Sonando en Cuba (Cubavisión, domingos, 8:30 p.m.), transpira riesgo y ambición por los cuatro costados. Un año de preparación y grabaciones previas; una producción inusual para el equipo de RTV Comercial, una aventura tanto para un director que no se las había visto nunca con un programa de participación como para un cantante que tampoco se había implicado en la organización de una empresa de tal naturaleza; y las ilusiones no solo de los 16 finalistas, sino también de los 900 que soñaron con una consagración artística que coronara sus aficiones.
Luego cuentan las expectativas de los televidentes. No ya la de los pocos que por razones de edad recuerdan La Corte Suprema del Arte en sus tres etapas en la radio (1937, 1942 y 1952) y su reciclada versión televisiva de 1956 bajo el nombre de El programa de José Antonio Alonso. El poeta Guillermo Rodríguez Rivera recordó, a propósito de Sonando en Cuba, cómo, en aquellos concursos, “un adusto jurado podía hacerte sonar la implacable campana que ponía fin a tus sueños con un estruendo”.
Mucho más cercana es la memoria de Todo el mundo canta, certamen que en los ochenta propició el espaldarazo a intérpretes emergentes, algunos de los cuales se han hecho notar con posterioridad en el movimiento artístico profesional. De manera más específica, años después el programa Mi salsa abrió un capítulo para la búsqueda de nuevos soneros. La experiencia más reciente, Revelación TV, quedó en el camino de las frustradas buenas intenciones.
A estas alturas, sin embargo, un índice para nada despreciable de cubanos ha tenido acceso por múltiples vías a programas de búsqueda de talentos, reales o fabricados, insertos en la maquinaria de la industria mediática del espectáculo en otros países. La referencia más inmediata apunta a American Idol, que desde el 2002 ha venido transmitiendo en Estados Unidos la cadena Fox y que sigue el patrón de audiciones, eliminatorias y selección de triunfadores, con recompensas que incluyen contratos discográficos jugosos, aunque hábil y leoninamente manejados por las empresas responsables del programa.
En España más o menos por esas fechas se puso de moda Operación Triunfo, que transitó del primer canal de TVE a Telecinco. Las primeras temporadas hipnotizaron a la audiencia y de ellas salieron cantantes pop de muchas ventas, como David Bisbal, Rosa y Chenoa.
Todos estos programas, entre los que se incluye el más reciente concurso de Telecinco, La Voz, han sido exaltados a la mítica categoría de los reality show o telerrealidad. Refiriéndose a uno de estos, el crítico mexicano Kiko Helguera observó: “La diabólica realidad es que este concurso propugna valores detestables, destruye la verdadera esencia del aprendizaje y la enseñanza y es un insulto bochornoso para los profesionales de la música y los conservatorios. No existe, en los participantes, afán de superación personal, sino ansia de victoria sobre los demás. No hay voluntad de aprender sino apetencia de éxito. No persiguen adquirir una técnica u oficio superándose y desarrollando sus cualidades (es decir, trabajando a favor de sí mismos), sino obtener, de la forma más rápida, un reconocimiento objetivo y un estatus derrotando al contrario (es decir, luchando contra los demás)”.
Con tales antecedentes y en medio de la coexistencia pugnaz y desequilibrada de corrientes musicales y prácticas de consumo en las que lo auténtico pareciera ceder posiciones ante lo espurio, las bases conceptuales de Sonando en Cuba resultan inobjetables: la promoción actualizada de la música popular cubana, en este caso con la que se produce y se utiliza para el baile.
Esto pudiera ser una limitación —se excluye la cancionística, a pesar de la enorme y valiosa tradición trovadoresca permanentemente renovada en siglo y medio—, pero a todas luces los responsables del proyecto no quisieron abarcar demasiado y a fin de cuentas, su principal gestor, Pablo Fernández Gallo, Paulo FG, se mueve con mayor propiedad en este tipo de música que en la otra.
No es fortuita por tanto la selección de quienes apadrinan a los finalistas: José Luis Cortés, César Pupy Pedroso, Giraldo Piloto, Lázaro Valdés, Manolito Simonet, Adalberto Álvarez, Cándido Fabré y Samuel Formell. Ni del jurado que evaluó a los aspirantes, integrado por Jenny Valdés, Joel Domínguez, Ernesto R. Puente y el propio Paulo.Todos representan historias vigentes en la música popular bailable y poseen autoridad suficiente como para avalar resultados.
De los concursantes tendremos que hablar cuando avance más la competencia. De todos modos, adelanto una idea para un posible y necesario debate: hasta qué punto habría sido diferente la selección si el movimiento de aficionados, hoy día fracturado y escasamente estimulado, mantuviera la vitalidad que alguna vez exhibió.
Otro aspecto a tener en cuenta es el hecho de que Sonando en Cuba no es solo un programa competitivo de participación. En el contexto de un cambio de paradigmas en el consumo audiovisual, Rudy Mora, como director, ha debido afrontar la necesidad de lograr una visualidad atractiva y una exigente dimensión espectacular. Todavía es prematuro juzgar si lo ha logrado o no, pero al menos se divisó esa intención en las dos primeras emisiones.
En una entrevista a un medio digital, Mora admitió: “Muchas cosas se hubieran podido hacer mejor, pero el proyecto demandó un gran esfuerzo económico y de trabajo por parte de RTVC y también del reducido equipo de realización, se trabajó con mucha presión para estar listo en la programación de verano y por esa urgencia hoy siento insatisfacciones. En la ficción se ensaya y se trabaja con el actor además de rodar varias tomas y escoger la mejor, eso se sabe. Aquí la idea central fue la impronta y el montaje escénico era la pauta para ir a la caza de acontecimientos únicos e irrepetibles. Para eso hay que estar preparado y solo se sabe si se está o no, en la medida que aparecen los sucesos más cuando no existe experiencia anterior. Asumí ese riesgo y por lo tanto me adjudico las deficiencias”.
De momento estas últimas no invalidan el producto. Sonando en Cuba suena a lo largo y ancho del archipiélago, y va tomando su paso.












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habanera dijo:
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