Como “hermanas” inseparables en el tiempo, las artes plásticas y la danza retozan juntas por la escena como un todo inseparable. Por eso, no es azar que en estos días de Festival, numerosas exposiciones de pinturas, grabados, dibujos y fotografías desanden disímiles espacios de la ciudad. Entre ellas vale la pena disfrutar la del artista español Josep Guindo, abierta en el vestíbulo de la sala Covarrubias, del teatro Nacional en la Plaza de la Revolución.
Hace un tiempo, no lejano, Guindo descubrió un nuevo amor en su vida: la fotografía. El cardiólogo que es, sintió la necesidad de atrapar el tiempo, el movimiento, la belleza, para congelarlos en un instante. Desde entonces andan juntos los tres por el mundo: Guindo, la medicina y la fotografía.
A Cuba llegó hace dos años atraído por ese imán que es el Festival Internacional de Ballet de La Habana, con un conjunto de imágenes de una obra que llena teatros desde hace décadas y décadas: El lago de los cisnes, como equipaje. Así conocimos al artista que alcanza la fotografía por intuición.
Ahora, en ocasión del 24 Festival trae recuerdos de una obra, ya emblemática en la historia danzaria cubana: Giselle, esa en la que Alicia desbordó todos sus sueños e inició una carrera indetenible que sigue aún. Con motivo de un homenaje en Sevilla a la Maestra por sus 70 años del debut en el célebre ballet, Josep Guindo volvió a captar el instante y nos lo trae para disfrutar. Dos figuras nuestras de la danza, continuadoras de la hazaña sembrada en la pequeña Isla caribeña, Anette Delgado y Dani Hernández fueron protagonistas de ese alto momento que el artista recupera con el lente para recordar. Con una retina obstinadamente fresca, pronta siempre a impresionarse, con lo que ello supone de retención y olvido, ante la sustancia de lo visto y vivido, nos convoca aquí de manera sustancial a volver a sentir los momentos, desde el silencio de fotos que son improntas, estelas que marcan los pasos de una compañía gloria de un pueblo.
Son 40 fotografías singulares, repletas de vida y acción que él atrapa en ese instante prodigioso en que el movimiento y el gesto se transforman en danza pura.
PONTUS LIDBERG DANCE EN ESCENA
Con total éxito se presentó en dos ocasiones, en la sala Covarrubias, la compañía Pontus Lidberg Dance (Estados Unidos/Suecia), dirigida por el coreógrafo, director de cine y afamado bailarín sueco Pontus Lidberg. Faune, Within labyrinth within, This was written on water y Tactile, fueron suficientes para quedar “atrapados” en las redes artísticas que lanza al espectador el destacado creador. Con ellas evidenció una manera particular de enfrentar el movimiento y traducirlo al arte, en el que esboza un saber plantear ideas mediante el cuerpo, con la formulación de las dinámicas y los fraseos pertinentes para sacudir al auditorio, compulsionándolo a sentir con el pensamiento también. Explota el sentido dramático de los movimientos y gestos que siembra en los bailarines donde se confirma una preparación física extrema que los nutre. A ello podemos agregar las combinaciones sonoras de obras de Debussy, David Lang, Stefan Levin y Philip Glass que aportan el esqueleto para el convincente andar de las piezas, que llegan escoltadas por el peculiar empuje y vena creativa de su singular autor.









COMENTAR
Responder comentario