ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Tras la prolongada cuarentena por la COVID-19, a los lagos de Venecia han regresado los cisnes, peces y delfines, debido al abrupto cese de la actividad humana depredadora en sus aguas. Foto: Venezia Pulita

Más allá de la difusión de los severos impactos de la covid-19 en cuanto a pérdidas de vidas (ya suman más de 380 000 los fallecidos en todo el orbe y sobrepasa los seis millones el número de contagiados), en la economía, el comercio, turismo, transporte aéreo y marítimo, incremento del desempleo y los precios de los alimentos, por citar solo algunos ejemplos, se han divulgado también no pocas noticias que hablan de la recuperación del medioambiente y la biodiversidad, en varios puntos del planeta.

Baste mencionar los reportes acerca de la mayor trasparencia de las aguas en Venecia, el aumento de su flujo y un mayor avistamiento de peces. Se plantea una significativa disminución de la contaminación atmosférica en importantes  ciudades, que incluso, ha sido registrada por las imágenes de satélites, mientras algunos expertos vaticinan un incremento de la biomasa en mares y ríos, asociado al notable decrecimiento de la actividad pesquera.

Para conocer de primera mano la objetividad  de tales afirmaciones y las experiencias que en materia ambiental puede sacar la humanidad de esta pandemia, Granma dialogó con el reconocido especialista Orlando Rey Santos, quien fuera director de Medio Ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) entre los años 1999 y 2013, y en la actualidad funge como asesor de ese organismo para el tema del cambio climático.

«Uno de los efectos más resaltados en los medios de comunicación es la disminución de las emisiones globales de los gases de efecto invernadero en un 17 %, sobre todo, por la reducción en el transporte y las actividades industriales, lo cual genera muchas expectativas.

«Lo cierto es que estos efectos beneficiosos ponen en evidencia algo que ya sabíamos. El núcleo del problema ambiental global está dado porque la ­intensidad en el consumo de los recursos naturales y la disposición de desechos generados por la actividad humana, exceden las capacidades de suministro y carga de la Tierra», afirmó.

No se trata, aseveró Rey Santos, de una consecuencia inevitable de la existencia humana, sino el producto de los modelos de desarrollo prevalecientes, y en particular del capitalismo, sobre todo del modelo neoliberal.

Por tanto, es un problema soluble, si bien extraordinariamente complicado, pues requiere transformaciones políticas, económicas y sociales, resaltó.

Según señaló el experto, quien ha representado a Cuba en numerosos foros internacionales, incluidas las llamadas Cumbres de Cambio Climático, es evidente que un impacto tan monumental en nuestras vidas, como sucede con la covid-19, tiene que reflejarse en el medioambiente.

«Jamás la humanidad había experimentado cambios a esa escala, con miles de millones de personas permaneciendo en sus casas, lejos de sus trabajos, ­estudios  y espacios de vida ­habituales. Por ello muchos lo llaman un “experimento social inédito”».

No obstante, recalcó, mucho de la información sobre mejoras es anecdótico y está muy lejos de proporcionar las bases para un evaluación seria de cambios en el medioambiente mundial.

«Un acercamiento más cuidadoso a los impactos de la pandemia en esta esfera nos sugiere una mayor cautela al momento de considerar, tanto los efectos actuales, como su significación real.

«Lo primero a tener en cuenta es que no todo es positivo. Por ejemplo, han disminuido las prácticas de reciclaje afectadas por la parálisis económica, en tanto se registra un aumento en la generación de  desechos, sobre todo orgánicos, en particular en muchos países exportadores de productos agrícolas, que no pueden ahora colocar la totalidad de sus producciones en el mercado doméstico.

«Un caso paradójico es el relacionado con el incremento de los desechos hospitalarios y los generados por las máscaras faciales de protección, que en muchos lugares son descartadas sin aplicar las medidas establecidas y acaban apareciendo en playas y otros ecosistemas».

También hay perjuicios en el contexto de la diplomacia vinculada a los temas ambientales. Por ejemplo, una importante reunión de los países partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre cambio climático, que debía efectuarse en noviembre de este año, ha sido pospuesta para similar fecha en 2021, aseveró.

En la medida en que la presión de la crisis económica gravita sobre millones de personas, crece la afectación a los ecosistemas naturales. Ya existen evidencias de un aumento de la tala ilegal en el Amazonas, y de las cacerías en África, indicó.

«Si crece la pobreza, como sugieren muchas predicciones, habrá repercusiones negativas en el medioambiente, pues muchas personas se verán forzadas a resolver necesidades perentorias de agua, cobijo y alimentación, aun cuando ello signifique aumentar los daños sobre el medioambiente.

«Considero que no puede hablarse de buena calidad ambiental, si se deterioran las condiciones económicas y sociales de vida a nivel global. El medioambiente no puede verse como una sucesión de ecosistemas prístinos, áreas y especies protegidas. 

«Si hay un elemento positivo a destacar en el medio natural, pero ocurre a costa del deterioro de las condiciones económicas y sociales, no puede ser considerado una verdadera mejora ambiental», puntualizó el experto.

En ausencia de los cambios globales sistémicos requeridos, es de esperar que el proceso de recuperación de la covid 19 se traduzca en un rebrote del consumismo, como sucedió en la crisis económica de 2008, tras la cual el consumo de energía se incrementó en un 6 %, acotó.

«La respuesta mundial a la pandemia demuestra que podemos, en breve tiempo, cambiar nuestro comportamiento e implementar políticas, reglas, regulaciones, prohibiciones, incentivos y esquemas de apoyo público de gran alcance en favor del medioambiente. La oportunidad de construir un futuro mejor está en nuestras manos», concluyó.

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Renato Peña dijo:

1

6 de junio de 2020

13:13:21


Muy buen reporte, saldremos de esta pandemia, pero ¿sabremos salir considerando las afectaciones ambientales, ya sea por necesidad o por mantener el modelo neoliberal? Se avecina un gran reto

cARLOS dijo:

2

6 de junio de 2020

14:32:51


Sumamente interesante y atinadas las opinionesexpresadas por el entrtevistato Orlando Rey, magnífico trabajo

Gerardo dijo:

3

6 de junio de 2020

18:11:56


Un excelente trabajo, me hizo reflexionar y comprender que si el mundo entero aunara esfuerzos para preservar la biodiversidad del planeta y el medio ambiente en general, es perfectamente posible mitigar los efectos del cambio climático inducido por el hombre, slavar miles de especies y reducir la contaminación de los mares y ríos,

Argelia dijo:

4

6 de junio de 2020

19:30:05


Muy objetivo el artículo y pone a pensar a las personas que abogan por el cuidado del medio ambiente, Orlando Rey es un profundo conocedor del tema y una autoridad internacional en la materia

Corona dijo:

5

6 de junio de 2020

20:46:27


Yo era de los que pensaba que todo había mejorado en cuanto al medio ambiente con la paralización de tantas actividades a nivel global, pero veo que no es así, me gustó mucho la entrevista

Luis Enrique dijo:

6

7 de junio de 2020

08:21:29


Excelentes los planteamientos del doctor Orlando Rey y la redacción del texto

NICASIO VÁZQUEZ dijo:

7

7 de junio de 2020

09:54:00


Desde el aislamiento de los que nos quedamos en casa, nos hemos convertido en observadores y analistas de lo acontecido en nuestro pueblo, provincia, país y en todo el mundo. Ni los abuelos de mayor edad recuerdan haber vivido momentos como estos que ya cumplen tres meses desde el inicio del covid19 y su generalización. Todo ha cambiado, mucho o poco, nada ha quedado estático como siempre lo habíamos conocido, muchas veces para mal, aunque por las experiencias adquiridas, algunas nos aportaron algún bien. Al menos nos han hecho comprender que no siempre las cosas eran como parecían en los diversos aspectos en los que se han desenvueltos nuestras vidas y las de toda la familia, los vecinos, los compatriotas, en todo el mundo. Cuando regresemos a la normalidad, nos parecerá que la vida se abre nuevamente ante nuestros pies, nos aparecerán tal vez cosas nuevas o quizás introducidas para mejorar, nuevas disposiciones que serán decretadas en beneficio de la sociedad. Para los que vivimos en pequeños pueblos, comunidades y bateyes o por que no, también en grandes ciudades, ya acostumbrados dentro de la lógica quietud, escuchar después del atardecer cosas discordantes, como a los atrevidos chóferes de cualquier tipo de vehículos, cruzar raudos en ambos sentidos de las principales vías a velocidades excesivas, muy por encima de las normas, aprovechando la ausencia de controladores del orden y de la poca circulación de personas a partir de esas horas. Motos a los que ya nadie les exige regular el ruido de los escapes (bienvenidas las motorinas); automóviles de todos los sectores urgidos de no sé qué, chirriando gomas; camiones que además de la velocidad, usan indiscriminadamente potentes claxon que parecen provenir de un tren central; tractores acelerados al máximo, convertidos en las bicicletas de sus operadores, que cruzan una y otra vez en ambos sentidos de las vías, acelerando como si estuviesen tirando de varias carretas o arando la tierra; algunos casi sin luces, todo esto para romper la quietud, el ambiente sonoro y la tranquilidad de los pobladores. Cuando regresemos a la normalidad, seguramente veremos retornar muchas cosas que se habían ausentado coyunturalmente, pero estoy seguro de que muchos también se percatarán, si acaso no lo han notado, de estas arbitrariedades y le exigirán por quienes corresponda, que estas también sean normalizadas y podamos regresar a una urbanización de convivencia acorde a una sociedad civilizada y culta como la nuestra.