ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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El 4 de septiembre de 1933 transitó de un amplio movimiento popular a una fecha que perdió todo su sentido patriótico, democrático y de defensa de los desposeídos Foto: Archivo Granma

Vista en su conjunto, su desarrollo y resultados, incidencias y consecuencias, pudiéramos concordar con Raúl Roa en que «la Revolución del 30 se fue a bolina». Más de 20 años debieron transcurrir para regresar a sus preceptos originales y superarlos.

El historiador Rolando Rodríguez, en su obra sobre el tema en cuestión, destaca no obstante que, en aquellas jornadas transcurridas, sobre todo, durante los meses finales de 1933, y cuya estructura esencial fue el llamado Gobierno de los cien días, sobresalen momentos y logros que, a la larga, no pudieron ser aplastados totalmente por la contrarrevolución, y sirvieron de base y de inspiración para avances posteriores, no sin cruentas luchas, esfuerzos y sacrificios.

La sangre generosa de nuestros mártires abonó también esta etapa del camino azaroso y contradictorio que no llegó, entonces, a una culminación victoriosa, pero que fue precursor de otras luchas, hasta el 1ro. de enero de 1959.

La mayoría de los estudiosos honestos y objetivos de aquellos acontecimientos coinciden en que fue, sin duda, «una revolución traicionada», y que dentro de ella hubo «una fecha secuestrada».

Fue una doble derrota para las fuerzas populares que, aunque ya relativamente pujantes y crecientes, pagaron así el alto precio del divisionismo, el sectarismo, la confusión, y también de algunas ambiciones personales y perversas.

Al imperialismo estadounidense, al bloque de poder burgués-latifundista y a los viejos politiqueros al servicio de ambos, se unieron los elementos de la fascista ABC, y entre todos ejecutaron el contragolpe traidor del 15 de enero de 1934.

La fecha del 4 de septiembre de 1933 transitó de un amplio movimiento popular con raíces en las capas más humildes de los institutos armados, con el apoyo del Directorio Estudiantil Universitario y otros grupos de pensamiento revolucionario, a una fecha secuestrada, de origen castrense –que forzaron Fulgencio Batista y sus esbirros–, que perdió todo su sentido patriótico, democrático y de defensa de los desposeídos, en la burda mascarada en que se convirtió.

Si lo apreciamos todo en una interacción y contradicción dialécticas, saltará de inmediato, ante nuestros ojos, que el doloroso fracaso y la traición del 33 no cayeron en el vacío, y fueron, sin embargo, una página aleccionadora, de enseñanza y valiosa experiencia para las luchas que condujeron al triunfo irreversible de 1959. Lo sigue siendo, también, para el momento actual, que tanto lo demanda.

El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz nos lo reiteró en varias ocasiones, cuando se refirió públicamente a estos hechos, y a su significado trascendental para los días que corren. Sus ideas al respecto tienen valor imperecedero, y deben ser releídas.

En ella, nuevamente una confirmación histórica: la unidad es garantía de la continuidad.

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