ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Archivo

Celina González ha muerto y la cultura cubana nuevamente se envuelve de luto. Pero a ella, para quien la vida era la música misma, la fuerza vital del punto guajiro y un canto de alegría a Changó, la recordaremos siempre arropada por los trajes típicos de la campiña, vestida de rojo o blanco, con una flor detrás de la oreja y con sus canciones, que cobraron un valor simbólico en el patrimonio sonoro nacional y la dieron a conocer en el mundo entero.

Conocida como la reina del punto cubano, la popular cantante y compositora falleció ayer miér­co­les a los 85 años de edad, tras una larga enfermedad, según informaron a Granma fuentes oficiales del Ministerio de Cultura.

La popular artista, retirada hace años de los escenarios por su enfermedad, fue ovacionada en los mejores teatros y estadios del mundo, especialmente en Colombia, donde la reconocían como La Doña o la Diosa de Cuba. Cantó junto a Benny Moré, Barbarito Diez, Nat King Cole y Pe­dro Vargas, entre otros.

Practicante, desde muy joven, de la religión afro­cubana Regla de Osha o Santería, Celina po­pu­la­rizó el famoso canto a Santa Bárbara o ¡Qué viva Changó!, una de sus primeras composiciones. Den­­tro de su repertorio, que ella misma definió co­mo “afrocampesino”, figuraron temas co­mo El hi­jo de Eleguá, San Lázaro, A la Caridad del Co­bre, Flores para tu altar y más de 500 canciones.

Con ella la música campesina alcanzó en Cu­ba la más alta forma de expresión artística desde que a mediados de los años cuarenta del siglo pasado, conociera al guantanamero Reutilio Do­mínguez Terrero, un guitarrista espectacular y no­table, con el cual formó en 1947 el famoso dúo de Celina y Reutilio.

Junto a Reutilio se presentó en los más importantes escenarios nacionales y extranjeros. Lue­go, en 1964, el dúo se separó y Celina comenzó su ca­rrera como solista. Algunos años después (1981), formó dúo con su hijo Reutilio Domín­guez con el objetivo de rescatar parte del repertorio del antiguo dúo con Reutilio. Con él grabó en 1999 el dis­co 50 años como una reina, nominado en el 2001 al Grammy Latino.

Celina ganó, además, cuatro discos de oro por éxitos de venta en Colombia y uno en África. Me­reció, en el 2002, el Premio Nacional de Música.

La reina, catalogada como una mujer sencilla, de temperamento fuerte, amante de amigos y de la intimidad familiar, nació en Jovellanos, Matan­zas, en el seno de una humilde familia, cuya alegría lograba alejar la pobreza, según declaró en una ocasión la intérprete del famoso tema Yo soy el punto cubano.

“Desde niña viví en un guateque perenne. Éramos nueve hermanos y vivíamos en la mayor hu­mildad”, dijo.

Su infancia transcurrió entre canturías, tonadas y décimas. De ahí que, aun sin formación académica, Celina —gracias a su talento natural— llegara a convertirse en uno de los mitos de nuestra música.

Su gracia criolla, espléndida voz, y esa energía que le ponía a cada canto que entonaba hicieron de ella una artista singular, que inspiraba reverencia en cualquier escenario y que, como cubanos, nos hacía sentir inmensamente orgullosos.

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estela Castro bODE dijo:

21

8 de febrero de 2015

09:39:12


descanse en paz, la gran estrella del arte campesino cubano