ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Fito Páez fue un torbellino de energía en el Karl Marx. Foto: Elizabeth Carvajal Suárez

Fito Páez no puede abandonar el escenario. Las gotas de sudor le ba­jan por el rostro como un torrente, los mús­culos se le tensionan co­mo si fue­ra un corredor de fondo en la pun­ta de la meta, los ojos miran al cielo, al pú­blico, a la distancia, como pi­diendo un momento para no desfallecer. Pe­ro Fito, por alguna extraña razón, no abandona el teatro. No se repliega. Por el contrario, como si tu­viera al­gún contrato con una fuerza de otro mundo, despliega en los finales una cantidad bestial de energía, re­mata velozmente los me­tros que lo separan del público y de­clara, de una vez, el  moti­vo que lo man­tiene vivo sobre el escenario ca­si tres ho­ras después de ha­berse he­cho due­ño de la noche. “Cu­ba es mi segunda ca­sa y le agradezco a la Isla y a Pablo Mi­lanés que me hayan acogido, que me ha­yan salvado en un momento muy ma­lo de mi vida”, repite con la voz, con las ma­nos, con cada parte de su cuerpo, para no dejar du­das de las ra­zones que lo trajeron de regreso a un país que, para Fito, es un refugio es­piritual.

El músico argentino regresó a La Habana con su banda para cerrar en el Karl Marx la gira por los 30 años del disco Giros. Un disco que nos ha permitido sobrevivir a la soledad, a las realidades espirituales más desganadas y que nos recuerda que la felicidad nace desde aba­jo, desde los círculos íntimos, desde la potente vibración de canciones que nos remiten a un tiempo en que éramos unos adolescentes salvajes en busca, por cualquier vía, de la libertad y la trascendencia espiritual. En efecto, Giros ha­ce muchos años de­jó de ser un disco para convertirse en un talismán tutelar, en una especie de pa­raíso salvaje, libre y ruidoso al que hay que regresar como se re­gresa a una madre.

Fito lo sabe. Lo sabe porque él mis­mo lanzó este disco para sobrevivir y no morir por dentro. Tenía 22 años y era parte de un ejército loco, co­mo di­rían los Sui Géneris, que se marchó de la casa para hacer rock and roll, porque era la manera de ha­cer volar por los aires la bestia negra del conservadurismo y pintar de un nue­vo color una sociedad que solo cuatro años an­tes de la publicación del albúm, había salido de la noche de la dictadura de Rafael Vi­dela.

El disco también inició su relación con Cuba cuando lo presentó en el festival de Varadero en 1987. De ahí en adelante se hizo habitual en los escenarios cu­banos y sus canciones, a medida que pa­saba el tiempo, pa­saron de generación en generación.

Las canciones de Giros van llegando una tras otra. El público canta cada tema con una sensación de co­mu­nión, de pertenencia, que el rosarino agradece entregándose a fondo, to­cando la guitarra, el piano y apelando a la maquinaria in­falible de la banda que lo acompaña. El músico prometió un concierto espectacular y, a me­dida que pasaba la noche, el público tomó conciencia de que iba en serio, de que Fito se estaba convirtiendo en una fuerza tremenda que obligaría a en­tender hasta el menos versado en la ma­teria lo que significa el verdadero rock argentino, lo que significa la me­jor celebración del rock cuando se hace sin artificios, cuando representa a una cultura y a un músico que pasó por todo y logró permanecer en el tiempo.

Giros suena impecable. Como si se acabara de grabar. Fito es un torbellino de energía sobre el escenario. Parece que Charly García le habla al oído o Spinetta desde el cielo rockero le dicta las proclamas esenciales del rock and roll. Suenan los clásicos y Fito ya no es Fito. O mejor dicho, se transforma en el chico de 22 años que se había prendido fuego en la cabeza para revolucionar la escena musical argentina mientras reñía con la an­gustia y la soledad en una pelea a muerte. Suenan Giros, Taqui­car­dia, Cable a tierra, 11 y 6 y re­sulta evidente que a sus seguidores se le agolpan en el pecho una gran cantidad de emo­ciones, vivencias y anécdotas, que qui­zá pensaban que habían muer­to en el olvido. Pero no. Ahí estaba Fito para recordarnos que si­gue siendo difícil estar vivo pe­ro no queda otra que pasar la prueba. Al­gunos recuerdan cuando lo vieron por primera vez; otros, más jóvenes, simplemente re­piten los te­mas sabiendo que ayudan a re­cu­perar algunas de las cosas que he­mos ido perdiendo por el camino.

Pablo Milanés escucha desde la tranquilidad de una esquina del es­cenario las frases de cariño y res­pe­to que le muestra Fito. Lo hace has­ta que su amigo de los años lo in­vita al centro para compartir Yo ven­go a ofre­cer mi corazón. Pablo, con su voz impecable, lo acompaña evidenciando que ese es uno de los mo­men­tos grandes de la noche. El ar­gen­tino también llama a otros mú­sicos cubanos a los que les dedica profusos elogios. Canta con Car­los Va­rela Parte del aire, Diana Fuentes lo secunda en el Amor después del amory presenta a José Luis Cortés como un genio an­tes de invitarlo a to­car la flauta en Un vestido y un amor.  Fito no solo in­terpretó los te­mas de su segundo ál­bum. Con el potente sonido de su banda detrás, que no se escuchaba en vivo en Cuba hace más de 20 años, incluyó otros him­nos que retumbaron con la mis­ma fuerza del primer día.

Mariposa tecknicolor, Tumbas de la gloria, Naturaleza sangre, Ciu­­­dad de pobres corazones, fueron otros de los momentos de emotividad absoluta del encuentro entre un mú­sico que agradecía al auditorio sin artificios y un público que cal­mó la sed de volver a escuchar estas canciones que lo han acompañado du­ran­te tanto tiempo. Canciones que también re­cordaron su pertenencia a los movimientos culturales más trascendentes de Arge­n­tina cuan­do Fito lan­zó a todo volumen la histórica frase de “La­ti­noa­mé­rica unida ja­más será vencida”, sa­bien­do que ese grito nació también des­de abajo, des­de la calle, desde el des­­garramiento de cientos de personas y mú­sicos que sabían, co­mo el Fi­to de 22 años, que el rock and roll pue­de cambiar la vida. Una certeza que todavía hoy suena como una gran sentencia de ley, sobre todo cuando la defiende so­bre el escenario un mú­sico que después de 30 años si­gue girando en es­ta­do de gracia.

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Maggie dijo:

1

22 de junio de 2016

00:53:49


Espectacular tu crónica como el concierto.

Dr. José Luis Aparicio Suárez dijo:

2

22 de junio de 2016

05:54:25


Enhorabuena la música de uno de los grandes. Supe que mi hijo mayor y su novia, como los muchos que colmaron el teatro de La Habana, disfrutaron de este memorable concierto de Fito. Los acordes de la buena música tienen no pocos beneficios a la salud emocional y física; provocan una gran variedad de actividades y estímulos cerebrales que accionan una compleja cantidad de reacciones, las cuales influyen directamente en aspectos importantes de la vida como el estado de ánimo, controlan el estrés, reducen la sensación de fatiga y la ansiedad, etc. Si además de ser sonidos estimulantes, son de tu agrado, el cerebro manda de manera inmediata sensaciones de placer y bienestar por medio de la segregación de algunas sustancias, como la dopamina, que causa placer y satisfacción, e incita a las personas a alcanzar los objetivos, y las endorfinas, que generan bienestar. Se ha demostrado el buen humor de las personas que inician su día escuchando música. El impacto de escuchar una buena canción es mayor al que se piensa, ya que, además de los beneficios anímicos que ocasiona, también contribuye en el aspecto físico y social. Algunos de los beneficios más interesantes son: Ayuda a acelerar la cicatrización de las personas que tuvieron una intervención quirúrgica; el cerebro se sensibiliza con la música estructurada como la clásica; la música es como un gimnasio para el cerebro, ya que aumenta la comunicación neuronal, la elasticidad y la plasticidad del órgano; para dormir o relajar, es una buena herramienta escuchar sonidos clásicos o de la naturaleza. El cerebro puede detalladamente escuchar ondas musicales y hacer cualquier otra actividad, sin complicaciones. Escuchar melodías suaves y a buen volumen disminuye la presión arterial y las respuestas de miedo.

Jorge_GA dijo:

3

22 de junio de 2016

08:16:28


Cuanta envidia y nostalgia me da esa presentación de Foto en La Habana, estando fuera de la Isla lo siento mas aun, la crónica me transporto a esos años después de ese gran boom que significó Giros para mi generación, aun escucho y tarareo sus temas cuando siento que lo necesito, no se cual o cuales temas tengan esta generación con alto por ciento reguetonera que lea sirva sentir como hago yo a mis 50 orgulloso de tener un Fito y sus canciones, que entraron en mi para jamas desaparecer..Gracias Fito por darle esa alegría, y paz a todos los asistentes al concierto.

Michel Hernandez dijo:

4

22 de junio de 2016

10:08:03


Saludos Dr Jose Luis. Tendrá algún correo para localizarlo? Me interesa conversar con usted sobre los temas que aborda en su comentario. Gracias

Jorge Lino Santiesteban Toca dijo:

5

22 de junio de 2016

12:02:53


Fito y su música, de lo mejor de todos los tiempos.

Sancho dijo:

6

22 de junio de 2016

14:14:45


Muchas gracias periodista por su crónica, solo decir que disfruté mucho el concierto. Espero poder grabar la edición que haga la TV

Yami dijo:

7

23 de junio de 2016

10:08:07


Excelente artículo... El mismo día lunes en la tarde le dije a alguien que no me interesaba el concierto porque creía que me había saturado de Fito en mi juventud, pero Michel, con esta crónica me has dejado con tremendas ganas de haber ido, Fito es como volver a sentir la fuerza de mi adolescencia irreverente. Espero se repita para rectificar mi error.

Moro8 dijo:

8

23 de junio de 2016

14:14:17


El lunes fui al concierto de Fito Páez, estuvo genial, fueron 3 horas de buena música, Fito con una vitalidad increíble, su banda tocando como dioses, y con todas esas canciones que juegan entre la metofora, la locura y la verdad, y dicen con la profundidad exacta, lo que hay que decir. Los invitados cubanos dándole un toque de lujo a cada canción. En especial me gustó mucho el acompañamiento de flauta de El Tosco en Un Vestido y Un Amor, donde el público los acompaño, y aseguro que algunos con lágrimas en los ojos. La espectacular Diana Fuentes en El Amor después del Amor, con un voz increíble, que hizo levantar al público y a los corazones de los miles de allí presentes. Y el final, donde todos tratamos de Darnos Alegría al Corazón en un coro sin fin. Fue un concierto inolvidable

María Victoria Valdés Rodda dijo:

9

23 de junio de 2016

17:15:12


Quiero enviarle un saludo afectuoso y de mucho respeto profesional al colega Michel Hernández a quien conocí cuando empezaba sus pasos en el periodismo, en Granma Internacional. Ha crecido mucho con su escritura. Yo estuve en el concierto de Fito y puedo atestiguar que lo escrito por Michel se complementa con la realidad y la supera. Gracias Michel. Gracias Granma.

Emma Calderin dijo:

10

23 de junio de 2016

19:04:10


Diafrutaba el concierto e imaginaba tus palabras, las esperaba con tanto gusto como el concierto en sí. Crónica especialmente sentida y descrita. Gracias por acompañar! Un abrazo colega Orgullosa de usted

Miguel Angel dijo:

11

26 de junio de 2016

04:29:45


Michel Hernández, lo felicito, Ud describe el concierto de una forma tan viva, elocuente, armónica, sentida, q he disfrutado del mismo como si lo hubiera visto, infelizmente no pude asistir. Confieso q cuando inició su quehacer artístico por nuestra Patria no lo comprendí bien, no se ajustaba a mis gustos, como me ocurrió con Bola de Nieve en su momento, ahora rectifico, veo el arte q deslumbra, su comunicación vibrante con el público, frenética, compulsiva, fantástica, un artista así merece el reconocimiento del respetable. Por eso la gente lo ama, lo sigue, lo mas interesante, logra aglutinar personas de todas las edades, vi adultos rememorando tiempos pasados, emocionados y bien jóvenes expresando q jamás habían participado en un espectáculo tan fantástico, eso es genial. Mis felicitaciones para el genial Fito Páez, q dios le de salud y años de vida para poder continuar desfrutando de su excelente arte. Abrazos.