De la dinámica audaz con que la Fundación Ludwig de Cuba ha encarado proyectos artísticos de vanguardia y a la vez desarrollado una práctica social participativa, tendrían que asimilar experiencias las instituciones culturales en ruta hacia el perfeccionamiento funcional.
Así lo consideró Julián González Toledo, ministro de Cultura, al felicitar a trabajadores de la Fundación, reunidos en su sede de El Vedado para conmemorar el vigésimo aniversario de esa organización no gubernamental.
A lo largo de dos décadas, la Fundación ha estimulado la creación y la reflexión en diversas manifestaciones, con énfasis en la experimentación de lenguajes y el abordaje de procesos socioculturales sumamente complejos que se reflejan en gustos, preferencias, actitudes y escalas de valores estéticos y éticos.
Si en un principio la institución dirigió su mirada hacia las artes visuales, muy pronto se involucró con la experimentación en las artes escénicas, de lo cual dio testimonio el teatrista Fernando Sáez.
Al propio tiempo la Ludwig ha tendido puentes culturales recíprocos con Europa y Estados Unidos. En este emprendimiento ha resultado decisiva la contribución solidaria de la Asociación de Amigos Norteamericanos de la Fundación Ludwig de Cuba, encabezada por Alex y Carol Rosenberg, presentes en la conmemoración.
Desde Alemania viajó Isabel Pfeiger, presidenta de la Fundación Ludwig asentada en la ciudad de Aachen. “A Peter e Irene Ludwig les hubiera colmado de alegría asistir a este acontecimiento”, expresó.
Peter Ludwig, uno de los más importantes coleccionistas de arte europeo de la segunda mitad del siglo pasado, tuvo noticias de los aires renovadores del arte cubano a raíz de la histórica exposición colectiva desplegada en Dusseldorf en 1990; un año después aceptó la invitación de Llilian Llanes para participar en la Bienal de La Habana, y apenas cuatro años después auspició la instalación de la Fundación Ludwig de Cuba.
En esa decisión pesó la admiración que sintió por la vitalidad de la cultura cubana a pesar de las difíciles circunstancias de aquellos años, la convicción de que el bloqueo impuesto a Cuba por Estados Unidos era injusto e inhumano, y el respeto hacia el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, a quien pudo conocer.
Actualmente la Fundación alemana sostiene vínculos con sus similares en Cuba y Austria, ambas autónomas, y con una veintena de museos públicos radicados en Europa y Asia.
El alma de la institución cubana desde su creación ha sido Helmo Hernández. “Es uno de nuestros más brillantes promotores e intelectuales —afirmó Abel Prieto, asesor del Presidente de los Consejos de Estado y Ministros—, a quien me permito señalarle una deuda: que escriba acerca de su experiencia”.
Helmo honró a su vez a dos personalidades de la cultura cubana que apostaron desde un inicio por el logro de la Fundación: el poeta Omar González y el doctor Armando Hart, por confiar en la utilidad de fomentar este espacio en nuestra sociedad civil orientada a llenar vacíos en la trama cultural.
La velada culminó con una descarga de jazz cubano, protagonizada por el violinista William Roblejo y el pianista Aldo López Gavilán.
COMENTAR
Eliana Cirillo dijo:
1
28 de enero de 2015
22:45:33
Arturo dijo:
2
29 de enero de 2015
02:08:33
Sergio dijo:
3
29 de enero de 2015
14:01:12
Responder comentario