
Antes de la llegada de Gente de Zona, la Ciudad Deportiva parece una imagen extraída de los paraguas de Chesburgo. Desde el escenario se divisa una legión de personas que se expande desde la entrada hasta el campo. Pese a la protección de sombrillas o capas, no pueden impedir que la lluvia les humedezca el cuerpo. «Yo estoy aquí desde las 5:00 p.m. para ver a Laura y a Gente de Zona (GDZ). Me encanta el reguetón de Alexander y Randy», dice Marialides, una estudiante de cuarto año de economía, mientras enfoca el escenario con su celular a la espera del inicio del show. «Nunca pensé que un concierto como este de Gente de Zona fuera posible. Hasta hoy no había podido verlos en vivo y mucho menos a Laura», me dice con el entusiasmo y la inocencia de una niña.
No cesa el arrebato de lluvia. Son casi las 11:00 p.m. Los ánimos se enardecen. «Laura, Laura», gritan cientos de muchachas debajo de sus paraguas.

Miles de personas están en la Ciudad Deportiva desde temprano. Y soportaron la ira del cielo con la estoicidad de un ejército. «Gracias Cuba por esperarnos. La lluvia no iba a impedir este concierto. La fiesta va como sea», lanza Alexander Delgado para arrancar la liturgia caribeña junto a Randy Malcom y los músicos de la banda. El público recibe a sus ídolos del reguetón con vítores. Las personas enseñan al cielo sus celulares. Graban sus propias imágenes de este momento que ya debe estar en miles de redes sociales. «Siempre representamos a Cuba. Somos cubanos y hace tiempo queríamos hacer un concierto como este», agrega Alexander antes de dar luz verde a la maquinaria de Gente de Zona.
No es solo reguetón lo que baja del escenario levantado cerca del lugar donde tocaron hace dos años los Rolling Stones. Es una mezcla que tuvo la base en ese género, pero ha incorporado otros estilos tropicales y urbanos. Suena Bailando. Los jóvenes ponen a retozar el cuerpo. «Esta es mi banda sonora», me dice Alberto Vidal, de 27 años, y luego me enseña su teléfono con todos los discos de Gente de Zona junto a temas del Micha. Los músicos hacen énfasis en su cariño por Cuba.
Alexander anuncia la presencia entre el público del presidente Miguel Díaz- Canel y pide aplausos para el mandatario. «Quiero saludar a alguien especial, creo que es algo bien bonito y quiero que sepan que tenemos la presencia, y quiero darle las gracias por venir a compartir este momento con nosotros, y en especial con ustedes, que son el pueblo que es lo que representamos; aplauso para nuestro presidente Díaz-Canel que se encuentra aquí, gracias por estar en este momento frente al pueblo, junto al pueblo compartiendo con Gente de Zona», dice Alexander.

El músico canta con su voz grave, y también habla con las manos, con el cuerpo. A su lado, Randy sonríe y pregunta si quieren que siga la fiesta. La respuesta es un aluvión de adrenalina. «Soy vanvanero de toda la vida, pero reconozco que Gente de Zona son profesionales. No me gusta el reguetón, pero lo que hacen ellos no podía perdérmelo», dice Alfredo Martínez mientras me enseña un par de movimientos. Vestido con traje y sombrero blanco, me asegura que esta es una buena oportunidad para los cubanos. Yo miro el escenario y los rostros debajo de los paraguas. «Tienes razón», le aseguro y comienza a bailar como Pedrito Calvo sin soltarme la mano.
Gente de Zona también recuerda a Formell. Dedican palabras de admiración a Los Van Van y a su fundador. Randy Malcom sonríe mientras raja la voz para cantar como Pedrito. «Me encantan las mujeres», dice Alexander antes de que suene Traidora, el hit que grabaron con Marc Anthony. gdz es un dúo bien acoplado. Crecieron en los escenarios desde que Enrique Iglesias les dio un espaldarazo en el mercado latino.
El dúo llama a varios invitados. «A ella la queremos mucho», dicen para presentar a Diana Fuentes. «La vida me cambió», cantan los tres y varios en el público saltan poseídos. Maykel parece el verdugo de sus emociones. Es el único que no se mueve entre un grupo de adolescentes. «Lo mío no es el reguetón», me confiesa mientras en un juego de coqueteo sus amigas le rozan la espalda, y la cintura para que deje de ser «una estatua».
Zion y Lennox aparecen en el escenario. Causan un golpe de efecto. «Esto se puso caliente», me dice David cuando lo sigo para conocer al grupo con el que llegó al concierto. «Hoy ganó mi equipo y ahora me armo tremendo fiestón con Gente de Zona. No puedo pedir más», me asegura el joven abogado con su camiseta albiceleste con el nombre de Messi en la espalda. Suena Súbeme la radio y gdz y Zion y Lennox le inyectan combustible a la canción. No está Enrique Iglesias, otro de los intérpretes del tema, aunque algunos piensan que podía aparecer en cualquier momento. «Con Gente de Zona no se sabe. Ellos están pegaos y pueden traer a Cuba a quien quieran», comenta Liney, una muchacha de piel trigueña y ojos color café. Los puertorriqueños agradecen a Randy y Alexander la oportunidad de cantar en La Habana. «Hace años queríamos venir a Cuba y lo conseguimos gracias a Gente de Zona», aseguran. Los gritos de «Laura, Laura», son una ola en aumento. Se escapan de una fila de muchachas que llegaron al concierto desde la entrada de la tarde. Están empapadas. Sus cuerpos adolescentes están atravesados por ríos de agua, sudor y adrenalina.
Laura Pausini invade como un bólido el escenario. No se aguanta. Canta Se fue, y una multitud la acompaña. A mi lado, una señora de unos 70 años parecía otra adolescente. Se sabía al dedillo los temas de la extrovertida italiana. Laura cantó tres temas. Era un monumento a la espontaneidad y al agradecimiento. «Me llevo también los colores de la bandera cubana en mi corazón», dijo antes de apretujarse en un cálido abrazo con Gente de Zona. Luego, huracanada, interpretó Nadie ha dicho, el tema que grabó junto al dúo de música urbana.
La lluvia no cesa. Tampoco Gente de Zona y la fiesta de los cuerpos contra los cuerpos y los celulares levantados. Los músicos derrochan energía al ritmo de Más macarena, Quédate conmigo y Si no vuelves. Todos cantan y se mueven con el reguetón estilizado. El ritual, digno de una fotografía, es una confirmación. Aquí casi todos habían venido a escuchar a Gente de Zona y revivir en vivo los temas que son parte de la banda sonora de la ciudad. Alexander y Randy se abrazan. Los grupos de jóvenes a mi lado, a mis espaldas, hacen lo mismo. Termina el concierto y los jóvenes se marchan con el contagioso estribillo en la mente y los labios. «Y se formó la gozadera», repiten mientras se pierden por las húmedas bocacalles del Cerro profundo, a cientos de kilómetros de Alamar, donde nació Gente de Zona antes de convertirse en ese fenómeno mundial de la música cubana.
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