
Fue este 2021 un libro de enseñanzas y de relectura de los cimientos en los que descansa el edificio deportivo levantado por la obra de un pueblo. En ellos descansaron las nuevas hazañas, cuando pocos creían que Cuba podría defender, y expresar, en los más exigentes teatros atléticos, la proeza de continuar como una potencia mundial.
Lo hicieron sus jóvenes atletas y también los más experimentados. Como los que les antecedieron, se parecieron a su país y a su Revolución al empinarse ante una montaña de dificultades. Escribieron las mismas páginas que aquellos que, en los momentos más difíciles, se elevaron hasta lo más alto de los podios.
En 1988 Fidel les explicó a las invencibles Morenas del Caribe de nuestro voleibol que no asistiríamos a los Juegos Olímpicos de Seúl en ese año, en solidaridad con la República Popular Democrática de Corea. Era la segunda cita bajo los cinco aros, de manera consecutiva, a la que la Mayor de las Antillas se ausentaría. La de 1984, bajo el mismo principio, pero el gesto fue con la entonces Unión Soviética.
Estar alejado de la élite podría ocasionar una baja en los resultados. Sin embargo, les dijo, «en los próximos Juegos, el mundo verá nuestra mejor actuación histórica». Esa sentencia fue un punto de partida y un compromiso que los deportistas volvieron realidad con 14 títulos áureos y un inédito quinto lugar, en Barcelona-1992.
Ya en 1966 habíamos probado nuestra resolución, cuando Estados Unidos trató de impedir que la delegación a los Centroamericanos y del Caribe de ese año, en San Juan, Puerto Rico, llegara a esa sede. Arribaron por mar, en botes, desde el barco que trajo las medallas y la dignidad de un país.
Quienes asistieron a Tokio-2020 en 2021 tenían retos tan grandes como los de entonces. La pandemia de la COVID-2019; el recrudecimiento del bloqueo, con sus 243 medidas que también se ensañaron con el deporte, y las exigencias de sistemas clasificatorios cada vez más inaccesibles para los países pobres, al no poder acudir a la mayoría de esos eventos por sus costos, fueron los escollos a vencer, y los que presagiaban un retroceso.
Una breve y sintética aproximación a lo que la Mayor de las Antillas ha sorteado para llegar a las ceremonias de premiaciones, sostenían los vaticinios más sombríos de los especialistas.
La imposibilidad de acceder a recursos imprescindibles para la preparación obligó a incrementar las estancias de los atletas en el exterior, con cifras que, en algunos casos, como el del tiro deportivo, excedieron los 94 000 dólares.
Se frustraron compras de implementos, como embarcaciones de remo, por tener componentes estadounidenses, lo que impidió su envío a Cuba. Así ocurrió en la preparación de Tokio-2020.
La Brigada Nacional Antidopaje eroga del 30 % al 40 % por encima de los precios del mercado para adquirir insumos y reactivos, porque las compañías de EE. UU. o sus filiales no le venden a Cuba.
El Laboratorio Antidopaje de La Habana no puede recibir los pagos por servicios prestados, debido a la persecución de EE. UU. a los bancos que transfieren ese dinero.
El bloqueo incrementa las cuentas por cobrar de la empresa Cubadeportes, impedida de ejecutar operaciones bancarias.
Como parte de las 243 medidas del expresidente Trump, aún vigentes, los equipos que viajan a EE. UU. a torneos internacionales erogan casi cinco veces la suma de sus trámites, por hacerlos en un tercer país, dada la imposibilidad de realizarlos en la Embajada estadounidense en La Habana.
La Escuela Nacional de Gimnasia se dotó de implementos de la firma holandesa Janssen and Fritsen, comprada por la empresa American Athletics International, de Estados Unidos, lo que dificulta acceder a piezas de repuesto.
Es imposible adquirir en Estados Unidos barcos, velas, mástiles, timones y orzas para la iniciación, preparación y desarrollo de los veleros cubanos.
Un total de 36 instituciones internacionales constataron las dificultades de sus homólogas cubanas para pagarles su afiliación. En 2020 ascendió, entre todas, a 64 909 dólares.
Lo que no tuvieron en cuenta en sus algoritmos los especialistas fue que Cuba es tierra de vencedores. ¿Qué vaticinio podía apuntar a que un país bloqueado y hostigado por la nación más poderosa del planeta, del Tercer Mundo, con poco más de 11 millones de habitantes, fuera una potencia médica, educacional, científica o deportiva? Los pronósticos no incluyeron los propósitos, es decir, la voluntad de desarrollo a base de resistencia y creatividad.
Ambos vocablos se unieron para que la ciencia diseñara, mediante la conducción de un grupo asesor-consultor multidisciplinario, un formato de puesta en forma de cara a Tokio-2020 con el objetivo de alcanzar la victoria. Se centró en siete deportes, con estudios integrales en capacidades funcionales de esfuerzos aeróbicos y anaeróbicos desde la perspectiva cardiovascular y respiratoria; la cinemática y la cinética de los movimientos de los atletas a través de la creación de estándares de referencia biomecánicos; sistemas energéticos y la actividad bioquímica ante las cargas físicas, los cuales dotaron a los técnicos de herramientas fisiológicas; investigaciones sicofisiológicas, sociológicas; evaluaciones cineantropométricas, con estudios de composición corporal tras las incidencias del entrenamiento en el aparato osteomioarticular.
«Presidente, lo que se hace con el corazón siempre sale bien», dijo el luchador Luis Orta; «Patria o Muerte, Venceremos», exclamó Julio César la Cruz, y Omara Durand se sacó del pecho: «se lo debo todo a la Revolución, a Fidel, soy una fidelista». Esas son las razones de los 15 lauros (siete de oro, tres de plata y cinco de bronce) que en Tokio sustentaron la heroicidad del lugar 14 para mantener a Cuba en el Primer Mundo deportivo.
EL RELEVO MANDÓ UN AVISO AL FUTURO
Así como los olímpicos escalaron esas cumbres para plantar bandera, los más bisoños, en los i Juegos Panamericanos Juveniles, en Cali-Valle-2021, mandaron un aviso al futuro. A Colombia llegaron 212 atletas, la comitiva más pequeña de los cinco primeros países del medallero, y 70 fueron premiados, es decir, de cada tres uno estuvo en los podios.
Ellos fueron también destinatarios de las investigaciones y, por la situación epidemiológica, hicieron su preparación en un esquema de burbuja, impidiéndoles el contacto, en medio de su alistamiento, con sus más encumbrados compañeros.
EL RETO CONTINÚA
Para Cuba no cesan los retos porque sus éxitos, y el deporte no es la excepción, molestan al que hostiga y bloquea. Por eso se prepara para enfrentar, como se dijo en el recién finalizado Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, al presentar el proyecto de Educación Física y Deportes, esos ataques que, en la última década, provocaron un éxodo de atletas y entrenadores hacia el exterior, en más de 800 y 2 000, respectivamente.
Identificó el decrecimiento de las matrículas en la base; escasa práctica de 17 disciplinas; la ruptura del sistema piramidal por la ausencia de la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético, y dificultades en la infraestructura: hoy funcionan 5 117 instalaciones de las 11 159 que tiene el país.
El proyecto define, con acierto, que la única vía de revertirla es la implementación correcta de la pirámide del alto rendimiento, una amplia participación en la base –léase, en primer lugar, municipio– y la calidad de la clase de Educación Física, porque son los cimientos. Pero habría que retomar el pensamiento de Fidel, del 24 de agosto de 2008: «Revisemos cada disciplina, cada recurso humano y material que dedicamos al deporte. Debemos ser profundos en los análisis, aplicar nuevas ideas, conceptos y conocimientos».









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Evelyn Claudio López dijo:
1
28 de diciembre de 2021
04:17:09
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