En las casas de niños sin amparo familiar no falta el cuidado
Silenciosos, inmóviles. Con sus nasobucos ceñidos al rostro, y tan inmersos en la explicación que da la «telemaestra», parecen dos estatuillas colocadas en los extremos opuestos de la mesa, sobre la cual permanecen abiertos un par de libros e igual cantidad de libretas