Las series y telenovelas con trasfondo musical abordan, desde variopintas miradas, algunos aspectos inherentes a la vida y obra de estrellas musicales que, gústenos o no, han formado parte del ADN musical latino, incluso mundial, en los últimos años.
Cuando asistimos a la puesta de estos materiales podemos encontrar diversas tonalidades y formas: desde una factura audiovisual bien equilibrada hasta los mecanismos y resortes propios de los culebrones típicos de nuestro continente, en los cuales llorar a cántaros o resaltar el triunfo y posterior empoderamiento de un artista parece ser la única forma de entretener al televidente.
En casi todos los casos se subrayan situaciones muy similares; por ejemplo, el artista pobre que se hace rico gracias a su arte y a quien se presenta, inmaculado, como ejemplo social; también se le añade que sufre todo tipo de vejaciones –pero su temple y tesón lo llevan al triunfo– y otros recursos dramatúrgicos.
En nuestra televisión hemos visto series en el Canal Clave dedicadas a figuras como Selena Quintanilla, Luis Miguel, Vicente Fernández, Juan Gabriel y otros. Hay que añadir que tal como sucede en las producciones discográficas, el aspecto financiero es muy importante, ya que en dependencia de quién produzca así será la calidad en cuanto a fotografía, edición y puesta en escena.
Personalmente, me llamaron la atención algunos capítulos de la serie dedicada al cantante mexicano Vicente Fernández, asumida por la multiplataforma Netflix y de factura azteca. Cabe destacar que investigando sobre la misma supe que muchos de los actores protagónicos fueron quienes grabaron las voces para las canciones usadas en la serie, siempre en concordancia sonora con el timbre de Vicente.
Ahora bien, más allá de otros aspectos técnicos de esta o del resto, cabría preguntarse por qué un país con una historia tan importante dentro de la música regional y mundial como Cuba, no ha sido consistente en cuanto a propuestas dedicadas a las grandes figuras de nuestra música.
Pueden ser muchas las causas de la no producción de este tipo de materiales para la televisión e incluso para el cine. Existe el riesgo de hacer un producto cursi, banal o de sucumbir ante los estereotipos que tanto se distancian de nuestra cultura, la cual se ha caracterizado por un uso coherente de lo más auténtico de la literatura, de las artes plásticas, de la danza, del ballet o de la música, sin dejar lo popular a un lado.
Pero también podríamos haber ideado desde una perspectiva educativa y con una factura a la altura de nuestros niveles académicos, cómo resaltar y potenciar la vida de grandes cultores de la música cubana. Géneros nos sobran: la zarzuela, el danzón, el cha cha cha, el danzonete, el mambo, el son y más; también sus más importantes figuras, dígase Lecuona, Roig, Caturla, Bola de Nieve, Rita, Matamoros, Benny, etc.
Propuestas como LCB La otra guerra o Duaba demuestran que el tratamiento de eventos históricos nacionales, refrendados por sólidos guiones, ha dado muy buenos resultados en la teleaudiencia del país.
¿Entonces por que no abundan propuestas sobre nuestra música? Tal vez estas temáticas no hayan sido de interés para los guionistas, pero creo que podrían realizarse obras en las que convergiesen lo histórico, el entretenimiento, lo musicalmente importante y, todo ello, con una trama que atrapase. De esta forma nuestro público podría conocer más a fondo a autores e intérpretes cubanos, a la vez que entretenerse con series foráneas.










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