Acabamos de sufrir otro revés en la pelota: el equipo cubano Sub-15 se quedó sin Campeonato Mundial, pues no accedió, en el clasificatorio de República Dominicana, a uno de los puestos que daban el boleto a la justa del orbe.
Fue este el torneo de las Américas en pos de ese objetivo, sin la presencia de dos de sus potencias, Estados Unidos, actual monarca del orbe de la categoría, y Canadá. No hacía falta siquiera estar en el podio para alcanzar una plaza mundialista, tampoco ser semifinalista. Con la quinta plaza, entre 12 aspirantes, bastaba; pero los muchachos finalizaron en séptimo.
Sus indicadores de rendimiento se correspondieron con ese escaño. En el pitcheo, un deficiente 6,07 de efectividad, solo mejor, o menos malo, que el de Bahamas, y el de los tres últimos lugares, los hundieron. Como si fuera poco, en el otro fundamento esencial: la defensa, el resultado de 946 fue el quinto de la docena, en torneo gris en este renglón, pues solo dos conjuntos, Puerto Rico (970) y México (978), fildearon 970 o más, uno quedó en 967 y el resto no llegó a 960.
A la ofensiva, y este sí fue un certamen de mucho bateo, los cubanos fueron relegados al octavo puesto, con 282 y un índice de bateo integral (ops) de 816, muy por debajo de sus adversarios, toda vez que, en los componentes que lo integran, el porciento de embasado y el slugging, estuvieron a punto de no llegar a 400 (406 en cada uno).
Esa es la caracterización, y la consecuencia del lugar alcanzado, que se suma a las no clasificaciones en el Sub-18 y en el Sub-23, y al fracaso de los mayores en los Juegos Panamericanos Santiago-2023. Es una máxima, al menos en el beisbol, que un equipo no es tan bueno cuando está venciendo ni tan malo cuando cae, pero hay que volver a aprender a ganar, porque no nos podemos acostumbrar a perder.
Han existido tantos análisis como derrotas hemos tenido, y hay una estrategia nacional, ya de más de tres años que, evidentemente, debe revisarse a la luz de los resultados.
Pero también tenemos una pauta país, desde nuestra propia Constitución y del modelo de desarrollo económico social conceptualizado, con los cuales debemos ser coherente. Sin temor a la reiteración, insistimos en que, en pelota, también debe empoderarse al municipio.
Uno de los grandes problemas en las categorías de menores es que se juega muy poco, porque un torneo nacional en ellas requiere de una buena cantidad de recursos en transporte, alojamiento y alimentación, con los que no se ha contado en los últimos años. Por lo tanto, los calendarios se reducen, igual que los participantes. En cambio, si jugamos en el territorio, todo el año, no hay que invertir en ninguna de esas tres partidas, y se ampliaría el volumen de juego. Solo llevaría la observación de la comisión nacional o de un grupo de trabajo que vea el talento en acción.
Las deficiencias de ahora, tanto en el pitcheo como en la defensa, se parecen mucho a las de las series nacionales, incluyendo la actual, porque los peloteros llegan con esas deudas, sin fijar el gesto técnico, y menos el entramado táctico de un deporte como el beisbol. El resultado: se deteriora la cantera del equipo Cuba.
En otras palabras, se trata de poner la variable participación en función del resultado. Por ese camino ya pasamos, con buenos dividendos, ahí está fresca en la memoria la iniciativa en los lomeríos de Villa Clara. Pero también la raíz fidelista de la potencia deportiva, que pasó por un escenario que José Llanusa Gobel llamó régimen de participación, para hacer realidad la frase del Comandante en Jefe –cuando la Mayor de las Antillas no aparecía en el mapa de los podios mundiales ni regionales–, de que nadie imaginaría cuán lejos llegaríamos en el deporte.
COMENTAR
EUJ dijo:
1
23 de marzo de 2024
12:38:00
Rosendo dijo:
2
23 de marzo de 2024
12:46:18
Fernando dijo:
3
24 de marzo de 2024
07:59:33
karlos dijo:
4
15 de noviembre de 2024
06:19:57
Responder comentario