Primero la sentí, luego la entendí y al pasar los días he llegado a una honda y sencilla conclusión: todos necesitamos a Carmela. No voy a escribir una crítica de cine, aunque sí deba resaltar la capacidad del arte, cuando se compromete auténticamente con la realidad, para que desde la emoción nos haga reflexionar sobre la condición humana. Y eso le debo al director Ernesto Daranas por el filme Conducta y a la extraordinaria actuación de Alina Rodríguez en el personaje de Carmela.
Ella no puede ser una excepción, sino la regla. La historia de la escuela cubana, cuenta con una tradición de entrega pedagógica que se remonta a los tiempos de fundación de nuestra nacionalidad. Conocemos a Varela, Luz y Caballero, Mendive, Varona, repetimos sus frases, citamos los aforismos martianos sobre la educación, pero también sabemos que para que ese legado sea vigente no basta con situarlo en el altar de las cosas aprendidas, sino debe traducirse en actitudes y acciones cotidianas.
Todos tenemos una Carmela en nuestra vida escolar, la maestra o el maestro que no se olvida. Quizás no fue quien nos deslumbró con el manejo de las ecuaciones algebraicas o a recitar de memoria párrafos y versos, pero nos ayudó a pensar con cabeza propia y a actuar como mujeres y hombres de bien.
No solo en ellos pesó la experiencia —Carmela se graduó en la antigua Escuela Normal de Maestros, según apreciamos en el diploma colgado en la pared de su casa junto a la imagen de la Caridad del Cobre, ícono que rebasa los tópicos litúrgicos en tanto símbolo de una identidad, como la palma real, la mariposa, y el colibrí—; ahí están esos otros, egresados de las universidades pedagógicas, las escuelas formadoras de maestros, incluso maestros emergentes en los que la vocación y la voluntad de servir han ocupado un primer plano. Porque no se trata de títulos, ni maestrías, ni edades, ni procedencias, sino de una razón ética mucho más sustancial que no es innata sino cultivada como profunda convicción.
El ejercicio pedagógico es ciencia, conciencia y sensibilidad, todo a una. El que no en-tienda esto, merece una respuesta como la que dio Carmela a la metodóloga hacia el final de la película: no ha entendido nada.
También hace falta entender que la lección de Carmela trasciende al magisterio del aula y debe interesar a la sociedad en su conjunto. Una frase dicha por ella vale por un tratado que solemos ignorar en su dialéctica más profunda: la relación entre casa, escuela, rigor y afecto en la formación de los seres humanos. Cada uno de esos eslabones por separado no cuenta.
En el socialismo nadie es desechable. Cada hombre o mujer que no encuentre el rumbo es una pérdida irreparable. Evitar esto implica arduos y complejos esfuerzos, que pasan, no nos engañemos, por condicionamientos económicos y materiales directamente vinculados a la erradicación de factores de vulnerabilidad y marginación social. Pero no podemos darnos el lujo —o mejor dicho, el crimen— de abandonarnos al cansancio, a la rutina, o a la fatalidad.
Todos necesitamos una Carmela que nos alerte y movilice y nos haga pensar en el ser humano como valor supremo de nuestra sociedad.


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Hector M Ramirez dijo:
1
13 de marzo de 2014
15:10:50
Hector M Ramirez dijo:
2
13 de marzo de 2014
15:17:04
Francisco Rivero dijo:
3
13 de marzo de 2014
17:19:32
yisel A dijo:
4
15 de marzo de 2014
11:10:05
dumsoft dijo:
5
19 de marzo de 2014
09:05:54
maribet dijo:
6
19 de marzo de 2014
09:32:37
leo dijo:
7
19 de marzo de 2014
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dayami dijo:
8
22 de marzo de 2014
10:58:00
Yeini Rodríguez dijo:
9
24 de marzo de 2014
14:18:30
Welner dijo:
10
27 de marzo de 2014
10:17:58
Welner dijo:
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27 de marzo de 2014
10:22:31
María Gertrudis Batista Ortiz dijo:
12
27 de marzo de 2014
15:47:36
oni dijo:
13
1 de abril de 2014
10:00:13
MURILLO dijo:
14
3 de abril de 2014
16:54:29
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