
Hace tan solo dos días las páginas de este diario hablaban del maestro Guillermo Rubalcaba en presente. El artículo sobre su más reciente fonograma titulado Como en el ayer, firmado por el periodista Pedro de la Hoz, fue —sin saberlo— el último homenaje en la prensa escrita que recibió en vida el músico pues, unas horas más tarde de ese mismo lunes, falleció a los 88 años.
Pianista y director de la Charanga Típica, Rubalcaba (1927, Pinar del Río) nació en el seno de una familia de músicos y aunque dedicó la mayor parte de su vida artística a dominar instrumentos tan disímiles como el violín y el saxo, el piano fue su mejor aliado.
Su fecunda trayectoria musical comenzó en la infancia bajo la tutela de su padre Jacobo González Rubalcaba. Su historia continuó en el conservatorio Orbón y, años más tarde, pasó a formar parte de diversas orquestas. Sobre su participación en ellas, refiere el citado artículo: “Violinista quinceañero en los Ases del Ritmo, bajo la égida de su padre en la orquesta Montecarlo; pianista de planta en la CMQ, por años noche a noche en los clubes El Gato Tuerto, Maxim, la barra del St. John y el Barbaram (en su combo de este sitio estuvo nada menos que el jovencito Juan Formell); pianista de la Orquesta de Enrique Jorrín y más adelante, por invitación del maestro Odilio Urfé, a cargo del teclado en la Charanga Típica de Concierto”.
El experimentado y prestigioso músico representó a Cuba con su orquesta y luego lo hizo como pianista de la orquesta Afro Cuban All Stars en importantes festivales de Europa y Asia.
En el 2002, la VI edición de Cubadisco rindió honores a sus 75 años de vida y 40 años de fundada su Charanga Típica. Ese mismo año le fue impuesta la Medalla Alejo Carpentier por sus aportes en la creación e interpretación y promoción de la música cubana.
Su estilo improvisatorio quedó impregnado en numerosas grabaciones y son referentes hoy y, lo serán mañana como testimonio sonoro de la auténtica música cubana.
Según explica De la Hoz al principio del texto, Rubalcaba tocaba el piano “tranquilo, como si nada lo sacara de paso, a su aire”. En él se combinaban el oficio, la tradición, buen gusto y sobre todo una “cubanía que por dentro y por fuera se manifestaba lozana, esencial, sin excesos pero sin remilgos”.
Sin embargo, la última oración del artículo es la que quizá defina mejor el legado del músico: “Guillermo Rubalcaba no es del ayer. Su piano suena como si nos despertáramos mañana.”
Su cadáver fue expuesto ayer en la funeraria de Calzada y K, y posteriormente, sepultado en el Cementerio de Colón, de acuerdo con la información ofrecida por el Instituto Cubano de la Música.
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Jose V dijo:
1
9 de septiembre de 2015
11:44:56
paco dijo:
2
11 de septiembre de 2015
08:02:34
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