Muy pocos programas en la televisión cubana que rompieron los moldes establecidos para promover contenidos alejados de la habitual dinámica del medio, han permanecido en el aire durante tantos años como Cuerda Viva. El espacio cumplió 15 años y a su directora, Ana María Rabasa, se le adjudica la hazaña de divulgar propuestas musicales que desde el underground asomaban la cabeza con timidez en la televisión cubana, desde el rock, el rap, pasando por la trova y la música electrónica.
No se puede contar la historia de Cuerda Viva sin remitirse a otros espacios que en su día aparecieron como una revelación, entre ellos el recordado Cáscara de mandarina, comandado por un esforzado Juan Manuel Camacho, que definió una etapa en la escena alternativa a pesar de tener una vida demasiado efímera en los difíciles años 90.
Pero, ya lo dijimos, Cuerda Viva ha sabido permanecer y cambió la experiencia de comprender los significados de la obra de grupos tal vez incómodos para algunos o incomprendidos en el ámbito local.
Con la fundación de este programa cambió también en alguna medida la visión hacia los artistas y las bandas que no contaban con un espacio para ejercer su derecho a mostrar su obra y a expresar, en toda regla, sus notorias búsquedas, sus inquietudes y los rasgos que lo identificaban como generación. Este programa-puente, surgido en un tiempo atravesado por variables y concepciones diferentes a las que priman entre las jerarquías televisivas del presente, permitió visibilizar a grupos que carecían de voz pública y les dio la posibilidad de ver de qué eran capaces, con un discurso en su momento nada convencional, que retrató el país que late bajo sus pies.
Existen muchos ejemplos de grupos surgidos en Cuerda Viva con una propuesta transgresora aunque después, valorando sus posibilidades de triunfo, fueron cambiando su sonoridad y su proyección para conquistar la popularidad y las oportunidades que conlleva, como es el caso de Qva Libre, por solo mencionar un ejemplo. Lo importante, en este sentido, descansa en el hecho de la apertura, de las oportunidades que ofreció (y ofrece) a grupos como los mencionados o a otros que han mantenido a lo largo de estos 15 años sus principios fundacionales y, por lo tanto, permanecen en el underground local.
El programa ha variado en los últimos tiempos y acogió en su núcleo propuestas como el reguetón, la bachata y otros géneros cultivados por algunos grupos jóvenes que han querido subirse a la marea de moda, una transición que ha provocado con razón críticas hacia el programa. Pero el espacio, para ser justos, mantiene su base con bastante coherencia y sigue abrigando bandas y artistas que prácticamente no tienen otro lugar para defender su obra.
Cuerda Viva, para decirlo con todas las letras, es uno de los espacios más valiosos de la televisión cubana, aunque la fecha y la hora de su transmisión han variado hasta confundir a sus espectadores habituales y provocar que una buena parte de ellos, debido a esta transición, se bajaran de la tribuna de los seguidores habituales del programa que buscan las tendencias más novedosas del rock, la trova, el jazz o el rap en Cuba.
Ana María Rabasa y su equipo no tienen, por fortuna para los grupos invisibilizados en los medios, la intención de abandonar el programa. Este colectivo, como acaba de demostrar con las galas de celebración por sus 15 años, está dispuesto a mantener la promoción de la música nacida en el underground cubano y, por qué no, de toda la buena música de la Isla.










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Adrian Fuentes dijo:
1
17 de mayo de 2017
12:11:14
Ramón Luis dijo:
2
17 de mayo de 2017
13:32:52
Adrian Fuentes dijo:
3
18 de mayo de 2017
12:27:45
Jonas dijo:
4
24 de mayo de 2017
09:29:52
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