ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La población de las montañas disfruta las actuaciones de la Guerrilla de Tea­tre­ros. Foto: cortesía de la autora

GRANMA.—Muestra de cómo la voluntad humana es capaz de vencer circunstancias adversas, en el año 1992, justo cuando el crudo Pe­riodo Especial limitó en el país, entre otras actividades,  el financiamiento de grupos culturales,  nació un proyecto sociocultural comunitario que algunos incrédulos de entonces consideraron delirante.

La loca idea de irse a actuar para los campesinos de la Sierra Maestra se tradujo en la  Guerrilla de Teatreros, que tras 23 años de trabajo ininterrumpido, ha creado una huella im­borrable en los habitantes de  la ma­yor cadena montañosa de Cuba, y merecido disímiles reconocimientos, entre ellos la distinción de Van­guar­dia Nacional, que recibieran este  ju­lio, por oncena ocasión consecutiva.

Artífice y guía de ese proyecto so­ciocultural comunitario,  René Re­yes agradece en declaraciones a este diario  el premio y evoca el nacimiento de la iniciativa.

Según explica, la percepción del teatro que tenían los serranos en aquellas jornadas era totalmente di­ferente a la actual, ya que algunos grupos profesionales habían llegado a un reducido número de comunidades, pero de forma muy esporádica y sin un propósito definido para sistematizar la cultura.

El grupo, dijo, se enfrentó a un pú­blico virgen, ajeno a cualquier técnica de apreciación dramática, en parajes muy apartados, entre ellos las denominadas zonas de silencio, don­de ni la señal de radio se escuchaba.

  Decidida a revertir esa situación, en sus inicios  la “Guerrilla” no concentró la labor en ofrecer espectáculos, sino en formar conocimientos en los montañeses, a través de charlas educativas y talleres sobre teatro, música y otras manifestaciones artísticas, declara.
Desde entonces las lomas se convirtieron también en las casas de ese puñado de artistas dispuestos a llevar la cultura a sitios de difícil acceso por su intrincada geografía.

 La Guerrilla itinerante, fraguada en las noches a la intemperie, encontró su modo de decir sobre la marcha, a través de un sentido práctico en el que combinaron talento y voluntad en función de los mejores espectáculos a cielo abierto.

Armado de perseverancia y sacrificio, instalando escenarios en pleno camino real, debajo de un árbol o en el portal de una casa, el colectivo convirtió el recelo de las familias, prácticamente  ajenas a presentaciones culturales, en una fecunda interrelación con el público.

Ahora, señala emocionado René,  los serranos esperan ansiosos a la Guerrilla de Teatreros.

Sabemos que nuestra semilla ha crecido, cuando hablamos de una formación estética, de la apreciación artística que pueden hacer los habitantes de la Sierra, agrega.

REGALO ESTIVAL

Motivada por el  cariño inmenso que le profesa el público,  cada verano la Guerrilla desanda caseríos in­trincados, perpetuando el rito del co­mienzo. Consciente de la importancia del arte para el crecimiento espiritual, en el presente mes de julio, el colectivo llevó sus atractivas propuestas a comunidades del mu­ni­cipio de Media Luna como Dos Bo­cas de Tana, Cinco Palmas, Vicana Abajo, Punto Nuevo, Las Guaná­banas y Colorado.

Lo más importante del recorrido, dijo René, fue la excelente acogida de los espectadores, quienes demandan la repetición del periplo, que constituye una bonita forma de llevar alegría a sitios de difícil acceso.

Precisó que los 35 artistas que conforman el grupo deleitaron a personas de todas las edades y gustos diversos, con espectáculos variados en los que convergieron música, teatro, cine, danza y magia.

El periplo veraniego continuará en agosto próximo por varios asentamientos del municipio de Media Luna.

NÉCTAR ESPIRITUAL EN MEDIO DEL MONTE

Aunque es inevitable que el almanaque poco a poco hará más difícil el transitar por los vericuetos del mon­te, René Reyes, quien ya acumula más de seis décadas,  todavía siente la comezón en los pies y se apresta a desandar otros rumbos.

En sus palabras afloran  entusiasmo y dedicación. Aún no ha acabado la etapa estival y ya comenta del recorrido que efectúa el colectivo entre La Demajagua, en Manzanillo, y Bayamo, por la ruta que siguió el prócer Carlos Manuel de Céspedes,  en octubre de 1868, cuando inició la primera guerra anticolonial en Cuba.

El proyecto, comenta René,  se ha extendido también a las salas, pero ello, confiesa, no significa que descuidaremos su objetivo fundacional de llevar la cultura a comunidades intrincadas al amparo de árboles silvestres o bajo las estrellas.

Entonces, continuará la “Gue­rri­lla” regalando buen arte a cielo y corazón abiertos,  y convirtiendo la cultura en un néctar espiritual para las familias campesinas.

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