TORONTO.--El ir y venir de una instalación a otra durante estas dos semanas de Juegos Panamericanos ha hecho que los días aparenten tener menos de 24 horas. Las imágenes de las competencias se superponen y es difícil escoger una para significar cuánto de entrega y dignidad han derrochado los atletas cubanos.
Hace poco, un colega argentino me dijo: “En la mochila cabe lo mucho y lo poco”. Pregunto entonces a cuántos de los deportistas, entrenadores, jueces, en fin, a cuántos de los asistentes a esta fiesta del músculo esa funcional bolsa colgada a la espalda les resultará pequeña para llevar a casa las tantas emociones vividas.
No solo se agolparán en ella las añoranzas, las medallas y la promesa de en la próxima lid hacerlo mejor, sino también se llenará de un sinfín de nuevas amistades, o de reencuentros que despiertan ilusiones, cuando una dirección o un teléfono anotado a la carrera en un papel o en el celular iniciará una relación imperecedera, nacida en el fragor del tatami, del velódromo de ciclismo, o de la cancha de baloncesto.
En una competencia como esta se une la larga noche, que más que noche es trasnochar, con las poquísimas horas de sueño permitido –poco reparador— para en un santiamén, sin relajar las tensiones, cargar nuevamente la mochila cada vez con menos materiales de trabajo para rebajar su peso y compensar el cansancio. Es salir a buscar la experiencia que nacerá en cada mañana y transformarla en ese relato escrito para perpetuarlo en la memoria.
Al principio del evento coincidí con el uruguayo Julio Maglione, presidente de la Organización Deportiva Panamericana (Odepa), y durante una breve charla, en más de una oportunidad me insistió en que él deseaba ver este clásico “convertido en una reunión amistosa de los jóvenes de los 41 países aquí presentes. Espero que la inclusión, la solidaridad, el juego limpio y los deseos de hermanarnos, nos embarguen. Solo así tendremos unos Juegos Panamericanos exitosos”.
Fue este el estreno de Maglione como sucesor del fallecido Mario Vázquez Raña. Aquel día, en su semblante vi una mezcla de convicción, entrelazada con un resquicio para la duda de si se haría realidad su propósito. Cuando observas al vencido levantar en vilo al vencedor, cuando aprecias confraternizando al mismo competidor que ayer no ganó la medalla intercambiando suvenirs con quien lo superó en buena lid, cuando ves al atleta del norte sonreir confundido entre un grupo de latinos, todos, no solo Maglione, tenemos razones para sentirnos orgullosos de esta nueva Latinoamérica que va surgiendo al influjo de los hombres que, más allá de luchar por nuestra emancipación, se han planteado, como una vez lo afirmara Fidel al principio de la Revolución, impulsar el deporte hasta planos superiores.
Entonces, tras ver las actuaciones de nuestros hermanos continentales, me pregunto: ¿no será muy pequeña la mochila para cargar tanta dignidad?

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Susana Vázquez dijo:
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23 de julio de 2015
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