Si les digo que pasé uno de los ratos más agradables y al propio tiempo emocionantes del 2015 en la presentación de un libro, a lo mejor me tildan de aburrido, o para no poncharme, tal vez me consideren un exagerado. En la Plaza de Armas, en el corazón de La Habana Vieja, asistí a una cita con la esencia del béisbol, o mejor, con la de la pelota cubana, porque es muy nuestra, más allá de su raíz anglosajona o incluso a partir de ella hasta metabolizar ese deporte convirtiéndolo en pasatiempo nacional.
“Cuando se habla de proteger al béisbol, estamos hablando de cuidar la nación”, bastaría solo esa frase de Reyneiro Tamayo para que la mañana sabatina del pasado fin de semana, amenazada con suspender el juego por lluvia, nos vistiera con orgullo de pelotero.
O la que salió de la pasión de Norberto Codina, al mencionar la propuesta a la Comisión Nacional de Patrimonio Cultural de “la necesidad inaplazable de declarar el beisbol (sin acento para que se parezca a la pelota) como patrimonio cultural intangible de la nación cubana”, dijo, como la décima que nos llegó de Islas Canarias y la rumba, de raíces en tierras africanas.
Esas sentencias me hicieron sentir la emoción de un jonrón, la de un lanzador que de relevo poncha al cuarto bate con las bases llenas o la de un gran fildeo que salva y conserva la victoria. Me incrustaron en el estadio, rodeado de los ánimos, de las contradicciones, de los encendidos debates, de la fuerte crítica, porque la tribuna conoce de pelota. Y pensé entonces, mientras escuchaba a los que saben, en los peloteros, en los que nos hacen estallar de felicidad o de tristeza, a los que queremos u odiamos; también en directores y árbitros, en los entrenadores.
Ellos, que cuando ganan al caer el out 27, parecen haber solucionado todo, se sienten vivos, inmortales, con el corazón de los amigos en el alma, pero que cargan con la soledad de sus sentimientos cuando la derrota los aplasta, pues no son robots ni súper héroes, sino de carne y hueso.
En la Plaza de Armas estábamos convocados justamente para rendirles homenaje o para decirlo exactamente, para el homenaje que el profesor titular y consultante de la Universidad del Deporte, Juan Martínez de Osaba; el Doctor en Ciencias Históricas y Máster en Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina, el Caribe y Cuba, Félix Julio Alfonso López, y Yaser Enrique Porto Gómez, periodista, locutor, narrador, el que entra a la sala de la casa con su Béisbol de Siempre de todos los sábados, les han rendido con la revelación allí de Enciclopedia Biográfica del Béisbol Cubano. Tomo I. Siglo XIX.
Es una obra que en cuatro actos de certero rigor historiográfico, recorre hazañas, explica y aclara, desde la gestación de este juego que nos vuelve locos, hasta la manera en que se amalgama indisolublemente a la cultura, a la identidad como nación. El volumen hace una reverencia a una de las más singulares frases del Barón Pierre de Coubertin, restaurador de los Juegos Olímpicos en la era moderna: “la historia, sin ella nada es comparable ni explicable”.
A esta entrega le sucederán Cubanos en Grandes Ligas, La pelota del siglo XX y Papel de Estados Unidos y otros países en el béisbol cubano. Si se quiere conocer o hurgar en récords, vidas y obras de los beisbolistas cubanos de todos los tiempos, dentro y fuera de Cuba, o sobre árbitros, estadios, personalidades, es obligatorio pasar las hojas de este texto.
Lo mismo si quiere saber cuál fue el primer juego oficial en nuestra geografía y dónde; el primer cero jit cero carrera de la pelota nacional; quién dio y cuándo la lechada número uno, el primer toque de bola, o quién inauguró el casillero de los jonrones en Cuba, entre otras muchísimas interrogantes que no se quedan sin respuestas.
A la par de peloteros, mentores o árbitros, el libro rinde tributo supremo a la pelota, la que nos convoca al estadio, a ese espacio deportivo donde concurre la sociedad para dirimir un destino que inexorablemente implica triunfar o caer, pero que no puede darse el lujo por su historia, por lo que representa para la nación y sus hijos, que se salga defraudado porque no vio ni la calidad ni la entrega de los protagonistas. La Enciclopedia Biográfica del Béisbol Cubano, también transmite ese mensaje.
“Disfrute de esta gran obra de tres sabios de la pelota cubana”, le respondí a uno de los presentes, que me preguntó si el libro contenía fotos, que por cierto las tiene. Quizá a ellos, fervientes y tenaces investigadores, no les guste que les llame así, sabios. Mas la sabiduría que honramos en Osaba, Félix Julio y Yaser, es la cualidad con la cual nos hacen llegar el conocimiento y decirnos a peloteros, aficionados, directivos, periodistas, cuán grande es la pelota o qué pequeños somos todos a su lado, no importa si se es o se fue una estrella en el diamante, y la manera en que nos precisan cuánto tenemos que hacer por ella.
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alex dijo:
1
2 de diciembre de 2015
08:13:46
Gaspar dijo:
2
2 de diciembre de 2015
12:52:08
EL TIGRE dijo:
3
2 de diciembre de 2015
14:11:58
Daimir el palmero dijo:
4
3 de diciembre de 2015
13:28:21
Juan Antonio dijo:
5
6 de diciembre de 2015
22:36:08
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