ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Escena de RRR que evoca a otra similar, vista en el filme 10 000 A.C., realizado por el alemán Roland Emmerich en 2008. Foto: Fotograma de la Película

Dirigida y escrita en 2022 por el realizador S.S. Rajamouli, a partir de una historia de Vijayendra Prasad, la película hindú rrr supuso franco punto de inflexión para un cine nacional que nunca se había movido dentro de un rango de presupuesto tan alto y que, además, con el filme, desbordó su éxito comercial del entorno indostánico.

La cinta –estreno nacional durante el Festival de Cine Indio en Cuba– es una superproducción de 75 millones de dólares (la más cara en la historia del mayor productor fílmico mundial, con más de mil largometrajes al año, gran parte para el mercado interno), la cual tuvo una exitosa andadura comercial en su país y el planeta.

En lo anterior no solo influyó su inclusión dentro del circuito de premios de EE. UU. (Oscar a la Mejor Canción Original; Critics Choice Awards de Los Ángeles al Mejor Filme; Mejor Dirección según el Círculo de Críticos de Cine de Nueva York); sino también las alabanzas de Steven Spielberg y James Cameron a Rajamouli.

Lo anterior obedece a una razón. El deslumbramiento de ambos realizadores –emblemas del cine espectáculo– responde a que vieron en pantalla el reflejo de sus enseñanzas; pasadas, a todas luces, por el tamiz y las características ineludibles del cine hindú.

RRR es cine espectáculo, cine popular y cine de evasión de los de toda la vida, con un mismo lenguaje universal, solo que llevado al plano sumo de la hipérbole y metido dentro del molde obligatorio de lo filmado en India: melodrama, música, bailes, coreografías y sus dosis de comedia y acción. Por supuesto, aquí la acción manda.

Dotada de un ángel y de cierta inocencia que nos remontan inexorablemente a las tramas fílmicas o literarias de nuestra infancia, trabamos contacto acá con una en extremo delirante película, movida de cabo a rabo, cuán larga es (185 minutos).

Una película que, por más señas, no le teme ni a la desmesura ni a la excentricidad ni al ridículo (al contrario, se deleita con ello), ante cuyo visionado sería bueno no ser muy estrictos en reclamos que atañen a la verosimilitud, la lógica o las leyes de la física.

Todas las cinco grandes set–pieces del filme (la pelea inicial de Ram contra la multitud de manifestantes; el rescate de él y de Bheem al chiquillo a punto de ahogarse en el Ganges; el asalto al palacio del gobernador británico Scott para liberar a la niña Mali, raptada por los colonizadores europeos; el escape de Ram; el combate en el bosque) son demenciales, alucinógenas, desmadradas; pero redimidas, eso sí, por su propensión lúdica.

Que RRR nos garantice tres horas de liberación de endorfinas, disfrutando a dos emocionalmente contagiosos superhéroes indostánicos en la lucha por la liberación nacional

–capaces de hacer palidecer, en lo físico y en lo ideológico, a toda la batería de Marvel o DC. –, no entraña, tampoco, que obliteremos sus defectos.

El filme del director de Baahubali tiene la sutileza de un elefante y comete el pecado mayor (en cine) de anunciar en palabras lo que remachará –luego ya de manera innecesaria– la imagen.

Es maniqueo, abusa de la cámara lenta y sus personajes se ponen a cantar en los instantes menos indicados (dentro de la mansión de los ingleses captores, durante la búsqueda de la niña raptada, cuando deberían permanecer en silencio; o en una flagelación).

La interacción de los actores reales con los animales generados por

computación, en la set-piece del asalto al palacio, resulta infausta, sobre todo al establecerse dentro de un escenario en el cual el movimiento en los fondos resulta muy mal planificado.

Algunos personajes británicos superan la caricatura. La esposa del gobernador Scott parece sacada de la puesta teatral de fin de curso de un grupo escolar. Lo del intento de romance de Bheem con la joven europea, sin que ninguno entienda lo que dice el otro, ya entra dentro del rango de la comedia (involuntaria) monda y lironda.

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