¿Cómo salvar la vida de un niño en minutos?

Su historia pudo ser otra. Una más terrible de contar ante la proximidad del Día de los niños.

Cincuenta metros de profundidad y 60 centímetros de diámetro tiene el hueco que intentó robarle la vida al pequeño Luis Yunior Carralero Pablo, de 13 años de edad, salvado el pasado miércoles por profesionales del Cuerpo de bomberos y rescatistas de La Habana. 

Es imposible dejar de estremecerse ante su historia. Una caída de 50 metros en un pozo de agua vacío, mientras jugaba, no es cosa que no asuste, o que no duela. Tampoco es algo a lo que cualquiera sobreviva.

Aunque, informan a Granma desde el puesto de mando del Ministerio de Salud Pública, el estado general del niño es normal, tiene tres fracturas en una de sus piernas y un hombro dislocado. 

DECISIONES QUE SALVAN VIDAS

Las fuerzas del Comando 11 de bomberos fueron los primeros en llegar al lugar y ofrecieron las precisiones necesarias para efectuar el complejo rescate, relata el capitán Alejandro López Portuondo, Jefe de Grupo del Destacamento Nacional de Salvamento y Rescate que lideró la operación.

Las condiciones de acceso al pozo eran bastante difíciles para aplicar las técnicas de rescate usuales, comenta el capitán, así que, al visualizar el orificio, su dimensión y las características del acceso, decidieron aplicar el sistema de izaje.

«Montamos un sistema con cuerdas para introducir a nuestro técnico con todas las medidas de seguridad y así poder realizar la extracción del menor en un ambiente confinado y un servicio con características difíciles. Al técnico de rescate que íbamos a introducir le pusimos un sistema de respiración con suministro de superficie», detalla.

«El rescate se efectuó en aproximadamente 30 minutos, sin problemas, y todo el tiempo se mantuvo la comunicación con el rescatista. Incluso le hicimos llegar otros medios para que pudiera asegurar al niño», afirma.

DESDE EL FONDO DEL POZO

«El foso era bastante estrecho, profundo y con escasa visibilidad», expresa Manuel Alejandro Suárez Abrahantes, otro de los héroes de esta historia.

Manuel Alejandro es Primer Técnico de Rescate y Salvamento; y fue quien descendió por el angosto

hueco, ubicado en la finca La Nobleza del Consejo Popular Cuatro Caminos, en el municipio habanero del Cotorro.

Su misión era una: salvar la vida a Luis Yunior a través de un rescate con éxito. Pero, por la complejidad del fondo, todo resultó muy trabajoso.

«Debido a la estrechez del hueco me resultó bastante complicado realizar mis labores. El arnés de evacuación no se lo pude colocar donde iba y, como alternativa, le pasé por debajo de los brazos una cinta de anclaje, que tenemos para así poder subirlo», manifiesta.

«Sin embargo, el niño no respondía. Estaba en pánico y tuve que tratar de calmarlo», comenta sobre el estado del pequeño al hallarlo, finalmente, en el fondo del pozo, donde lo encontró con sus extremidades lesionadas.

«Yo desconocía si habría otra lesión. Incluso se desmayó en varias ocasiones», narra.

¡El niño sube vivo! gritó el capitán Alejandro al verlos casi llegar a la superficie. Una vez en la cima, el servicio del  Sistema Integral de Urgencia Médica, estabilizó los signos vitales de Luis Yunior y atendió sus lesiones.

Al bombero que bajó al pozo, de 26 años de edad, se le siente la emoción en la voz cuando aborda los sucesos del pasado miércoles porque «pude salvar una vida, y mucho más porque era la de un menor de edad».

«En seis años de experiencia en el destacamento, y aunque todos los servicios son diferentes, este ha sido uno de los que más impacto me han causado, justamente por estar en peligro un niño», señala al terminar la entrevista, aunque confiesa, pensó mucho en la familia del pequeño, que afortunadamente vivió una historia diferente que borró cualquier otro descenlace, gracias a la pericia de los miembros del Destacamento Nacional de salvamento y rescate del Ministerio del Interior.