ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

La sociedad y la economía digital evidencian, de vez en vez, su extraordinaria vulnerabilidad. Un apagón, una tormenta solar, la «caída» de una plataforma informática, paraliza numerosos servicios esenciales y demuestra hasta qué punto dependemos de la energía y de la interconexión digital en la vida social y personal. Esta dependencia resulta una tendencia estructural que continuará intensificándose.

La «fragilidad digital» constituye un concepto referido a los potenciales problemas, fallos o errores de los sistemas asociados a la digitalización. La han expuesto organizaciones como el Instituto Europeo de Normas de Telecomunicaciones (ETSI), creado en 1988.

Esa fragilidad debe diferenciarse de otras interpretaciones como la vulnerabilidad (palabra más apropiada en referencia a los ataques cibernéticos) o la falta de resiliencia (que es la capacidad de adaptarse y superar situaciones adversas, término muy utilizado ante el paso de huracanes).

Todo el entramado de comunicaciones, datos y servicios descansa sobre una base física indispensable: la energía eléctrica. Sin suministro eléctrico estable, todo el edificio digital se tambalea y, con él, también nuestras rutinas diarias, nuestras transacciones financieras, nuestra comunicación y nuestra seguridad.

Las escuelas, los medios de comunicación y las administraciones públicas tienen un papel clave en la educación de la ciudadanía para actuar adecuadamente ante contingencias. Simulacros periódicos, guías de actuación y sistemas de alerta deben formar parte, desde las edades más tempranas, de un enfoque integral que debería desarrollarse de manera urgente.

Porque, nos guste o no, la repetición de incidentes similares no es una posibilidad remota, sino una certeza creciente en el horizonte de la era digital. Aprender de cada crisis, fortalecer las capacidades de respuesta y diversificar las fuentes de resiliencia no es una opción: es la única vía para garantizar que la digitalización y los procesos de transformación digital sigan siendo una promesa de progreso y no un riesgo existencial.

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