encontrar un puente que enlace dos conceptos, aunque parezcan distantes. Tanto en una como en otra es importante construir algo que funcione por sí mismo a partir de palabras. Podría decirse que son procesos creativos que requieren de diseño, desarrollo, revisión, publicación... Además, se necesita pasión, disciplina, deseos de aprender y dar lo mejor de una misma. Visto así, son muy semejantes.

«Los filósofos clásicos ejercitaban las letras, las ciencias y también el cuerpo. Las sociedades contemporáneas se han encargado de dividir el conocimiento en áreas y ahora nos llega a parecer extraño este reencuentro, cuando es tan natural. Lo difícil es que algo se mantenga puro. Las cosas tienden a mezclarse. Hay muchas aristas en la vida de cada persona y ellas tributan a las demás. Definirme como escritora e ingeniera es de cierta forma acotarme, porque también soy muchas otras cosas.

«Creo que este gran collage que somos puede convivir de forma armónica en la literatura. Cualquier persona podría ser escritor, pues no se trata de reunir palabras, sino de compartir la visión propia del mundo».

–Desde la niñez, asoman al carácter los rasgos que nos definirán. ¿Cómo se dio en ti ese despertar de la vocación por la escritura?

–Tuve la suerte de crecer en un hogar con libros y con personas que me enseñaron a amar los libros y la vida. Desde muy pequeña fui testigo de los procesos literarios de mi madre y de la creatividad de mi padre, que nos inventaba historias donde mi hermano y yo éramos los protagonistas. Creo que exponerte a esas experiencias desde edades tempranas te marca de una manera poderosa. Casi todo lo bueno que hay en mí, se lo debo a mi familia, que siempre ha sido mi refugio y mi inspiración.

–¿En qué forma genérica te sientes más cómoda? ¿Cuándo el cuento? ¿Cuándo la novela? También escribes poesía. ¿En qué momento para escribir, escoges la poesía?

–Comencé escribiendo mini cuento. Con el tiempo sentí la necesidad de expresar ideas más complejas. Fui necesitando una mayor cantidad de palabras. De esta manera transité al cuento, luego al relato y a la novela. Cada género tiene su encanto especial. La poesía es otra cosa, está en todas partes, no solo en la literatura, es el telón de fondo de la vida.

–¿Cuándo llegó el primer premio? ¿Con qué emoción –además de aspirar a ganar– participas en un concurso?

–Quizás mi primer premio fue nacer. Si nos ponemos a pensar en la probabilidad estadística de que yo exista, ya me parece que soy bastante afortunada. A veces me gusta mirar la vida desde esta perspectiva. Incluso no obtener algo que se desea puede ser una ganancia. Soy una persona afortunada, he recibido muchos premios, algunos muy pequeñitos y otros más grandes, pero todos bienvenidos.

«En el ámbito literario, son de gran ayuda para facilitar la publicación y la promoción. Los veo como algo positivo que a veces hace más breve el camino entre el libro y el lector. Casi todos mis libros se han publicado gracias a premios literarios, entre ellos el primero, titulado «Pájaros azules», con el que obtuve el premio Pinos Nuevos en 2016. Sin embargo, sé que los premios no hacen que una obra o un autor sean mejores después de ser reconocidos. Son una alegría, una ayuda promocional, una oportunidad de llevar el mensaje a más personas. No son un fin sino un medio. Vale la pena alegrarse por obtener un premio, pero no envanecerse por ellos».

–Ganas ahora el Carpentier con la novela Todo se desvanece. ¿Nos adelantarías algo? ¿Qué te inspiró escribir esa novela?

–Todo se desvanece es una novela que trata sobre la violencia. El personaje protagónico es Samuel Estigarribia, un cineasta en decadencia, que no consigue dejar de pensar en su antiguo éxito ni en su exesposa. Su solitaria vida da un vuelco tras comenzar a convivir con su moralmente cuestionable padre, hecho que coincide con la desaparición de una niña de su vecindario.

–¿Merecer premios con nombres como Cortázar y Carpentier suponen para ti algún compromiso especial?

–Recibir un premio asociado a gigantes como Cortázar o Carpentier es, ante todo, una invitación a la humildad. No creo que premios con tales nombres impliquen cumplir con sus legados, porque eso sería imposible, pero sí me recuerdan la importancia de cuidar las palabras, honrar la verdad del arte y asumir la escritura como un acto de generosidad y riesgo.

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Leonela Martínez dijo:

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21 de febrero de 2025

13:49:08


Excelente entrevista, muchas felicidades a la ganadora del premio y un muy buen trabajo de la periodista Madeleine.